Walter

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No quería dejar a Patrick solo cuando me pidió volver a casa, pero ciertamente estaba exhausto. Dormí apenas dos horas y me alisté para ir al trabajo. Me propuse a salir temprano para asistir al sepelio del señor Jason.

Patrick me preocupaba. Estaba triste, pero reprimía sus emociones y eso no me gustaba. Todo el tiempo que estuve con él luego de que se enteró de todo estuvo más distante y no quería profundizar en el asunto.

Aquella mañana el sargento Marsh nos mandó a patrullar los parques. Yo trataba de pensar en cómo hacer sentir mejor a mi prometido mientras Gale parloteaba como era habitual. Ni siquiera le prestaba atención, cosa que notó luego de una hora.

—Oye, empiezo a creer que me ignoras —dijo—. La primera media hora, bien, pero la segunda ya se pone personal.

—Lo siento. ¿Qué decías?

—Tu color favorito. ¿Azul?

—Es el verde.

—¿Te encuentras bien? Has estado en las nubes toda la mañana. Ni siquiera te has molestado en callarme o llamarme pervertido.

—Problemas personales —respondí con sequedad.

—¿Por qué no me cuentas sobre ello? Siempre eres tan reservado. ¿Acaso no somos amigos?

—No es eso, es sólo que no quiero inmiscuirte en mis cosas.

—Me gustaría que me inmiscuyeras en todo, bombón —se echa a reír—. Vamos, incluso tal vez podría ayudarte con tu problema.

—No, Gale.

—Ush. Bueno, yo sí tengo un problema. Sé que no me vas a preguntar, pero te lo contaré de todas formas. —Suspiré—. Ayer estuve viendo How I Met Your Mother, y tuve una catarsis al ver a Ted. Pensé: «Mierda, no quiero terminar quedándome con la persona incorrecta por no haber tenido el valor suficiente para declararme a mi verdadero amor».

—¿Adónde quieres llegar?

—A que debo declararme a la persona que me gusta antes de ser viejo y tener dos hijos.

—Eres joven. Tienes tiempo de sobra. Además, no sabía que te gustaba alguien. ¿Quién es? ¿Es mujer u hombre?

Gale sonrió.

—Quien no quiere contarme nada de su vida ahora muestra interés en la mía. ¿Quién es el entrometido ahora?

—Oh, bien, como sea —desvié la mirada—. Igual tengo cosas más importantes en qué pensar.

—No te pongas así, grandulón. Sólo bromeaba. Te lo diré. Pero... es un secreto.

—¿Es alguien del trabajo?

—Así es.

—¿Es Lisa?

—Ven, te lo diré al oído.

—¿Por qué me lo dirás al oído? Estamos solos. Nadie más te oirá.

—Sólo ven, idiota. ¿Quieres saber o no?

Rodé los ojos, y me acerqué tal y como me indicó. Él hizo lo mismo. Sin embargo, me tomó de las mejillas y giró mi rostro. No comprendí lo que sucedía y, como si fuera en cámara lenta, Gale cerró los ojos y me besó. No estaba del todo sorprendido, en realidad, pero no pensé que fuera capaz de hacer algo tan atrevido.

Entonces traté de apartarlo, pero él forcejeó para acercarse de nuevo. Quería más que besarme y eso me molestó.

—¡Suéltame! —le di un puñetazo finalmente y sólo así se detuvo—. ¡¿Qué crees que haces?!

—¿No te gustó? —se limpió la sangre del labio—. Admite que no estuvo tan mal —sonrió.

—¡Estoy comprometido, idiota!

—¿Qué? —agrandó los ojos.

—Me largo de aquí —me bajé de la patrulla ignorando sus llamados y decidí que era momento de volver a casa. Había gente que me miraba y murmuraba. Seguramente nos habían visto, pero decidí no reparar en ello.

Y bueno, Patrick ya les narró lo que pasó después. Malos entendidos y sí, me había golpeado incluso y echado de mi propia casa. Él estaba convencido de que yo era el villano y eso me tenía devastado. Luego de nuestra discusión subí a mi auto sin saber qué hacer y lloré con la cabeza en el volante y un dolor tremendo en la mejilla.

¿Cómo caí más bajo? Pues pidiéndole asilo a papá con la excusa de que mi novio me había echado por un malentendido. Al principio pensó que era una broma, pero al darse cuenta de que no, tuve que soportar su bocota.

—¡¿Cómo que te echó de tu puta casa, Edward?!

Por fortuna —no tanto para mí realmente— y a regañadientes, me dejó quedarme. Estuve más de dos semanas así. Por más que traté de contactarme con Patrick para remediar las cosas, él jamás me permitió acercarme. No se anduvo con rodeos.

Estaba destrozado. No soportaba estar sin él. Lo amaba y no podía permitir que las cosas siguieran así.

Dos enamorados en patrullaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora