Nota:
Lo siento, lo siento, lo siento, y lo vuelvo a sentir. Se que he tardado una eternidad en subir un capitulo, pero tengo mis razones, y no son inventadas:
1-Tengo demasiada tarea (malditos profesores)
2-Y estoy mal emocionalmente, por lo que no puedo poner atención a lo que escribo.
Y yo se que como buenas personas que son, por lo que los amo pequeños, me perdonarán que me haya tardado mil años, ¿verdad? Si son fieles a la escritora de TWDS2 me comprenderán (?)
Ok, los invito a pasarse a mis otras historias de Ross Lynch, están en mi perfil. Sería genial que se pasen y me cuenten que tal les pareció ;)
Gracias por los ya 50 seguidores, los amo. En serio.
Bueno, mejor los dejo de molestar, porque seguramente se están hartando de mi. Y... ya los dejo con el cap :) Voten y comenten.
Al abrir los ojos con pereza y lentitud, suspiré de alivio. Estaba, afortunadamente, con vida, algo que no creía posible después de la noche anterior. Y aunque me encontraba completamente mojada y a punto de padecer gripe, no me quejaba. Algo que había aprendido desde hacía meses, pues tenia que agradecer que aún conservaba mi vida.
Me incorporé lentamente, buscando mi mochila con la mirada, hasta que la encontré a unos metros de distancia de mi. Caminé lentamente hacía ella, y busqué en su interior un abrigo. Mi expresión fue épica cuando noté que estaba totalmente mojado. Maldije entre dientes, y me la colgué al hombro, comenzando a caminar nuevamente,
¿Donde estaban Ross y Max? Eso trataba de averiguar. Estaba preocupada, lo admitía, no sabía que suerte habían corrido, o si todavía seguían vivos. Pero, necesitaba que lo estuviesen, eran mi familia, la única que me quedaba. No podía perderlos. Primero mis padres, Theo, Duck, Alice, Ben, luego Nati, ¿y ahora ellos? No, no, y absolutamente no. Me negaba a creer que habían corrido la mala fortuna de ser mordidos por caminantes.
Aunque, debía admitir que mantener los pensamientos positivos, no era mi fuerte. No lo había sido desde que el apocalipsis comenzó y perdí completamente el contacto con mis padres. De todas maneras, debía mantenerme fuerte, y si no los encontraba, llegar a Wellington o encontrar a un grupo de confianza en el camino. Si, eso es lo que ellos hubieran hecho, creo.
Llevaba un buen rato vagando por ahí, cuando logré ver entrar en un poco iluminado bosque. Suspire profundamente, mientras me disponía a avanzar. ¿Que podría salir mal? No creía poder tener tanta mala suerte. Además, cabía la posibilidad de que Max y Ross se encontraran ahí, por lo que seguí avanzando, sin temor, o eso aparentaba.
No sabía con exactitud cuanto tiempo llevaba en ese sombrío lugar, perdida en mis pensamientos, cuando escuché ruidos, por lo que mi corazón comenzó a latir rápidamente y mi respiración se aceleró considerablemente. Para colmo, mi arma se había perdido, y por lo tanto no tenía con que defenderme, y solo me quedaría correr.
Fui acercandome lentamente hacía el lugar proveniente del ruido. Algo estúpido de mi parte, pero tenía que averiguar si se trataba de un caminante u otra cosa.
Pero, no era un caminante, ni un sobreviviente...
¡Era un perro!
Suspiré de alivio, sonreí, y me acerqué lentamente a él. Estaba muy delgado, aunque todavía podía mantenerse en pie. Su collar me indicaba que se llamaba Sam.
—Hola, amigo. ¿Que haces aquí?—quise saber, pero sabía que no me contestaría. Me gruñó, y por lo tanto di un paso atrás.—tranquilo, chico, tranquilo.—de pronto, él comenzó a avanzar rápidamente hacía un lugar en especial. Por lo que fruncí el entrecejo, y por las dudas lo seguí, algo intrigada.
Habíamos llegado a una especie de campamento abandonado. Y mi estómago gruñó, en señal de que tenía hambre, razón por la cual tenía que encontrar comida, antes de que me debilitara lo suficiente como para ser capaz de seguir avanzando por mi cuenta. Comencé a buscar en todos lugares, pero solo había basura, y latas vacías. Para colmo, tenía algo de miedo, pues no poseía nada con que defenderme si me encontraba con algún caminante.
De pronto, Sam comenzó a ladrarle a algo en especial, por lo que me acerqué encontrandome con un infectado atado en un árbol y con una navaja clavada en el brazo, El perro no paraba de ladrar, y eso me ponía de los nervios, pues el ruido atraería a los caminantes. Y obviamente, eso no era bueno.
—Tranquilo, amigo. No puede hacernos daño, somos más inteligentes y rápidos que él. Que todos ellos en realidad—le expliqué, recordando las palabras de mi mejor amiga, Nati. Suspiré con algo de tristeza ante su recuerdo, tomé una pesada rama que había en el suelo, y con ella golpeé la cabeza del caminante. Una, y otra, y otra, y otra vez, hasta que ya no pudo moverse. Entonces, pude tomar la pequeña navaja. Súper, ya tenía algo con que defenderme.
Reanudé mi tarea de buscar comida, y revisé el único lugar en donde no había buscado todavía: un bote de basura. En el cual, afortunadamente, pude encontrar una lata de comida, por lo que sonreí victoriosa. Me senté en el suelo, y con la navaja, la abrí, encontrandome con que estaba en buen estado por lo que era comestible.
Estaba a punto de probar el alimento, cuando miré a Sam, y le di un poco. Gracias a él había podido encontrar el campamento abandonado, y poder coseguir comida y un arma, Pero, cuando noté que sus intenciones eran comerse todo, intenté quitarle la lata, por lo que se lanzó sobre mi, seguramente. Mordió fuertemente mi brazo, mientras que yo intentaba quitarmelo de encima, pues podría matarme.
En ese momento, salió, y alzó la cabeza, quizás había oído algo, por lo que se fue, dejandome con un dolor insoportable y con una pérdida de sangre inmensa, pero no lo suficiente como para morir, afortunadamente.
—Joder.—maldije entre dientes, mientras me incorporaba lentamente. Como pude, tomé mis pertenencias, la navaja, y con mi brazo lastimado y adolorido, salí de ese campamento.
Caminar me resultaba una tarea realmente agotadora, pero no podía detenerme, a pesar de que gracias a la sangre que salía de mi brazo, me iba debilitando poco a poco. Mi vista se nublaba. Y cuando pensé que iba a caer, gruñidos y gemidos detrás de mi, me dieron el suficiente miedo como para seguir avanzando.
De pronto, caí al suelo, completamente agotada, boca arriba, y un caminante se lanzó sobre mi, intentando morderme. Cosa que no permití, no me iría de éste mundo sin luchar antes por mi vida.
Sin embargo, el infectado poseía más fuerzas que yo en ese momento. Y sabía que tarde o temprano, mis fuerzas se agotarían debido a la pérdida de sangre, y me terminaría matando. Pero, antes de que eso pasara, comencé a recordar todos los buenos momentos que había vivido en mi vida. Mis padres, mis amigos, todo.
Cuando finalmente mis fuerzas se acabaron, una flecha atravezó la putrefacta cabeza del caminante, derramando sangre sobre mi. Luego, oí rápidas pisadas. Y eso fue lo último que pude ver y escuchar antes de caer desmayada.