"Refugio de Amor: El destino del Lobo Rebelde

395 7 0
                                    

Li Fujien caminaba con sus botas colocadas incluso al revés, mientras se dirigía con pausa y algo de timidez a la gran puerta de roble de la habitación de sus padres.  Su nombre era la combinación de los nombres de sus abuelos, tanto materno como paterno.

Ya pasaban de las dos. No habían soldados mas allá del pasillo principal.  Su padre odiaba eso: la puesta de soldados en puerta y puerta. Esos eran los pasillos privados de la familia Li-Kinomoto y así quedaban.

Ya la primavera había llegado y con ella, llegaron Sakura y su hijo de las vacaciones invernales que tomaron en el Sur, con Eriol Hiraguizagua, rey de esa comarca y Tomoyo, su esposa.  Aunque la paz y quietud no era lo que los arrastró a otra nación: Era el deseo de estar con sus seres queridos; tal como hacían cada año.  Eriol y Tomoyo, tenían dos hijos: Loriel era la mayor y tenía once años.  Meriel por el otro lado, era impetuoso y el mas pequeño de los Hiraguizaguas y heredero al trono del Sur.

Pero no era las presencias solas de esos dos niños junto con Fujien que lograba llenar de ruido los pasillos del castillo del Sur. Estaba también Maroshi, quien era el hijo de Yue y Rei la dama de compañía de Tomoyo. Maroshi era mas expresivo que su padre en lo que refería a sus sentimientos y sus técnicas de combate era su mayor orgullo.  Era tan diestro en la espada como su padre.   Yue entrenaba también a Meriel, lo que causaba los duelos constantes entre esos dos en todo el invierno.

Haciéndoles compañía estaba también la hija de Meiling y Meiko, gobernador de las tierras del Este.  Su nombre era Yayoii. Otra de las involucradas se llamaba Mai Tukishiro y era la hija de Yukito de ocho años.  Por ultimo estaba el hijo de Touya de nombre Fujitaka como su padre. Tenía seis años. Este ultimo, no participó en aquellas actividades que tomaron lugar en el sur.  Touya era muy reservado y por tanto Fujitaka había sacado el temperamento de su padre y la humildad de su madre.

Touya se casó gracias a la intervención de Sakura como celestina con la ayuda incluso de los demás miembros de la familia Real y relacionados.

Una vez llegó a su destino dudó en tocar.  ¿Acaso tener miedo, le hacía ser un cobarde? Pero el rayo que reflejó por la ventana le hicieron del susto, tocar tímidamente la puerta.  Una gota del susto, rodó por su cuello.

Sorpresivamente para él, la habitación se abrió a los pocos instantes con la mirada algo extrañada de su padre que al no ver a alguien de su altura, observó mas abajo.  Su mirada reflejó algo de inquietud al notar a su hijo delante de él, a esas horas.

-¿Fujien? ¿Qué pasa hijo?- preguntó dejándole ingresar a la recamara.  En realidad, era una antesala y mas allá detrás de otras puertas, estaba la alcoba de sus padres.  Las puertas en esos momentos estaban entreabiertas y las velas del lugar, encendidas.

-¿Estabas despierto?- preguntó el pequeño observándole extrañado. Miró mas allá y notó la silueta de su madre, iluminada desde allí y cubierta por las mantas. - ¿Mamá también?

-Tu madre se durmió hace unas cuantas horas...- respondió Shaoran extrañado ante la presencia de su hijo en ropa de dormir.  -¿Qué pasa? ¿no puedes dormir?

Fujien azorado asintió con su rostro.

Shaoran suspiró. No era para menos.  El chico apenas tenía once años.  Ahora, su madre, según supo, era igual.  E incluso, habían noches que, cuando habían tormentas se abrazaba a él con fuerza.  Sonrió.

-¿Qué pasa padre?- al notar la sonrisa en su progenitor.  Esa pregunta le hizo volver a la realidad.

- no es nada... hermosos recuerdos...- y volviendo al tema que le inquietaba agregó.- No tienes porque temerle a la tormenta... estamos adentro... la tormenta está afuera...- señalando la ventana.

La princesa del cerezo y el lobo rebelde Donde viven las historias. Descúbrelo ahora