Eres tú

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En los años de Teiko 

Cuando jugaban debajo del techo del gimnasio, Aomine aún recordaba el rechinar de los tenis sobre el suelo encerado, el constante rebote del balón, el tambalear de el aro y el sutil movimiento de la red que dejaba caer el balón de atrás de cada que encestaba. 

El sudor sobre la frente, las pantorrillas doloridas y sobre todo, el increíble latido del corazón en medio de un juego, todo era increíble, todos lo eran. Quizá fue que perdió el propósito el motivo por el cual también perdió la razón, la constante búsqueda de algo que no sabía ni qué aspecto tenía. 

--Hey, Kise, ¿vamos a comer hamburguesas después del entrenamiento?

--Lo siento, Aminecchi, saldré al cine con una amiga

--¿Vamos al cine? sacaron una nueva película de terror, apuesto a que te morirás del miedo.

--Lo siento, ya la vi con una chica hace unos días, ¿por qué no otro día?

--Kise. ¿Por qué no salimos? Dime cuándo estás disponible. 

--Claro Aominecchi, ¿Que tal el fin de semana? 

Los días pasaron, las horas acabaron, y el fin de semana había quedado atrás, junto con un moreno que con el pasar de los días se había dado cuenta que los mutiles rechazos no se debían a la falta de tiempo del rubio, sino de la falta de interés hacia él. Ese maldito bastardo. 

--¡Si no querías ir conmigo a ningún lado bastaba con decirme!

--¡Lo siento! No es nada de eso, lo olvidé, sé que estuvo mal...pero.

--Si no te importo debiste de demostrarlo desde un inicio.

--¿De qué estás hablando? 

Aomine se había abalanzado a Kise aquella vez, le tomó de la cadera, y le besó contra los casilleros de los vestidores, aquel rubio se opuso, apartando al moreno y cuando lo logró, limpió sus labios entre un jadeó. Sin embargo, jamás entendería la mirada que tenía hacia él. Con los dientes apretados, las comisuras de los labios hacia abajo, los ojos brillantes y entrecerrados al igual que el ceño fruncido. ¿Qué mirada era esa? 

--Me gustas. 

--¡Ya basta! ¿Por qué te volviste así? Aominecchi ¿acaso has olvidado el tiempo en Teiko? 

--Por supuesto que no, pero no puedes esperar a que algo del pasado regrese, lo que importa es el futuro y el presente.

--¿Entonces porqué no dejas que Kurokochi se vaya? Le has causado tanto daño.

--¡Y él me ha herido también! ¿Qué acaso eso no importa?¿Acaso no importa lo que yo sienta?

Kise se levantó del suelo, y se detuvo con una de las paredes de su casa. Estaba molesto, pero misma ira lo llevaba ponerse de pie, a darle la cara a ese moreno quien, no se merecía nada nuevo en su vida.

--No eres la victima Aominecchi, nunca lo has sido. 

--Lo siento, Aominecchi, no tenía idea... la verdad es que yo ya amo a alguien más.

Como un pájaro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora