Día Ochenta y nueve
Liam me llamó hoy, preguntándome si quería ir a comer. Mi estómago gruñó en respuesta, así que acepté. Supongo que era solo una excusa para dejar de tortúrame a mí mismo por los sueños que había tenido últimamente.
Pasamos por el cementerio en nuestro camino al restaurante, y le pedí al conductor que se detuviera. Liam me dio una mirada extrañada, mientras me seguía por el camino de gravilla hasta tu tumba. Nunca había visitado tu tumba con alguien más, así que no pude hacer la rutina diaria de siempre.
Lo siento, Harry.
Pero me las arreglé para poder cantarte, con Liam. Nuestras voces se escucharon por todo el cementerio, rebotando de lápida en lápida, nuestras voces flotando en el aire. Espero que te haya gustado la canción. Pero en serio extraño cantarte solo yo, así que creo que seguiré viniendo solo.
Por cierto, la comida en el restaurante estaba buena, y finalmente estoy comenzando a tener más apetito. No es que importe.