Divergente ~ ¿Por qué yo? [Editando]

Capítulo Dos.

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                Christina

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— ¡Tris! ¡Tris! ¿Me oyes? ¡Resiste! ¡Resiste! — grito descontrolada al cuerpo inmóvil, pues no hay nada mas que pueda hacer  — ¡TRIS!

   Cada otro minuto que la veo dormida se siente como un minuto perdido en el que sé Tris podría estar haciendo algo valiente por alguien más. Cada minuto que pasa puedo darme cuenta de lo mucho que extraño a mi mejor amiga.

   Cuatro está en petrificado. No habla, ni grita, ni se mueve. Estoy segura de que yo debo lucir algo así.

— Les tenemos que pedir que dejen la habitación durante este proceso — pide la enfermera. Es claro que no hay mucho espacio, pero tampoco la podemos dejar sola con ellos.

   Cuatro niega con la cabeza.

— ¿Qué me creen? ¿Loco?  — reclama indignado — ¡Sobre mi cadáver la dejaré sola con ustedes!

— Necesitamos el espacio para seguir reanimando a la paciente.

— ¿REANIMAR? — ahora, él está molesto. Muy molesto. Yo también lo estoy, pero procuro mantenerme bajo control — ¡Sólo se reanima a la gente cuando mueres!

— Tienes razón —  responde. El doctor presiona un botó en la pared y empieza a sonar una alarma.

   Inmediatamente, entran dos guardias, y agarran a Cuatro por cada lado y se lo llevan de la habitación. A dónde, ni idea. Me asusta pensar que le harán algo a Cuatro. O peor, a Tris.

— ¡TRIS!

— Es a las buenas o a las malas, tú decides — amenazan, esta vez es a mí.

   Me vuelvo a la puerta y me voy a buscar a Cuatro. No debe encontrarse muy bien. La Oficina no suele tomarse las cosas tan a la ligera.

   Al final del pasillo se pueden oír unos gritos. Es Cuatro. Estos son desesperados, llenos de frustración. Será mejor que se calle, lo podrían matar allí y nadie se daría cuenta.

— ¡TRIS! — los guardias lo esposan y lo sujetan contra la pared.

— Otro grito más y te dejamos inconsciente en el piso — amenaza el guardia a su derecha.

— No, por favor, les prometo que no volverá a gritar — suspiro, no sé si por la actitud de Cuatro en este momento nos podrían echar a la calle — . ¿Cierto, Cuatro?

   Baja la cabeza. No creo que quiera expresar algún sentimiento que lo haga ser más vulnerable de lo que está ahora.

— Ella estará bien. Quédate calmado — tranquiliza el guardia a su izquierda. Es obvio que ninguno de nosotros tres quiere que Cuatro pierda el control — . Eso sería de gran ayuda para que los doctores despierten a tu chica.

   Ellos siempre tienen algo que pedirnos. Que nos vayamos, que vengamos, que nos callemos. ¿Algún día harán algo que no sea a la fuerza, aún así los reiniciamos para que lo dejaran a un lado?

— Entonces... ¿Volverá? — pregunta Cuatro. Sus ojos se llenan de esperanza.

— Eso es lo que hemos estado tratando de decirte — dice Maia, que se acerca hacia nosotros con un sujetapapeles en sus manos — . Tris está bien. Sobrevivió. Calculamos que mañana despierte. Pero cómo, no lo sabemos.

— ¿Entonces todavía hay probabilidades de que no recuerde nada? — pregunto.

   Esto si que es muy malo. Esperar que tu mejor amiga despierte y que, cuando lo haga, no tenga idea de quien eres.