Una mañana no como todas las demás parecía que Aomine estaba del mejor humor, uno que Kuroko extrañó el principio, puesto que con tan sólo despertar le había llevado el desayuno a la cama, unos huevos fritos, un delicioso jugo de naranja natural y pan tostado con miel. Aomine estaba sonriendo, y eso le hizo recordar a Kuroko al viejo Aomine que le sonreía. tan resplandeciente, esa sonrisa de niño que mostraba los dientes, cerraba los ojos y arrugaba la nariz.
Tampoco sabía la causa de su felicidad, pero fue cuestión de segundos para que se la contagiara, esa vez, y en mucho tiempo, Kuroko sonrió al salir de la cama. Tomaron un baño juntos, y luego, Aomine dijo algo que hizo revolotear el estomago del celeste.
--Quiero ir a un campamento, un picnic, tú y yo, ¿qué te parece?
--Me encantaría, Aomine-kun.
Ese día, Kuroko pensó que era la primera cita en donde no veía ganas de llorar, en donde todo podía salir bien, sólo ellos dos, no habría dolor, no habría un llanto...si no arruinaba las cosas. Porque desde hace mucho tiempo, el llorar se había hecho algo de todos los días, las frases sobre que él era el peor, que ojalá nunca le hubiera conocido, que siempre arruinaba la felicidad de Aomine. Y con el tiempo lo había llegado a creer, eso había hecho a Kuroko un poco temeroso ante sus propias acciones, no quería arruinar la felicidad del moreno, adoraba verlo feliz, adoraba verlo reír, de verdad, ese día recordó que le amaba más que a su propio bien.
Un picnic donde ambos volvieron a ser como antes, Aomine se había recostado entre el pasto y Kuroko no dejó de hacerle cariños, los besos no faltaron, las lindas palabras por parte de ambos, y si ese fuego en el corazón.
--Te amo, Tetsu, lo sabes ¿verdad?
--Lo sé...
--Y tú me amas a mi, ¿verdad?
--Te amo...más de lo que tú podrías imaginar.
Kuroko no estuvo del todo tranquilo a pesar de tener un único momento donde Aomine era bueno con él, siempre midió sus palabras y no miró a ninguna otra persona con temor de que el moreno se enojara dado a los celos, los vendedores ambulantes que habían llegado con él Kuroko no los vio, pues solo bajó la cabeza y dejó que su pareja fuese la que hablara por él. Si bien, cuando Aomine quedó profundamente dormido con la cabeza sobre las piernas del celeste hubo un silencio entre él y el aire, Kuroko acariciaba su frente, miraba que ese ceño fruncido había desaparecido ¿por qué de repente Aomine era así?¿Por qué le hacía revolotear? Esto sólo le hacía pensar que había una oportunidad, que Aomine podía ser bueno con él, que lo podía dejar de lastimar si cambiaba. Más, otro lado suyo, no era el mismo, le amaba si, claro que le amaba, pero no era el único que existía en su mente, porque involuntariamente pensó que...este día hubiera sido mejor estando con Kagami...quizá se hubiera sentido más libre, hasta cosas negativas hubiera podido decir, mostrar sus enojos, sus tristezas.
--Perdón..--Dijo Kuroko a Aomine pese a que nunca sería escuchado. ¡Perdón! Porque ya no era el único en la mente del menor, porque ahora la confusión era mayor conforme a todos sus sentimientos, no sabía si dejar a Aomine como tanto se lo decían, no sabía si hacer lo que le decía kagami porque siempre resultaba herido cuando lo intentaba, no sabía con quien se sentía mejor... ¿Estaba tan mal? Pensar en otro a pesar de estar en la cinta con su verdadera pareja?
Otro día, otra lagrima, de un corazón herido que intentaba amar todavía, de uno que quería liberarse de una jaula.
Desafortunadamente, Aomine tuvo que irse poco después y no pudieron acabar la cita, resultan que hubo un problema en la estación de policías, y él debía ir inmediatamente, por lo tanto debía dejar a Kuroko ahí.
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Como un pájaro.
FanfictionKuroko lleva un año viviendo como pareja de Aomine, sin embargo, como en cualquier relación las cosas no siempre son tan coloridas. Su mejor amigo, Kise, desesperadamente trata de ayudar a su incomprendido amigo Kuroko, trata de hacerlo entender el...