18.

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Corrí escaleras abajo, soltando pequeñas risas en el trayecto.

Hace unos meses había visto en una película a una niña que iba a la sala de su casa un veinticinco de diciembre y encontraba un árbol muy lindo y grande, con bastantes luces y regalos increíbles debajo de éste.

Estuve esperando por meses para bajar las escaleras y encontrarme con eso.

Llegue a la sala y observé todo el lugar, mi mirada estudiando cada pequeño espacio.

Todo seguía normal, los muebles bien acomodados, ningún rastro de algo interesante en ningún lugar, tampoco árboles de Navidad o regalos.

Hice puchero.

Estuve meses soñando y esperando un simple árbol de Navidad con un par de regalos, pero no los encontré.

Mis ojos se llenaron de lágrimas sin mi consentimiento.

Mi padre me había dicho que llorar no es de hombres y a pesar de que solo tenía cinco años siempre me obligaba a no llorar, pero en estos momentos todas mis ilusiones estaban en el suelo.

Algo tonto para muchos se convirtió rápidamente en mi infierno personal.

Comence a sollozar sin poder controlarme.

Me sentía tan desilusionado y triste, esperaba que no fuera veinticuatro aún — que me haya equivocado de fecha, esperaba que el árbol estuviese en​ la cocina, pero no, nada de eso fue lo que pasó.

Mi mamá bajó las escaleras rápidamente, aún adormilada— ¿Qué pasa, pequeño? ¿Está todo bien?— me interrogó preocupada.

Negué con la cabeza​, corriendo a sus brazos.

Uno de los pocos lugares en donde me sentía seguro era en los brazos de mi mamá; si tenía frío me daban calor, si tenía miedo me hacía sentir seguro, si mi papá me golpeaba ella me protegía, así funcionaba.

-Está bien, pequeño. Cuéntame qué paso- pidió secando mis lágrimas, sonriéndome tranquilamente y logrando calmarme un poco, como solo una madre sabe hacerlo.

-Yo quería un árbol, ¡pero el árbol no está!- solloce.

-¿Árbol?- alzó las cejas.

Asentí, luchando por secarme la lágrimas.

Escuche unos pasos venir desde el piso de arriba, escaleras abajo.

Abrí los ojos muy grandes, realmente asustado.

Probablemente mi cara palideció, no lo sé, pero sé que el temor me inundó, reflejándose en mi corazón con latidos acelerados.

Mi papá no era un villano o algo así, era un hombre muy grande con lentes y una risa contagiosa pero habían ciertos temas que lo volvían alguien malo.

No le gustaba algo sobre niños besando a otros niños, tampoco niños actuando como niñas, y para él llorar es algo de niñas.

—¿Alguien está llorando?— escuche su voz dede arriba.

Me estremecí completamente, su voz grave inundando mis oídos. Mire a mi mamá en busca de ayuda, pero ella no hizo más que suspirar.

Lo que pasó después... Realmente no me agrada recordarlo.

Golpes, patadas, insultos... Probablemente la peor navidad de todas.

Quería enojarme, pero no sabía con quién.

rockabye »ziamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora