Papá Alec y papá Magnus

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Todo ha cambiado. El aire no huele igual. Las nubes son diferentes. Los ruidos también. Aqui hay mucho mas ruido y pasan muchos trenes cerca de casa. Me gusta pararme en la ventana a verlos pasar. Por suerte papa Alec tiene una ventana muy grande y llego a mirar por ella. Y se ve también el parque. Cuando no hay trenes miro el parque. Siempre que papa Alec no va a trabajar me lleva al parque, menos cuando llueve. Cuando llueve no me gusta porque nos quedamos en casa y no hay parque. ¡En la ducha también llueve y no pasa nada!

Me miro los pies, viendo mis zapatillas nuevas. Papa Magnus me las ha puesto porque dice que hoy vamos a ir a buscar a papa Alec al trabajo y tenemos que ir guapos. Pero papa Alec me dice guapo todos los días así que no lo entiendo. ¿se puede ser guapo y no ser a la vez?

Papa Magnus me llama para ponerme la chaqueta, pero justo entonces se oye el pitido que suena siempre antes de que aparezca el tren y me voy corriendo a la ventana, apoyando las manos en el cristal para verlo pasar, abriendo mucho los ojos antes de saludar. Me gusta saludar al tren y papa Alec muchas veces se ríe cuando lo hago, y me gusta también que papa Alec se ría porque suena bonito.

 Cuando acaba de pasar el tren noto la mano de papa Magnus en mi hombro y me giro, dejando que me ponga la chaqueta, mirando la jirafa de dibujitos que llevo en la manga. Me gustan las jirafas. Papa Alec me regaló una jirafa de peluche y ahora duermo con el elefante de papa Magnus y la jirafa de papa Alec.

Le doy la mano cuando salimos de casa. Me gusta correr, pero papa Alec y papa Magnus dicen que no se puede correr por la calle porque me podría chocar con las personas o perderme, así que al rato me aburro de andar y le pido a papa Magnus que me coja en brazos, tirándole del pantalón y alzándole los brazos. 

Él me entiende enseguida y me gusta ir en sus brazos porque lo veo todo desde arriba y se va muy alto. Es como volar, aunque es diferente a cuando papa Alec me hace volar por el salón. Aquí llego a tocar los toldos de las tiendas si estiro la mano. Papa Magnus cuando ve lo que intento me sube mas arriba para que llegue a tocarlos todos y me río, agarrándome fuerte a su cuello cuando me vuelve a bajar. Me toca con los dedos de esa forma que solo papa Magnus sabe hacer y como me hace muchas cosquillas me echo a reír, intentando agarrar sus manos para que no siga, aunque a veces lo suelto para que lo vuelva a hacer. Es divertido.

Llegamos a un sitio que huele muy bien, pero que no es el trabajo de papa Alec. Lo sé porque una vez fuimos también a buscarlo, un día que llovía mucho y papa Magnus me montó en el coche y no podía coger las gotas del cristal porque estaban por el otro lado, pero yo lo intentaba igual. El sitio donde trabaja papa Alec no está lleno de flores como este...y allí papa Magnus si que me deja bajar al suelo, pero aquí no me deja porque dice que lo tocaré todo.

Cuando entramos al sitio donde trabaja papa Alec la chica rubia que trabaja con él me da un caramelo y le doy una sonrisa y un beso que tiene que recordarme papa Magnus que tengo que dárselo para dar las gracias por el caramelo. Me gustan los caramelos, mis favoritos son los de limón, pero casi siempre me dan de fresa. Pero están ricos también.

 Papa Magnus me deja en el suelo cuando estamos delante de la puerta de papa Alec. - Rafa, cariño... ¿Le vas a dar esta rosa a papá Alec? - Cojo con cuidado la rosa blanca que me da papá Magnus, agarrándola por el tallo como me explica para que no la aplaste. Le miro y asiento con una sonrisa. Es el cumple de papa Alec, entendido. Y vamos a llevarle flores bonitas que huelen bien.

Papa Magnus me abre la puerta y se esconde un poquito, haciéndome un gesto con su dedo en los labios para que esté calladito. Río levemente y me cuelo por el hueco de la puerta, oliendo la rosa otra vez porque huele muy bien. - ¡Rafa! - Elevo la mirada y veo papa Alec acercarse rápido a mi, haciéndose pequeñito hasta que sus ojos están de frente con los míos. - ¿Qué haces aquí, hijo? 

Le tiendo la flor, como papa Magnus me ha dicho que haga. Me mira y sonríe como a mi me gusta, cogiéndome en brazos. - Vaya, menuda sorpresa. ¿Te ha traído papa Magnus? - Sonrío cuando veo a papa Magnus entrar por la puerta con un montón de rosas en la mano. Abro mucho los ojos cuando las veo, queriendo olerlas todas. Hay de color rojo, y también mas blancas y algunas amarillas y rosas.

Papa Magnus dice que vamos a salir a cenar y me agarro fuerte al cuello de papa Alec cuando dice que no va guapo para ir a cenar a ningún sitio. Papa Alec es muy guapo. Siempre siempre. Pero mas cuando sonríe. Llevo mis manos a sus labios y le estiro de los lados, consiguiendo que se ría, así que devuelvo mis brazos a su cuello, satisfecho conmigo mismo.

Salimos pronto del trabajo de papa Alec, porque dice que no quiere que yo me acueste tarde. ¡Pero si me acuesto tarde siempre! Solo que ellos se acuestan mas tarde aún... o eso creo. Siempre me duermo nada mas acabar de cenar... eso si no me duermo durante la cena. Muchos días me despierto cuando papa Magnus me lleva a mi cama.

Vamos a cenar a un sitio muy chulo, me dan una silla alta para mi solo, diferente a la de todos los mayores que hay allí. Juego con la servilleta, doblándole las esquinas. Es de un color azul muy bonito. Se parece al azul de mi habitación. Papa Alec y Papa Magnus la pintaron... y dibujaron mi jirafa y mi elefante en las paredes.. y también mi nombre. Ha quedado bonita y me gusta mucho.

Me dan de comer pescado, y eso no me gusta... pero lo han hecho de color naranja y crujiente y así si me gusta. Esta rico y además se puede comer con las manos. Y patatas fritas, un montón de patatas fritas. Con ketchup, mucho ketchup.

Cuando logro despertarme, papa Magnus esta llevándome a mi cuarto, como todas las noches. Miro por encima de su hombro y veo que papa Alec también viene con nosotros. Sonrío y vuelvo a dejar la cabeza en el pecho de papa Magnus, cerrando los ojos, aunque puedo notar como me pone el pijama con mucho cuidado, como solo él sabe. - Papa... - Y ya, después de haber conseguido decirlo por fin, me duermo calentito en mi cama. Es la primera vez que digo papa... pero seguro que ahora conseguiré decirlo muchas mas.

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