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— ¡Está aquí! — exclamaba una voz femenina con un notable acento alemán. Me sorprendió. No era Alyssa. — ¡La he visto venir por esta dirección!

La vi aparecer por el otro extremo del callejón y nuestras miradas se encontraban.

Tenía los mismos ojos azules como el hielo de Alyssa, pero ahí se acababan todos sus parecidos.

Su cabello, negro como el carbón estaba enredado, y le llegaba hasta un poco más de la barbilla. Su ropa vieja le venía grande, pero ella parecía estar cómoda con ella.

Tenía un aspecto audaz que me sorprendió. Supe, sin ninguna duda, que era Karoline, la prima de los Dahlen.

A su lado, iba Güntter, con su pelo rizado marrón que casi le llegaba hasta los ojos, también azules.

Era delgado y alto, casi le sacaba media cabeza a su prima.

— ¡Eres tú! — dijo con rabia.

Corrieron hacía mí y yo retrocedí instintivamente hasta chocar con la pared del callejón.

No tenía escapatoria.

— ¡Tú la has matado! — me acusó Karoline. — ¡Y ahora correrás su misma suerte!

— ¿Qué...? — murmuré, confusa.

— No intentes despistarnos. — dijo ella muy enfadada. — Sabemos que tú mataste a Alyssa.

— ¡No fui yo! — traté de decirles.

— No fue ella, mi querida Karoline. — dijo una voz.

A mi lado había aparecido ella, como por arte de magia.

— ¿Alyssa? — preguntó Güntter. Ella asintió, haciendo un gesto elegante con la cabeza, aunque su hermano no lo advirtió; su mirada iba de un lado a otro buscando algo. — ¿Dónde estás, Alyssa?

— Estoy justo aquí. — respondió ella solamente.

— ¿Cómo es que no podemos verte? — quiso saber Karoline, impaciente. — Todo lo que hemos hecho hasta aquí para nada.

— No te pongas nerviosa, Karol. — dijo Alyssa con voz calmada. — No podéis verme porque estoy muerta. Y ni siquiera vosotros dos podéis cambiar esa situación.

— ¿Quién té asesinó? — le preguntó Güntter finalmente.

Su hermana mayor soltó una risita.

— Si te lo dijera, el juego perdería su gracia. Os dejaré que lo averigüéis por vuestra cuenta. — respondió segundos antes de desaparecer.

— ¿Quién eres? — me preguntó Karoline, esta vez a mí, con un tono de voz que mostraba clara desconfianza.

— Me llamo Willow. — es lo único que se me ocurre responder.

El secreto tras la niebla (1) | Ganador #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora