Textos calientes. // Drarry

Again.

¿Cómo habían pasado de un simple tímido saludo a una ardiente sesión de besos apegados a la pared?
La blanca piel del rubio platinado estaba totalmente roja, y apegada a la piel del moreno, al igual que sus labios.

El cuello del pálido chico estaba amorotonado debido a los chupetones que había dejado Harry en él. Y Draco definitivamente había accedido a eso, aún cuando probablemente luego se arrepentiría.
En ese instante era como si solamente ellos existieran, sólo eran chicos... Chicos apasionados, calientes y muy excitados.

Las manos de Harry acariciaban descaradamente sin pudor alguno bajo la camiseta del chico, mientras que el adverso no podía evitar desordenar más su cabello.
Pero entonces hubo un sonido.

Era afuera.
El sonido de las llaves cayéndose, y la voz de Pansy soltando una maldición.

Ambos se quedaron petrificados en ese instante, y lo único que siguió fue a Draco jalando a Harry hacia su habitación, para luego cerrar la puerta de la misma tras ellos.
El rubio estaba intentando controlar su respiración, al igual que su acompañante, pero ninguno hacía ni un sólo sonido.

La llamada de la voz femenina de su mejor amiga irrumpió el silencio.

—¡Draco, llegué!

Pero Harry estaba comiéndole la boca, y él no sería el que rompiera aquella conexión.

—¿Draco? ... Mh, raro.

Finalmente Pansy se dio por vencida, no era raro que a veces Draco saliera a dar paseos o fuera a comprar algunos de sus antojos extraños del mundo muggle, así que lo dejó pasar. Si tan sólo supiera lo que pasaba a unos metros de allí, tras aquella puerta cerrada.

Draco mordía su labial inferior ante el tacto de los labiales del moreno contra sus clavículas.

—Dime, Malfoy... ¿Las paredes son delgadas aquí? — La voz del chico de ojos verdes salió en un susurro.

—¿A...ah? Oh, no, ni de broma.
—¿No crees poder controlarte?

Harry mordía y succionaba la piel pálida del chico, el cual ni siquiera se tomó el tiempo de abrir los ojos.

—No voy... No voy a tener sexo contigo con Pansy en el living, Potter.
—¿No?
—No...
—¿Y quién va a detenerme? — Al terminar dicha oración, el ápice de su lengua se deslizó, ascendiendo hasta el hueso de su mandíbula, donde continuó con sus acciones.

—O-oh...
—No te veo con ninguna intención de detenerme, ¿O me equivoco, gatito?

Una sonrisa lasciva se formó en los labios de Harry cuando un jadeo ruidoso escapó de los del rubio, quien rápidamente se cubrió la boca con la palma de la mano.

—Te gusta que te llame así.

Draco negó repetidamente con la cabeza, con el rostro teñido en rojo. Su mirada recorría el otro extremo de la habitación, sin dedicarle ni un vistazo al chico.

—¿Quieres que me vaya? Porque puedo salir por esta puerta... — Harry se acercó a la manija de la puerta.
Ni siquiera alcanzó a tocarla cuando un "no" salió fuerte de los labios del de grises ojos y unas manos tomaron las ajenas.

De repente, la voz femenina atacó de nuevo, llamando a Draco.
Esta vez Draco se sintió perdido, no veía ninguna forma de esconderse.