Capítulo Veintiseis.

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                  Caleb

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— ¡¿Dónde está?! — pregunta por centésima vez Marcus, al menos conmigo. He perdido la noción del tiempo en este lugar sin ventanas ni reloj. Han podido pasar horas, días o semanas los que he estado noqueado bajo el suero que ellos usan contra nosotros.

   Me quedo en silencio.

— ¡Habla!

— ¿Dónde están mis compañeros? — digo, con el poco aliento que me queda.

— Si no colaboras, probablemente en su camino a su tumba — dice Marcus, con su cuchillo en alto.

— No te creo.

— ¿Qué acaso quieres que tome medidas extremas?

— ¿A qué te refieres con eso?

   Marcus toma una radio de la mesa que está al lado de él. Preciona el botón y dice:

— Ahora.

   Cierro los ojos. Mi corazón empieza a latir muy rápido. Espero cualquier tipo de dolor o tortura, pero nada pasa.

— ¡No! ¡Aléjense! — oigo a alguien gritar. No es la primera vez que la oiga, pero hace tiempo que no lo hago.

— ¡TRIS!

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                  Tobias

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   Luego de hablar con Tris, caí profundamente dormido.

   Desperté con Tris en mis brazos, en la misma posición en la que estábamos antes de que me durmiera.

— Finalmente — dice Peter — . El dormilón despertó de su profunda siesta.

— ¡Ya era hora! — dice George.

— ¿Consiguieron algo más de comida? — pregunto retregándome los ojos.

— Encontramos un río pequeño a unos quince minutos caminando. Y Christina cazó un alce.

— No es que lo quiera presumir — dice Christina — , pero si no fuera por mí estarían rodando en el piso muertos de hambre.

— ¿Por cuánto he dormido?

— Como un día. Deberías comer un poco.

— Sí, gracias — digo mientras me pasan una cantimplora -que trajo George- y un pedazo de alce cocinado.

   Deboro la comida en minutos. No me había dado cuenta de que tan hambriento estaba hasta que me plantaron toda la comida en la cara.

— Oye, respira. Te vas a atragantar — dice David.

— ¿Llegó Amar? — pregunto, recordando que no todo el grupo ya estaba reunido cuando me dormí.

— Ellos... Ellos no han llegado. Ya empezamos a pensar lo peor — dice Ann.

   El pensamiento de que Amar ha vuelto a morir -porque no es la primera vez que está muerto para mí- me derrota.

   Tengo que sentarme. Sí, conseguimos a Tris, pero perdí a una de las personas que más me importan. Él me dio un nuevo nombre, una nueva vida.

— Oye. Está bien — dice una voz. Es Tris sentándose al lado mío — . Él puede seguir vivo.

— ¿Tú crees?

Divergente ~ ¿Por qué yo? [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora