Un nuevo vecino

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Frustrado y furioso, salgo de ese cutre montón de oficinas aplastadas unas contra otras en ese mugriento edificio. Incluso llego a pegarle una patada a una de las papeleras a la salida, pero casi automáticamente me arrepiento de eso. Pobres de mis zapatos. Echando un vistazo atrás, he dejado un montón de bolas de papel regadas por el suelo. Bueno, casi mejor. Alguien tendrá que recogerlas y asi por lo menos uno de los que allí trabajan moverá un dedo.

Una vez en casa toda la ira se ha ido y lo único que puedo encontrar en mi interior es decepción. ¿Por qué no puede funcionar decentemente el maldito sistema? -Pareja señor Lightwood, condiciones estables, señor Lightwood. - Repito una y otra vez imitando falsamente la voz de aquella asistente social del gobierno. ¿Puedo tener acaso algo mas estable que mi casa y mi trabajo? Puedo poner a Dios por testigo de que ambas cosas me han costado sudor y lágrimas, pero las tengo y por el momento no van a dejar de ser mías.

Probablemente si en lugar de un hombre fuese una mujer no dudarían tanto en empezar con los tramites... pero no, un hombre no puede ser padre soltero, no sea que vaya a caerse el mundo cabeza abajo. Llevo ya cuatro meses trabajando en este asunto, reuniéndome con asistentas sociales, dejando que vengan a mi casa a revisar cada rincón, dejando que examinen minuciosamente mis cuentas bancarias...¿Qué mas quieren?

Si yo tuviese un hijo nunca le faltaría de nada. Tengo el tiempo, el dinero y un techo bajo el que cobijarlo, ¿acaso no es mas que suficiente? Pues debe ser que no. He pasado por test psicológicos, pruebas de idoneidad, siete asistentas diferentes... ¿¡por favor! tan díficil puede ser?¡Solo es un niño! Hay miles de ellos con necesidad de un hogar repartidos por el mundo. Acepto que se necesiten unas condiciones mínimas para poder criar a uno de ellos, ¿pero de verdad tienen que ser tan toca narices?¡Puedo hacerme cargo perfectamente! Solo me ponen pegas una tras otra porque no me da la gana de ocultar mi orientación sexual. ¿Y qué? Es algo de mi que no va a cambiar. ¿Por qué ocultarlo? No lo hice en la peor época de mi vida durante el instituto y no pienso hacerlo ahora por lo que otras personas puedan pensar.

Unos golpes en la puerta me sacan de mi discusión con la otra mitad de mi mente justo cuando estoy a punto de coger mi móvil para llamar a alguno de mis amigos para dejar salir toda mi frustración. ¿Quién llama a estas horas?¿Quizá sea la nueva cámara de fotos que encargué? A veces la mensajería llega un poco tarde... pero creo que nunca tanto. ¿Qué mensajero sigue trabajando casi a las diez de la noche?

Abro la puerta todavía con el teléfono y alzo ambas cejas al mismo tiempo, abriendo los ojos mas de lo normal. ¿Quién es esta belleza griega plantada ante mi puerta? 

-¡Hola! Disculpa la hora, nunca te pillo en casa.- Todavía alucinando por esta imagen celestial, ni siquiera reacciono cuando pasa por mi lado y se mete en mi casa. ¡Mi casa! - Soy Magnus, tu nuevo vecino, el de la puerta de en frente. Llegué hace unas dos semanas pero cuando salgo ya te has ido y cuando vuelvo aún no has vuelto... me gusta presentarme a los vecinos. 

Veo que ha dejado algo en la mesa y mi vacío estómago reacciona contento ante el olor que desprende esa bolsa. -Espero que no hayas cenado ¿te guste la comida china?¿Alec, no? Me lo dijo Rosa, la del final del pasillo. ¿No se cansa nunca de hablar? - y por lo visto, tu tampoco. Menudo se me acaba de meter en casa. ¿Debería llamar a la policia? No, no lo creo. ¿Tenía que pillarme el día que estoy cabreado? Aunque ahora mismo ni buscando en los resquicios mas recónditos de mi cuerpo soy capaz de encontrar ni un ápice de ese enfado.

 Al final decido rendirme. Esta claro que esta intromisión no me ha sentado del todo mal. El shock ha sustituido a la rabia. -Si... le gusta mucho cotillear. Es ama de casa, tiene una vida tan aburrida que cuando tiene ocasión suelta la lengua y le cuesta recogerla. - Me acerco a la mesa, sacando un par de servilletas y algunos cubiertos como única seña de aceptación a la cena que parece haber traído. Tengo hambre y el chico esta de buen ver, ¿que mal hay? No tiene pinta de ser un psicópata. -Encantado, Magnus. No sabía que se había ocupado el apartamento de enfrente. Pero es todo un placer, la verdad. -Y mas cuando las vistas son tan apetecibles.

Le dedico una pequeña sonrisa y enciendo la radio antes de sentarme a la mesa, dejando sonar una emisora de viejos éxitos de los ochenta. - Oh por el ángel... no recuerdo la última vez que cené comida china. Gracias. - Lo veo sonreírme de vuelta y oh joder... tiene una sonrisa realmente encantadora. ¿Por qué el destino me planta ahora un hombre así delante?

My trick to win - MALEC -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora