Nota:
¡Hola! La verdad es que me impresionaron sus expresiones en el anterior capítulo. Me he morido de la risa. No me maten, ¿ok? Bien, aquí su nuevo capítulo de la semana. Que les guste.
Bueno, quiero preguntarles algo : ¿que dirían si les dijera que alguien más está vivo? ¿Que dirían? Ésta vez no les daré pistas sobre quién puede ser, porque soy muy malota, okno.
No se olviden de comentar y votar. Gracias. Los quiero, chicos y chicas.
Estaba en shock. No podía creerlo.
Era ella, era ella. Con el cabello más largo, por la cintura y atado en una coleta. Algo más alta, pues ya debía de tener 18 o 19 años. Y cargando una escopeta en sus manos.
Hice un esfuerzo y miré a Max y a Ross. Ellos estaban pálidos, y podría asegurar que yo también lo estaba. Algo me decía que no saldrían del shock en un largo tiempo.
Nuevamente volteé hacía ella, quién sonreía de felicidad. Soltó el arma, y corrió a abrazarme. No se como hice por la impresión, pero le devolví el abrazo con fuerza.
Había vuelto.
Al separarnos, ella se inclinó hasta quedar a mi altura, como hacía antes para decirme algo muy serio.
—Estás viva. ¿Como es posible? Tu habías muerto, vi tu mordida. Ese caminante te había mordido. Y tu... te sentías mal. ¿Lo recuerdas? —pregunté rápidamente. Ella bajó la cabeza, pero luego de unos segundos volvió a subirla, para mirarme a los ojos.
—Ya te lo contaré. Aunque quizás no me creas al principio. —prometió. Luego, miró por encima de mi hombro, enfocando su mirada en Max y Ross. Se incorporó, y fue a abrazarlos.
—¿Así que ella es Clementine? La niña de la que tanto nos hablaste. —afirmó la mujer del grupo de Nati, mirandome. Ella se separó de mis amigos.
—Si, ella es. Pensé que jamás volveríamos a encontrarnos. Pero, aquí estamos. —comentó Nati con una pequeña sonrisa. Fue en ese momento, que se dio cuenta del resto de nuestro grupo, y los miró con algo de desconfianza. Sin embargo, no dijo nada.
—Es igual a como la describías. —comentó el otro compañero de mi amiga.
—Lo sé, lo se. Ok, ellos son Sarita y Walter, mis compañeros. Aunque todavía falta que uno llegue. No se si lo habrán visto rondando por el puente. Se llama Matthew. —dijo Nati, algo preocupada. Enseguida mi mirada conectó con la de Luke.
Estábamos bien jodidos.
Nick había matado a Matthew en el puente.
Joder. Pero, mientras no se enteraran de nada, ni habría por lo que preocuparse.
—Bien. Creo que será mejor que entremos, está comenzando a nevar, y no sé ustedes, pero yo muero de frío. —avisó mi mejor amiga. Era verdad, ya comenzaba a nevar.
Ella se dirigió a la puerta principal del centro de esquí y la abrió. Luego, todos entramos.
El interior era hermoso, y estaba decorado para Navidad. Me recordaba vagamente a cuándo yo ayudaba a mis padres a decorar el árbol y la casa. Que hermosos recuerdos.
Antes de dejarnos pasar más al interior. Nati se colocó frente a nosotros, en señal de que debíamos parar.
—Dejen las armas, por favor. No queremos malentendidos y que se nos vayan de las manos. Como le pasó a Theo. —recordó. Se refería a cuándo Lucía había matado a ese chico por pensar que nos había robado suministros.
—¿Por que debemos dejarlas? —preguntó Luke desafiante. Y Max, quién aún no se creía su vuelta, se acercó a él, y puso una mano sobre su hombro.
—No creo que quieras desafiarla. Cuándo se enoja, sálvese quién pueda. —comentó, y dejó su arma a un lado, al igual que Ross. Poco a poco todos fueron dejando sus armas. Hasta yo misma. Nati sonrió.
—Genial, creo que ustedes deberían presentarse. Ya que nosotros ya lo hicimos. —propuso. Luke, de mala gana, decidió presentar al resto del grupo.
—Yo soy Luke. Ella es Ally, él es Carlos, su padre. Él es Nick, un amigo. Ella es Rebecca y él su esposo, Alvin. —presentó simplemente.
—Súper, un gusto conocerlos. Ross, Max, Clementine, quiero hablar con ustedes. Los demás, pónganse cómodos o ayuden a Walter a preparar la cena. Siéntanse como en casa. —Nati nos dirigió a un rincón del centro de esquí, dónde había unos cuántos sillones, y una reconfortante chimenea. Nos sentamos, como ella indicó.
—¿Como es posible... que sigas viva? Pensé que habías muerto. No sabes todo lo que sufrí. —comentó Max con una sonrisa de oreja a oreja.
¡Lo sabía! Él seguía enamorado de ella. Y por lo que veía, Ross también.
—Ok, lo que voy a decirles, probablemente no se lo crean. —avisó ella seriamente. Era la primera vez que la veía tan seria y madura. Nos miró a todos una vez, y luego confesó —: soy inmune.
—¿Inmune a que? —preguntó Ross confundido.
—Inmune a ellos. A los caminantes. No me he convertido en dos años, dos putos años. Su mordida no hace efecto en mi. Miren. —se subió la manga de su camiseta, y nos mostró su mordida. La que le habían hecho dos años atrás. Estaba cicatrizada, se veía, si, pero como una herida cicatrizada.
—Joder. —susurré impresionada. Ella se bajó la manga, ocultandola.
—Obviamente si un grupo de ellos me atrapan y me descuartizan, no sobreviviré. Pero, seguramente no podría convertirme en uno de ellos. —comentó.
—Eso es sorprendente, Nati. Realmente impresionante. ¿Tiene algo que ver con el tipo de la sangre? —preguntó Max impresionado. Ella miró el techo de forma pensativa.
—La verdad, es que no tengo la menor idea, Max. Ni puta idea de que tipo de sangre tengo. Así que... —Era demasiado genial. Era incapaz de convertirse.
—No sabes cuánto te hemos extrañado. —soltó Ross de repente, sonrojandose un poco. Ella rió ante eso, y bajó la cabeza.
—Yo también. No podía ir a buscarlos, me sentía débil, ¿saben? Pero, todavía conservaba el hacha con el que hice paso a través de la horda. Eran miles. No pude seguirles el paso, tenía que esperar a que me convirtiera, y no pasó. Los busqué por mucho tiempo, pero no logré encontrarlos. —recordó.
—¿Y... donde estuviste? —quise saber con curiosidad. Ella suspiró.
—Inicié mi caminata hasta las montañas. Por el camino me encontré a Walter, Sarita y Matthew, quiénes se dirigían también al mismi destino que yo. Luego de duros meses, logramos llegar a éste centro de esquí. —finalizó simplemente.
—Nosotros también hemos tenido meses duros. La comida escaseaba, los caminantes parecían ser cada vez más, y le dispararon a Max. —conté. Nati miró inmediatamente a Max, preocupada.
—Estoy bien, estoy bien. —se apresuró a decir. Y ella suspiró aliviada.
—¿Como pasó eso? —preguntó intrigada.
—Pues... yo me encontraba en un baño, dejé mis cosas sobre el lavabo, y sin querer golpeé la única botella de agua que tenia, la cual se fue rodando por debajo de uno de los cubículos. Fui a agarrarlos, cuándo alguien entró en el lugar, cerré la puerta, y pude ver a esa mujer revisando mis cosas. Tomó mi arma, y luego me apuntó con ella. Pude notar a Max, quién iba acercándose poco a poco, mientras yo trataba de razonar con la mujer. Pero, ella se dio cuenta de la presencia de él, por lo que le disparó. Segundos después, Ross acabó con ella. —conté.
—Nunca te encierres. —recomendó Nati. Y asentí, tratando de no olvidar ese consejo.
—Todavía no puedo creer que estés aquí. —comentó Max, pasados unos segundos.
—Yo tampoco puedo creer que volvamos encontrarnos. Es cosa del destino. Quiero que me cuenten todo lo que han tenido que pasar. —ordenó ella.
—Pues, ponte cómoda, estaremos aquí un buen rato. —respondió Ross.