Tim

4.2K 649 317
                                    

—¿Qué te parece el plan? —le pregunté a Walter

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Qué te parece el plan? —le pregunté a Walter.

—Ah... luce bien. Pero... ¿es necesario que me exponga a miles de personas?

—Ya veo que no estás dispuesto a recuperar a Patrick a toda costa.

—¡No, no, no! ¡Está bien! Es sólo que... tengo un poco de pánico escénico.

—Nadie te verá, grandulón —reí—. Sólo te escucharán miles; ¡quizá millones!

—¡Eso no ayuda!

Estábamos en mi casa. Aprovechando que mi novia había salido con sus amigas, llamé a Walter para idear el plan que le ayudaría a recuperar a Pat.

—De igual manera —dijo—... gracias por la ayuda.

De hecho, sólo lo ayudaba porque me había chantajeado, pero decidí no volver a mencionarlo.

—Descuida. No estamos cien por ciento seguros de si te perdonará o no. En caso de que no lo haga, pensé en un plan de respaldo: ir a Joey's por un helado. Me gusta el de coco. ¿Cuál es tu sabor favorito?

—¿Qué... opinas tú? ¿Crees que funcione? No creo que Patrick sea tan orgulloso.

—Lo dices porque no lo viste cuando quizo independizarse. —Él se notó desanimado, pero pensé en decirle algo un tanto más alentador:—. Mira, Walt, nada es seguro. No sé cómo piensa Patrick o cómo fue su relación, pero estoy seguro de que te ama. Me dijo que te extrañaba, de hecho.

—¿En serio?

—Sí. Así que creo que tal vez logremos nuestro cometido.

Walter sonrió. No quería que se ilusionara demasiado, en caso de que las cosas no resultaran.

—Oye, necesito que me aclares una duda que tengo desde hace mucho. Aunque creo que la respuesta es obvia.

—¿De qué se trata?

—¿Eres el que penetra a Patrick por el ano?

Los colores se le subieron al rostro. Su reacción me hizo dudar.

—¿Por qué me preguntas esto?

—Vamos, dime, tengo mucha curiosidad.

—Pues... de hecho, nos turnamos. Aunque la mayoría de las veces me toca a mí.

—¡Aguarda! ¡Aguarda! ¡Aguarda! ¿Me estás diciendo que Patrick ha estado dentro de ti?

—¿Por qué haces que todo suene tan asqueroso?

—¿Cómo es posible? ¡Eres enorme! Él tiene cuerpo de bailarina.

—Pues lo hace muy bien, en realidad. No me siento cómodo hablando de mi vida sexual. Háblame de ti. ¿Cómo conociste a Patrick?

—En la primaria. Al principio lo molestaba, como toda típica historia romántica, y por azares del destino somos mejores amigos desde entonces.

—Desde la primaria —elevó ambas cejas—. Vaya. Deben ser como hermanos.

—De hecho, su papá me trataba como a su hijo. Me dolió tanto su partida. Aunque ya me siento mejor, después de haber recibido su Mustang como herencia —sonreí—. ¿Cuándo crees estar listo para llevar a cabo nuestro plan?

—¿Cuándo es la próxima transmisión?

—El lunes a las diez de la mañana.

—Pues hasta entonces.

—Bien. Tienes que pensar bien lo que dirás, amigo. Rómpete la cabeza ideando tu discurso. Sólo tienes una oportunidad, ¿me oíste?

—Sí...

La mañana siguiente, visité a Patrick para persuadirlo.

—¿Qué se supone que habrá de especial? —me preguntó, irritado.

—¡Ya te dije que es una sorpresa! ¡Vamos, viejo!

—Ni siquiera tengo una radio.

—¡Todos los celulares tienen una! ¡Y hasta tu auto tiene una!

Convencerlo no sería problema. Era bueno para persuadir a los demás. Una vez convencí a mi papá de comprarme una bici, acostándome en el suelo, frente al garaje, evitando así que arrancara su vehículo.

—¡De acuerdo! No sé por qué tanto escándalo, pero oiré la tonta transmisión.

—¡Asombroso! Mañana a las diez, ¿bien?

—Sí, sí.

Walter

Mi ánimo subió de manera radical luego de que conociera a Tim. No me agradó tanto al principio, ya que me recordó a Gale, pero era más gracioso y hasta tonto, y no era tan mala persona. Lo mejor de todo fue que buscarlo fue una decisión acertada. Había un rayo de luz esperanzador en medio de la oscuridad en la que estaba hundido. Necesitaba esforzarme al máximo. Mi relación con Patrick dependía de un lápiz, una hoja de papel y mi ingenio.

Pero no se me ocurría nada.

—¿Por qué muerdes ese lápiz? ¿Tienes hambre? Hay pastel en el refrigerador. Aunque ya has engordado bastante últimamente —papá llegó del trabajo y fue directo al sofá en el que estaba sentado para tumbarse en él.

—No tengo hambre —respondí, ceñudo—. Sólo estoy nervioso.

—¿Por qué?

—¿Recuerdas que buscaba a un amigo de Patrick, para que me ayudara a recuperarlo?

—Timothy Ryder, ¿no?

—Sí. Ideamos una especie de plan. Temo que no resulte...

—Hijo, sea lo que sea que hagas, quiero que sepas que cuentas con todo mi apoyo, y espero que todo salga bien —postró su mano en mi hombro.

No me había dicho algo tan lindo en mucho tiempo.

—Gracias, papá —sonreí.

—Además, quiero que te vayas de mi casa —volteó a ver el televisor.

Era muy bello para ser verdad.

Dos enamorados en patrullaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora