Más cercano a ti.

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--Me alegra que ayudes a Kurokochi a pesar de lo difícil que es que acepte ayuda de alguien--Dijo el rubio una de esas noches, con la bata de baño acabado de bañarse, ofreciendo una taza con café caliente a su compañero, quien, había estado perdido en sus propios pensamientos frente a la mesa hasta sentir su aroma. Kagami volteó a verlo, y no dijo nada, él sentía que no lo estaba ayudando.

--Me lo has pedido tú, Kise. Era algo que quise hacer.--Contestó, pero, ¿de verdad ayudaba a Kuroko? La vez que lo vio tan herido por culpa de su gran y fabulosa idea se sintió tan culpable que hasta quiso alejarse del menor, pero había algo más que no se lo permitió, también pensaba en Momoi, su pequeña historia sin detalles, ¿Aomine era el típico sujeto obsesionado con un terrible pasado? o es que era un verdadero psicopata con buenas razones para serlo.

--Quiero decirte también que, veo a Kurokochi más seguro de si mismo, él tenía miedo de tener nuevos amigos, y siempre los rechazó porque pensaba que acabarían heridos gracias a él.

--Kuroko tiene miedo y lo puedo entender, cuando uno se está solo tanto tiempo se aprende a mantenerse fuerte, las perdidas también nos ayudan.

--Cambiaste mucho tras la muerte de tu hermano, Kagamichi.

--...A veces se necesita una perdida para abrir los ojos.

Kise fue a las espaldas del pelirrojo y empezó a mesajear su cuello, sus hombros, sus brazos. De forma lenta y firme, sin tener mucha fuerza, era como dos veces más lento que el latir del corazón de Kagami, y él, aceptando tal acto cerró los ojos y relajó su cuerpo, ladeó inclusive la cabeza y sacó un suspiro pesado.
--No debes de agobiarte tanto, después de todo lo que has hecho, has vivido, ¿te gustaría relajarte un poco más?

--¿Qué tienes en mente, Kise?

Pero no contestó, Kise se puso frente a Kagami al dar unos pasos y se montó encima de él, con las piernas separadas y pegadas a cada costado de la silla, con la mirada incrustrada en Kagami, Dios...
El pelirrojo estaba perdido, desde el cabello rubio de su compañero que húmedo le escurría por el rostro y por las orejas, desde la piel tersa, la mirada ambar y fija en él como un felino, esa linea del pecho que se ocultaba entre su bata. ¿Por qué estaba haciendo esto?
--¿Por qué lo haces?
--¿No habías querido esto? Lo quiero hacer para relajarte.
--¿No vas a dejar de hablarme si lo hago?
--A este paso, yo no sería capas Kagamichi--Respondió en un tono tan lindo, tan cariñoso, ¿qué se podía hacer en contra del amor por esta persona? El corazón de Kagami le gritaba que si, que lo hicieran, que lo intentara, que esta era una de las pocas oportunidades que iba a tener.
--Quiero hacerlo.
--Házmelo entonces.
--Pero tengo una sola condición.
--¿Y cuál es?

Se encontraban los dos sobre la cama, sobre las sábanas mal acomodadas, y sin palabras, sin piropos, sin nombres, se escuchaba el suspiro de ambos, las tenues voces que excitadas sacaban exhalaciones lentas para conseguir su aire de la misma manera. Desnudos, y aunque fuera de la ventana hubiera frío ambos se sentían calientes. Más aquel pelirrojo, que con cada roce que le hizo al rubio sus palmas ardían, su corazón se aceleraba y su sangre corría más rápido, ¿hace cuanto no sentía esto? Y Kise, quien por petición del otro se había vendado los ojos con una tela negra, dejando su cuerpo a merced, podían hacer lo que quisieran con él, y ya no limpio se encontraba sudoroso tanto por su propio cuerpo como por el de Kagami.

Si tan sólo, si tan sólo Kise tuviera idea de cuan amor tenía Kagami por él, quizá comprendería que todos los favores que le pidiese le diría que si, quizá comprendería las miradas que le daba cuando caminaban juntos por la calle, cuando el viento le despeinaba, cuando le acompañaba a sus cesiones de fotografía se quedaba con la mirada de un borrego, tantas luces sobre un ángel, su sonrisa, tan carismático. "Te amo".

Como un pájaro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora