Llamada // Narrada.

36.2K 2.6K 4.1K
                                    

Draco: Hola...

X: Hey.

Draco: ¿Estás molesto?

X: No. Estaba preocupado.

Draco: Ya veo.

X: ¿Estás en casa?

Draco: Sí, aquí Pansy es la que trabaja.

X: Bien, contesta.

                 •••

El celular comenzó a chillar en su mano, sobresaltando su corazón de inmediato. El número desconocido se alzaba amenazante en su pantalla y sus manos temblaron al apretar el botón verde.

Se colocó el teléfono al oído y habló.

—¿Hola?
—Vaya, tu voz sí que ha cambiado mucho en este tiempo.
—¿Tú crees? No lo noto.
—Claro que sí, gatito. — El extraño usó un tono burlón para comentar el sobrenombre que le había puesto, provocando que el pálido chico repentinamente se tornara rojo.
Pero definitivamente iba a jugar.

—Mh... He estado aburrido todo el día, daddy.

—Entonces hay que entretener al gatito.

—¿Lo harás?

Se escuchó una risa leve desde el otro lado de la línea.

—Me gusta lo juguetón que te pones. Creo que te llamaré más seguido.

—Mnh, purrrrrr. — Imitaba un ronroneo mientras una sonrisa se instalaba en sus labios.

—Te vas a meter en problemas. Aquí alguien está sobre reaccionando.

—¿Sí? Mnh, que bien.

—Gatito.

—¿Sí, daddy?

—Tócate para mí, bonito.

Draco podía sentir su piel arder, pero el juego que estaba comenzando le encantaba, le recorría la piel en un escalofrío agradable.
Sin siquiera pensarlo, su mano bajó hasta su entrepierna, que ya había tomado forma.

—¿Y papi se tocará para mí?
—Tú eres el que va a seguir mis órdenes. — Ante el tono demandante del ajeno, jadeó. — Oh... Te gusta que sea duro contigo, ¿No, bebé?

—Ajám... Mucho.
—Quiero que te quites los pantalones, cariño.

Se escuchó el jaleo que el rubio armó sólo para quitarse la prenda inferior, quedando en bóxers.

—Listo.
—¿Listo qué?
—Listo, papi.
—Bien, todavía tienes la ropa interior puesta, ¿Cierto?
—Sí, papi.
—Quiero que te toques, por sobre la tela. Acaricia lento, suave. — El tono que el adverso empleaba le calentaba de sobremanera, era mucho más excitante de lo que creía.
Decidió acatar las órdenes, soltando un jadeo apenas rozó la punta con su dedo por sobre la tela del bóxer.

—Toca bebé... Gime para papi.
—M-mnh... A-a-ah...

Draco temblaba cuando su mano acariciaba su propio falo sobre la tela, eso lo desesperaba.

—P-papi... Mierda...
—Esa boca, gatito. Si estuviera ahí, te castigaría.

La simple idea hizo a Draco gemir alto, cerrando sus ojos y tirando la cabeza hacia atrás, quería imaginarlo.

—¿C-cómo me castigarías?
—Ugh, te agarraría de una manera, gatito. Te marcaría por completo, y las marcas de mis manos en tu trasero...
—A-ahh... ¿Mme darías nalgadas, papi?
—Definitivamente, precioso. Te haría gritar de todas las formas posibles.

El rubio sentía su estómago subir y bajar de una forma agradable, le gustaba lo que estaba escuchando, y mucho más lo que estaba sintiendo.

—Ahora, baja tu ropa interior, lentamente.

Aún con los ojos cerrados acataba todas sus órdenes, imaginando cómo sería tenerlo allí.
El único problema era que, podía imaginárselo solo como su amor platónico de la infancia.

Al único hombre que podía imaginarse tocándolo era a aquel que le tenía loco desde primer año. El maldito Harry Potter.
El único problema era que eso lo hacía sentir aún más excitado.

Potter cayendo ante sus redes, mimándolo... Follándolo.

Comenzó a masturbarse lentamente, y los gemidos salían solos por sus labios.

—A-ahh... Ah...
—¿Se siente bien, gatito?
—S-síiii... Ow... Mngh...

La mayoría de las veces que se masturbaba intentaba mantener la compostura y la calma, junto con el silencio, pero ahora todo se había ido a la mierda.
Teniendo al chico desconocido al otro lado de la línea, insitándolo a gemir.
Le provocaban ganas de gritar.

—P-papi... Realmente te quiero aquí, tocándome....
—Oh-h... Dios, bebé... — La voz del chico le hizo saber inmediatamente que él también se estaba masturbando.

—Paaaaaapi...
—Dilo, vamos... Gime para mí, más...
—Papipapipapi... ¡M-mmmngh! Ah...
—Vas... Vas a lamer tus dedos, bebé... — Sabía lo que se venía, y hace mucho, mucho tiempo que no se tocaba ahí.
Pero no le importó.
Soltó su miembro y se acomodó, abriendo sus piernas, mientras su lengua se dedicaba a salivar cada uno de sus dedos.

—Quiero... Quiero que te penetres con tus dedos, gatito.

Y faltó sólo que lo dijera para llevar el primer dedo a tantear su entrada. Su boca estaba entreabierta jadeando locamente.
Cuando el primer dedo entró, jadeó quejosamente.

—Grñññ... Uh...
—Gatito... Ummm...
—Pa-papi... Estoy muy apretado... Muy apretado para ti.
—M-mierda... Vamos, sigue hablando...
—Aaaaah... ¡Mnh! Apenas dos dedos y... Oh, tu polla se sentiría magnífica aquí.
—No sabes cuánto lo estoy deseando.

Los ojos verdes vinieron a su cabeza, y Draco mordió su labial inferior con fuerza, imaginándose el rostro de aquel maldito gimiendo su nombre. Sería lo mejor de la vida. Si tan solo fuera él.

—¡Papi! Necesito... Necesito que toques más adentro, Ugh... Quiero más... Quiero mucho más...
—¿Me quieres todo bebé? ¿Quieres que te llene? ¿Mnh?
—Lléname, ngh... Aah... tu gatito necesita leche, y no se la estás dando.
—Quiero tenerte, Dios.  
—Entonces ven... Por favor...

Draco estaba desesperado, nunca nada lo había excitado tanto como aquello, estaba entrando en un estado completamente desesperado. Sus caderas comenzaron a moverse solas buscando contacto.

—Sabes que no puedo, gatito...
—E-Esto es injusto, ¿Por qué no me dices quién eres? Te quiero aquí, por favor... U-Ugh... P-por favor...
—No, no bebé. No aún.
—Me voy a correr.
—No quiero que te corras aún.
—Y yo te quiero aquí, pero no todo se puede, papi.

Los gemidos se hicieron presentes en ambas partes de las líneas y no faltó mucho para que se corrieran cada uno por su lado.
No hablaron por un buen rato hasta que el desconocido rompió el silencio.

—¿Gatito?
—Hmph.
—Estás molesto.
—Mh.
—Draco...
—¿Sí, desconocido?
—Uh. Vale, mejor te hablo luego.
—Bien.

Y aún cuando ambos se quedaron en silencio, ninguno cortó.

—Ajá.
—Sí.
—Gatito, por favor.
—No.
—Está bien, mierda. Me hablas cuando quieras.

Draco ni siquiera alcanzó a despedirse cuando la llamada se cortó, dejándolo con las palabras en la boca.

Acomodó sus ropas y se quedó tirado allí, en el sofá.

Textos calientes. // DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora