Capítulo Veintitrés.

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                    Tris

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   Despierto recostada en el mismo árbol en el que me he estado escondiendo desde ayer.

   Por suerte, Thomas es alguien en quien confiar. Ya dejaron las sospechas y no me han vuelto a buscar.

   Pero ellos siguen allí.

   Por la noche unos cuantos estaban durmiendo, mientras otros hacían guardia. No importa la hora, siempre hay alguien de guardia.

— ¿Creíste que no te encontraría? — oigo decir por detrás.

   Mi pelos se ponen de punta. Marcus está detrás mío, viéndome y listo para atraparme.

— ¿Qué te parece si hacemos esto a las buenas? — dice, cada vez más cerca de mí.

— No.

— Voy a hacer como si no oí eso. Levante y ven hacia mí.

— No.

   Oigo el sonido de una pistola cargándose.

— ¿Quieres seguir con esto? Yo puedo hacerlo por todo el día.

   Me levanto lentamente. Cuando estoy completamente de pie, levanto mis manos.

— Muy bien. Ahora ven hacia acá...

   Antes de que pueda continuar, empiezo a correr.

   Voy en dirección al bosque.

   Corro como nunca en mi vida. Esquivo árboles, arbustos, ramas, raíces. Corro por unos quince minutos, hasta que algo me golpea y caigo directo al suelo.

   Intento pararme, pero ese algo me está sosteniendo las manos y los pies.

— ¿Creíste que sería tan fácil? — pregunta. Ese algo. Carlos.

— En parte sí — digo mientras me retuerzo.

— Déjame mostrarte esto — dice otra voz. Es Marcus y se oye exhausto.

   Se agacha en frente mío y me muestra una jeringa. La jeringa está lista para succionar lo que sea.

   Marcus sostiene mi cabeza con una mano y clava la aguja en mi cuello.

— Listo. Tráela. Déjala en la celda. Yo prepararé el clon y su suero.

   Luego de que se llene la jeringa por completo con mi sangre, Carlos me golpea y me noquea lo suficientemente fuerte para quedar desmayada.

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                    Ann

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   Hemos caminado por unas cuantas horas. El sol se está ocultando y cada vez se hace más difícil ver algo con claridad.

   David, Tobias y yo hemos estado muy atentos a todo lo que haya a nuestro al rededor.

   El simple hecho de no haber encontrado nada en todo este tiempo nos frustra.

— ¿Tienen linternas? — pregunta David.

   Puede que ellos que están acostumbrados a la luz les cueste ver en este momento, pero como en las zonas Sin Facción con suerte teníamos agua y comida. Con el tiempo te acostumbras al difícil estilo de vida de "no tener vida" o "no tener un propósito por el cual vivir".

— Yo traigo una — dice Tobias sacando una linterna de su chaqueta.

— Préndela — dice David.

   Cuando el bosque se ilumina con la luz de la linterna de Tobias, algo se mueve entre los arbustos.

— ¿Vieron eso? — pregunta Tobias.

— Parece que alguien está intentando ocultarse de nosotros — dice David.

— Ven — digo lo más dulce que puedo — . No te vamos a hacer nada. Estamos buscando a una amiga.

   Me acerco con cautela. No quiero que se vaya corriendo, pues siento que tiene algo que nos va a servir de mucho.

— Su nombre es Tris. ¿La conoces? — pregunta Tobias. Él está usando la misma táctica que yo.

   Cuando los tres estamos lo suficientemente cerca, Tobias levanta la linterna para poder ver a quien le estamos hablando.

   Un niño rubio con ojos verdes está sentado hecho una bola en el piso. Todo su cuerpo está golpeado y tiene cortes en la cara que no dejan de sangrar.

— ¿Quién eres? — pregunto.

— Yo la conozco. Yo la ayudé. Me alejé por su bien. No podía dejar que me viera enloquecer y sufrir.

— ¿Eres Daniel? — pregunta  Tobias, ahora más claro que nunca.

   Daniel asiente lentamente.

— Yo te conozco — dice David —  . Tu eres el hijo de Rebecca. Ella es mi hermana.

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               Christina

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    George tiene la única linterna del grupo.

   Hemos seguido una línea recta desde el helicóptero hacia el Sur, sin encontrar nada.

   Viajar con Tom y estar a cargo de cuidar a Peter son las dos peores cosas que te pueden mandar a hacer en la vida.

— ¿Cuándo llegamos?—  pregunta Peter.

— ¿No deberíamos devolvernos al helicóptero? — pregunta Tom.

— Tenemos hasta mañana. Vamos a seguir adelante hasta mañana por el medio día — dice George.

   George hace un movimiento rápido con la linterna. Mientras pasaba la luz por nuestra izquierda, pude ver una figura parada entre los árboles.

— ¿Quién está allí? — pregunto. Cargo mi pistola y me coloco lista para disparar.

— ¡Por favor no dispares! — grita la chica — Yo sólo estoy perdida.

— ¿Qué estás haciendo en un bosque tan tarde? — pregunta Tom.

— Escapando.

   La chica sale de entre los árboles. Lleva ropas negras y no puedo ver bien su cara.

   George apunta la linterna a la chica. Esa chica, esa extraña, es mi amiga Tris. Está parada frente a nosotros, viva y sana.

   Pero aún así, no siento que sea mi Tris.

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      Nota de la Autora

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   Yeah cada día más rápidooooo.

   Quería hablarles de unas cosillas:

1) He estado trabajando en una secuela de este libro (si, ya sé como termina. Siempre supe) y quería saber si les gustaría leerlo ^^.

2) Sí, yo se que me dijeron que QUERÍAN que Tobias la encontrara. QUERER. NO EXIGIR.

   Se les quiere y si un meteorito pega en la Tierra tal vez vuelva a tomar mi horario :D.

Divergente ~ ¿Por qué yo? [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora