Encuentro. // Mensaje, narración.

30K 2.2K 1.5K
                                    

X: Acabo de salir. ¿Estás en casa?

Draco: Sísísísí.

X: Voy a cubrirte los ojos.

Draco: ¿Qué? ¿VAS A VENIR?

X: Sólo si prometes cubrirte los ojos.

Draco: PERO, ¿EN SERIO VENDRÁS?

X: Y tienes que usar lo que te mandé.

Draco: Pero, entonces no podré ver tu expresión, eso es injusto.

X: La vida no es justa, bebé. Es una cosa o la otra.

Draco: Bien, sí. Acepto.

                 •••

Habían tenido una breve llamada de teléfono, donde Draco le había explicado donde vivía, y en que piso quedaba su apartamento.

El rubio caminaba nerviosamente a través de la habitación. No podía evitar sonreír y sentirse extremadamente nervioso. Las cosquillas recorrían su cuerpo completo.

Finalmente lo tendría frente a él. Y aunque no le vería, de todas formas saciaría sus ganas desde que había comenzado a hablar con él.
Sabía perfectamente que el desconocido tampoco había aguantado más. Lo cual le hacía sentir muy bien, porque significaba que lo deseaba.
Era mutuo.

Pasaron tal vez 15 o 20 minutos, pero Draco los sentía malditamente eternos.
Su cabeza retumbó cuando sonó el timbre del lugar.
Tragó saliva y sonrió.
Entonces su teléfono celular sonó.

—Estás... Estás afuera. Oh, mierda, no puedo creerlo.
—Quiero que abras, pero cierra los ojos.
—¿Y si no lo hago?
—Entonces me iré.
—¿Serías capaz, papi?
—Rayos, no lo sé.
—Voy a... Uf... Voy a abrir la puerta.

Cortó la llamada y se dirigió hacia la puerta de madera pintada de blanco.
Su mano se posó sobre la manija de la puerta y aguantó el aire.

Cerró los ojos con fuerza y giró su mano, abriendo la puerta. Odio no haber tenido una mirilla en la puerta en ese momento.

Abrió la puerta y sintió la presencia frente a él, pudo sentir la tela rodear sus ojos, y la voz que ya tanto conocía.

—Gatito. — Y el rubio no pudo evitar jadear ruidosamente. — Vaya, alguien está ansioso.

Sintió la puerta cerrarse, y pronto fue acorralado contra la pared. La persona era un tanto más baja que él, y sus labios fueron atacados.

Las manos de Draco tantearon el rostro del chico, y se enredaron en su pelo cuando la lengua del más bajo se abrió paso a la boca ajena.
Cuando sus lenguas chocaron, ambos gruñeron.

—Estuve deseando mucho esto, gatito. — Susurró sobre sus labiales.
—Dios... Oh...

Las manos del rubio se paseaban por el cuerpo ajeno, sintiendo cada músculo, cada sector, sin poder controlar su respiración.
Los labios del desconocido se concentraron en su cuello. Se podría haber derretido en ese mismo momento, pero en vez de eso, solo gimió.

Sintió la mano del chico pasando por su entrepierna, muy levemente.

—Alguien está muy ansioso, ¿Verdad?
—S-sí.. Mucho... Esperé tanto, mierda...

Era muy extraño el no poder ver nada, pero se sentía genial. Podía sentir y disfrutar cada sensación.

—Tu habitación, dónde.
—La... La de la puerta negra.

Escuchó la suave risa del chico, y fue tomado de la mano, siendo guiado hasta su propia habitación.

Con cuidado fue recostado en la cama doble, acomodándose a sí mismo, empujándose hasta quedar bien posicionado en la misma.

Pudo sentir como el ajeno se posicionaba sobre él, nuevamente era atacado su cuello.

—Mngh... ¿C-cuando podré saber quién eres?
—Pronto, tranquilo.
—No me importa cómo seas, quiero disfrutarte.
—Eres tan lindo, pero no es que me acompleje mi físico, bebito. Cuando sepas quién soy, no quiero que te alejes.
—... ¿Quién... Quién eres?
—Por favor, no preguntas ahora.

Y definitivamente no quería que el chico se fuera, quería que terminara lo que había empezado.

Y tampoco se demoró mucho en dar por terminada la conversación cuando siguió besando la piel de su cuello, y sus manos viajaron hasta su camisa para poder desabotonarla.
No faltó mucho para que el chico misterioso finalmente se hubiera deshecho de todas las prendas, de él y su acompañante.

Draco se dejaba hacer en todo momento, pero no iba a dejar de tocar su cuerpo solo por no poder verlo.
Pudo sentir cada músculo, cada parte de su piel, bajo sus manos, en contacto con ellas.

Draco sonrió cuando sintió las manos del ajeno pasearse por su cintura y sus caderas.
El rubio con cuidado e incluso algo de torpeza le abrazó por el cuello.

El desconocido se posicionó entre sus piernas abiertas, para poder tener más acceso a su cuerpo, y sus labios rápidamente atacaron los del rubio, quien correspondió gustoso.

Estaba a punto de entregarse a él.
Pero, ¿Y si después de eso, se iba? ¿Y si sólo quería eso?

Draco comenzó a sentir un frío en su estómago.

Textos calientes. // DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora