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>> Cuando, después de una larga noche de búsquedas sin resultado, Güntter y Karoline llegaron a casa, toda la familia reunida les esperaba en el salón. — comenzaste a leer. — Había una extraña tensión en el ambiente. Güntter se dio cuenta de que su madre no se encontraba allí.
«¿Dónde está mamá?» le preguntó Güntter a su padre, sentado en la cabecera.
«No tardará en llegar.» se apresuró a contestar él. «Se ha ido a comprar unas cosas.»
Güntter asintió, no muy convencido, y tomó asiento junto a los demás.
Comieron en silencio, con un extraño sentimiento.

>> Se escuchó un grito, procedente de las cocinas. Güntter se levantó rápidamente y fue hasta allí, seguido de cerca por Karoline.
   «¿Qué pasa?» le preguntó el muchacho a la cocinera que había gritado, que guardaba un semblante aterrorizado.
   «¡Es un cuerpo!» exclamó, llorando. «¡Un cadáver!»
Los dos primos intercambiaron una mirada, justo antes de correr hacía dónde la anciana señalaba.

>> Allí su madre se encontraba en el suelo, con los ojos desorbitados y la boca entre abierta.
   «Esta... muerta...» dijo Karoline, al borde de las lágrimas.
   «Es como Alyssa. Ella tampoco tiene ninguna herida.» observó Güntter. «Es cómo si simplemente...»
   «¿Qué?» le preguntó su prima.
   «Cómo si simplemente estuviera durmiendo para siempre.» susurró. «Descansa en paz, madre.» >>

— Pobre Güntter. — te comenté. — Primero Alyssa y luego su madre.

— Te olvidas de algo; también sus tíos murieron. — recordaste.

— No irá a morir alguien más, ¿no? — dije yo. Tú soltaste una carcajada.

— Quién sabe. — respondiste. — No deberías preguntarme a mí eso, si no al autor.

— ¿Quién lo escribió? — quise saber.

— Dustin G. Tyler. — leíste de la portada. — Nunca antes lo había escuchado, luego tengo que investigarlo.

— Vale, pero ahora, sigue leyendo. — te pedí, muy seria. Tú retomaste la lectura.

>> Aquella noche, Güntter escuchó extraños ruidos en la puerta de su habitación.
   «¿Quién anda ahí?» preguntó, pero nadie le respondió.
Aterrado, se escondió entre las sábanas. Pero el ruido se escuchó de nuevo, más fuerte, y Güntter, armándose de valor, fue a abrir la puerta.

Tragué saliva, expectante, esperando a  que continuaras.

>> Pero al abrir la puerta, no había nadie excepto su hermano pequeño, Klaus, el menor de los Dalhen.
«He tenido una pesadilla, Güntter.» murmuró el niño, con timidez. «¿Puedo dormir contigo?»
«Claro.» respondió él, con una triste sonrisa, cerrando la puerta después de su hermano. Hacía años que no tenía pesadillas. «¿Quieres contármela?»
El niño asintió, despacio.
«En el sueño, había un monstruo que me perseguía. Era cómo una sombra, toda negra y hecha de humo. Sus ojos eran raros, uno era de color rojo, cómo un demonio, y el otro era azul, del color de los ojos de Alyssa. Me perseguía por toda la ciudad, y yo huía de él, hasta que me atrapó. Empezó a cantar una canción, la canción que Alyssa solía cantar, justo antes de devorarme.»

>> Güntter se quedó quieto, sin saber que decirle a su hermanito para que se calmara. No hizo falta, de todas formas, porque Klaus ya se había dormido. Güntter limpió la lágrima que caía por la mejilla del niño.
No durmió en toda la noche. Se quedó despierto, velando en silencio por su hermanito, para que las pesadillas lo abandonaran.>>

El secreto tras la niebla (1) | Ganador #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora