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Después de perderme en repetidas ocasiones, logré llegar a casa sana y salva.

Más o menos.

Papá y mamá no se habían dado cuenta de que había salido, y menos tú, así que me encerré en mi habitación y no salí en el resto del día.

No me apetecía mucho hablar con nadie, ni siquiera contigo. Y menos con Odette.

Sin embargo, a la mañana siguiente me despertaron los sonidos de sirenas de coches de policías, así que salí más que nada para saber qué estaba pasando.

Mi habitación estaba orientada hacía la calle, así que se solía escuchar cualquier cosa que pasara fuera.

Mamá estaba junto a Odette, en la puerta, tratando de ver lo que estaba pasado sin que se notara demasiado que estaban espiando.

— ¿Qué pasa? — les pregunté, uniéndome a ellas.

— Ha muerto la señora Pickett — respondió mamá, tan tranquila cómo si estuviera diciendo que le gusta el nuevo corte de pelo de Odette.

— ¿Qué?

— Uf... prima Willow, parece que estés sorda... — comentó Odette — Maddeline Pickett ha muerto, ya está.

— Es una pena, me caía muy bien — murmuré, mas bien para mí misma —. Me hacía magdalenas caseras por navidad... estaban tan buenas...

— Lo que es una pena es que no te hayas podido acercar más a ella — dijo mamá.

— ¿A qué te refieres?

— La señora Pickett era viuda y no tenía hijos ni parientes vivos. Si hubiéramos ido más a visitarla, seguro que nos habría dejado algo en su testamento... Una gran suma de dinero desperdiciada para fines sociales y toda esa clase de tonterías...

Fruncí el ceño mientras mamá hablaba. Cuando terminó su monólogo, decidí que no quería escuchar nada más que saliera de su boca e involucrara a la señora Pickett.

Salí de casa y me acerqué hacia la casa vecina.

Un cordón policial la había vedado. Toda la zona se había llenado de agentes de policía con sus coches y de un corro de gente que, cómo yo, había ido allí para saber qué había pasado.

— ¡Willow! — me llamaste, mientras llegabas junto a mí —. Tú también quieres saber que ha pasado, ¿no? — asentí con la cabeza varias veces —. La señora Pickett me caía bien. Siempre nos regalaba chocolatinas en Halloween...

Llegamos hasta la cinta.

— ¿Señor Traynor...? — le llamé.

El jefe de policía andaba de un lado a otro, dando órdenes, pero se acercó a nosotros tras reconocernos.

— ¿No podría contarnos qué ha pasado? — le pedí, poniendo la cara más inocente que encontré.

— Lo siento, chicos, es confidencial. No puedo decíroslo.

— Entiéndanos — intercediste, justo cuando el policía se iba a marchar —, nos han despertado alarmas de los coches de policía. Si la alguien ha matado a Maddeline, nosotros vivimos justo al lado.

— No ha sido asesinada — nos dijo, en un bajo tono de voz para que sólo le escucháramos nosotros —. Durante la madrugada, algunos vecinos escucharon gritos. Al parecer estaba gritando en sueños. Sueños de los que la señora Pickett nunca podrá despertar...

El secreto tras la niebla (1) | Ganador #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora