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-No quiero despertar- susurré amargado.

Mi madre se cruzó de brazos- Ya estás despierto, levántate.

Suspiré y rodé los ojos, ¿qué tan necesario es ir al colegio? Realmente la mitad de las cosas que me dieron hace menos de un año ya se me olvidaron, y es frustrante saber que me estoy esforzando para aprender cosas que también olvidaré.

Me senté en la cama. Bien, al menos mi mamá sacó la ropa del closet.

Fui al baño de mi cuarto, hice esas cosas que a nadie le importan y luego volví para comenzar a vestirme.

Un nuevo año de colegio, ya estoy en sexto grado, un nuevo inicio, de nuevo se volverá parte de mi rutina escuchar a la directora en las mañanas, diciendo idioteces que a nadie le importan, pero que todos escuchamos por alguna razón.

Ahora todos los días veré de nuevo a las niñas que se quieren sentar a mi lado siempre, y que cuando me saludan me dan besos en la mejilla que me molestan, siempre me limpio la baba que me dejan. Creo que le gustó a las niñas, aunque no me sorprendería, soy muy lindo, la verdad, ¿para qué negarlo? Aunque ellas no me gustan, si fuera por mí ellas andarán detrás de otros niños.

Salí de mi cuarto y baje las escaleras.

Ellas siempre me quieren besar en los labios, pero a mi no me gusta eso, preferiría mil veces besar a mi mejor amigo que a esas chicas.

Mi mamá me dió mi bolso con todos los útiles adentro, supongo que por ser el primer día me hizo el bolso, mi cerebro funciona muy poco en las mañanas, así que se lo agradezco.

Salimos de mi casa y nos montamos en el carro, mi mamá prendió la radio y comenzó a escuchar música, mientras yo solo miro por la ventana.

Aunque, si hay algo bueno de volver al colegio, definitivamente es mi mejor amigo, extraño a ese chico, con él siempre jugamos, nos perseguimos en el recreo y hacemos peleas de agua que terminan en la oficina de la directora, aunque éso no me importa para nada.

Tiene ojos azules, cabello castaño de lado y es más bajito que yo, es muy lindo. Se llama Louis, lo conocí en primer grado, ya hace cinco... O seis años, no sé, no quiero contar en éstos momentos.

Al no vivir tan lejos de mi casa suelo llegar rápido, lo cual supongo que no es malo porque me puedo despertar más tarde pero, Dios mío, odio que en la mañana, cuando más ganas de pensar tengo, tenga que llegar tan rápido a la jaula de niños gritones.

-¿Quieres que me baje a acompañarte?- preguntó mi madre volteando la cabeza para verme.

Negué con la cabeza, abriendo la puerta mientras me cuelgo el bolso del hombro- Adiós.

-Que te vaya bien, mi niño, te amo- dijo antes de que yo cerrará la puerta.

Camine hasta la entrada del colegio y fue poner un pie adentro para que los gritos sean demasiado para mi. Voltee la cabeza para ver si hay esperanzas de que mi madre siga ahí y decirle que me siento mal para poder volver a casa, pero no.

Suspiré y me rendí, comencé a caminar a través de los pasillos del edificio de primaria. Mi colegio es grande, tiene dos edificios, el de primaria y al que todos los niños de primaria, menos yo, quieren ir: el de secundaria. Realmente me da bastante igual ser de de secundaria, ¿mucha más tarea, muchos más profesores y muchas mas malas notas a cambio de creerte grande?, no, gracias.

Subí las escaleras solitarias dejando atrás los gritos y conversaciones idiotas, se supone que no debemos subir hasta que la directora nos dé un sermón idiota, no suelo meterme en problemas al menos que sea por culpa de Louis pero realmente no me apetece vivir, mucho menos vivir rodeado de todos esos gritos y profesoras regañonas.

rockabye »ziamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora