23. El corazon del Caballero EPILOGO POR FI...

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Unas niñas estaban delante de la enorme chimenea de su cómodo hogar mientras la nieve cubrían los campos, valles y alrededores con su blanco manto. No encontraban que hacer ya pues, la nieve les había arruinado un posible día de exploraciones, viajes a mundos y fronteras inimaginables e incluso, algún día de campo que sería planificado a ultimo minuto.

En ese momento, dos chiquillos ingresan estrepitosamente al salón luchando con unas espadas hechas de madera.  Sus movimientos y ademanes era como si sus vidas incluso se jugaran en cada movimiento equivoco o certero.

-¡¡Te voy a Derrotar!!- gritaba un niño de cabellos castaños y mirada grisáceo.

-¡¡No si puedo evitarlo!! – gritaba el otro que tenía una mirada azulada y pelo plomizo.

-Ah no se van a matar- gritó quien parecía por su físico la hermana del de mirada azulada.- ¡¡Ya basta ustedes dos!!

A pesar de tener once años, su mirada azulada se encontró con la imagen de que su hermano menor se lastimaría. Era muy respetuosa y educada y lo ultimo que les gustaban eran los enfrentamientos de cuerpo a cuerpo y mas si el segundo cuerpo era su hermano.

Cosa distinta de su hermano: Este le gustaban los enfrentamientos e incluso rogaba día con día al poder cumplir los quince años (la edad mínima requerida) para ingresar en los servicios de cuerpos tropas del reinado del Sur.  A pesar de que con su sangre, no era necesario.

-¡¡Cuidado!!- gritó otras de las niñas al ver a uno de ellos subirse ágilmente a una mesa larga de centro de la habitación mientras atacaba al otro que continuaba defendiéndose desde abajo.

-Esos dos- dijo una de larga y abundante cabellera negra y ojos intensos negros mientras vestía un traje de color rojo en sus listas y con tonos en crema y en su cabello unos hermosos listones color vino. – No se hasta cuando continuarán con sus revueltas...

-La corona del Norte exige que te rindas- gritaba el de cabellos castaños y ojos grises. Todo esto era escuchado por los niños allí presentes. Sin nadie percatarse un pequeño de igual edad ingresó con silencio al lugar observando a todo y todos.

-Jamás Maroshi.- Gritaba sonriéndole- el príncipe del  Sur jamás se rendiría...

-¡¡Me casaré con tu hermana Loriel!!- dijo Maroshi al joven de ojos azules provocando que este le gritara algo muy inapropiado y atacara con mas violencia aun.

-¡¡Una princesa no se casa con un hijo de soldado!! Piénsalo de nuevo... – gritaba de nuevo con ira el sujeto. El sonido de la madera chocando hacían eco en el salón al compás de las quejas de las niñas y el atizar del fuego de la chimenea.

Sin embargo la pobre victima de aquella rencilla gritaba con todas sus fuerzas- Por favor Maroshi... deténganse... hermano... – ya incluso de tan sensible que era, comenzaba a sollozar por sus hermosos ojos azulados.

-Cálmate- dijo por fin otro niño que había permanecido inadvertido en el lugar- Siempre terminan igual: Discuten quien es mejor: si el Norte o el Sur... – cruzándose de brazos. Sus ojos verdosos y cabellos marrones observaban a los contrincantes.- Y la verdad me están desesperando... llevan toda la batalla desde el salón de juegos hasta aquí...

-¡¡De todos los salones del palacio!!- gritaba otra de las niñas ahí presentes.- ¡¡Ya es una situación exasperante!!! ¡¡Parecen una partida de idiotas!!- su vestido color azul pálido contrarrestaba con aquella mirada marrón y cabellos platinos su nombre era Yayoii- ¡¡¡Maroshi: debería darte vergüenza!! ¿Qué diría mi padre o mi tío si te vieran ahora?? – Viéndole enfrentarse al hermano de Loriel.

-Diría que se lo tiene bien merecido – gritó Maroshi.

-Ya dejen eso- decía el joven de nombre Fujien que era el de mirada verdosa y lo que parecía la voz de la lógica del lugar- Se van a lastimar...

La princesa del cerezo y el lobo rebelde Donde viven las historias. Descúbrelo ahora