Walter

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Jamás me hubiese imaginado que escribir algo para alguien pudiera ser tan complicado. No encontraba las palabras para expresar todo mi cariño y remordimiento.

—¡Qué difícil! —exclamé.

—¿Qué es difícil? —papá se apareció enhorabuena para molestarme. Se alistaba para ir al tribunal—. ¿Ser hetero y terminar la escuela de leyes?

—No te incumbe.

—Entonces deja de hablar solo como un lunático. Y quítate ese lápiz de la boca.

—¿No deberías estar trabajando?

—¿No deberías estar trabajando tú también? —se sentó con brusquedad en el sofá, haciéndome a un lado.

—Te odio —mascullé.

—¿Qué tienes allí? —escudriñó la libreta que sostenía.

—Sólo escribo unas cosas para Patrick...

—Qué cursi —se burló—. ¿No te cansas de humillarte? Si él ya no te quiere, ni modo. Busca a alguien más.

—¡No quiero a alguien más! Quiero a Patrick... —bajé la mirada.

—Eres necio.

—Simplemente estoy enamorado... —desvié la mirada con un leve sonrojo en mis mejillas.

Papá suspiró.

—No tienes remedio. Y ¿qué es lo que has escrito?

—Nada, en realidad. No sé qué escribir.

—Es fácil: sólo recuérdale los buenos momentos que pasaron juntos; eso lo hará doblegarse. Me funcionó con tu madre una vez que se molestó conmigo, antes de que nacieras. Luego aclárale lo mucho que lo amas y lo que sucedió en realidad. Por último, discúlpate aunque no tengas la culpa de nada.

—Gracias, papá —sonreí—. Es el gesto más lindo que has hecho por mí en años.

—Lo sé. Me enferma.

Tim

Faltaban sólo quince minutos para el momento esperado; el que definiría si los tórtolos se quedaban juntos o no.

—¡Trace, ¿Walter no ha venido?! —le pregunté, adentrándome a la cabina de grabación.

—¡No!

—¡¿Qué diablos espera?! ¡Se supone que todo esto es por él!

—Lo llamaré en seguida.

Trace guardó su celular de nuevo cuando la puerta se abrió de golpe y Walter, agitado y bañado en sudor, entró al estudio.

—¡Ya vine! Lamento la tardanza, mi auto se averió y tuve que correr unas quince cuadras...

—Sólo falta que te orine un perro —dije—. ¿Ya sabes qué vas a decir? Recuerda que es tu única oportunidad.

—Sí, ya sé... Estoy nervioso.

—Descuida, viejo, verás que todo resultará bien. Mi segundo nombre es seguridad.

Dos enamorados en patrullaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora