Día Setenta y tres
Salí del apartamento hoy, simplemente con una sudadera, pantalones de jean y unas alpargatas. El sol estaba golpeándome fuerte en los ojos, y los froté inmediatamente. Todo lo que necesitaba era un poco de leche para mi cereal, pero como siempre, nada sale como lo planeo.
Al verme, cerca de cuatro o cinco chicas comenzaron a gritar, inmediatamente trazando su camino para acercarse más a mí. No estaba de humor realmente, pero puse una máscara en la superficie. Tú sabes de qué se trata. Ellas empezaron a charlar conmigo, hablando de cosas que no me importaban en lo absoluto, intentando forzar una sonrisa en mi rostro.
De repente, todas se quedaron calladas, como si hubiesen visto el dolor que cargaban mis hombros. Una se acercó despacio hacía mí, y me dio un pequeño abrazo. Y aunque quizá solo fue una excusa para tocarme, aprecié mucho su gesto. No quise, pero empecé a llorar en sus brazos. Y ella solo se quedó allí, abrazándome hasta que mi llanto cesó, y se convirtió en simples lágrimas de cocodrilo.
“Todos lo amábamos, sabes. Aunque ustedes dos se amaban, y eso era obvio. Él te amo mucho Lou, no olvides eso. Nunca lo olvides.” Me susurró mientras me daba un rápido y cálido abrazo, antes de marcharse.
Ella ni siquiera había pedido un autógrafo, o una foto, y ahí fue cuando me di cuenta de algo: nuestras fans realmente se preocupan por nosotros. No es solo el simple hecho de ser famosos, o “lindos”.
Me di cuenta de un montón de cosas hoy.
Pero una gran cosa en particular, que tuve la necesidad de compartir contigo, es que me di cuenta de que no puedo vivir sin ti.