Eleven

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"Preggo"

El caos había desaparecido.

Después de una semana, las cosas del día anterior habían sido removidas y habían desaparecido por completo y la casa estaba de vuelta en su orden habitual

Aunque no sólo la casa había vuelto a su orden...

Día lunes por la mañana, desperté para ver que las cosas habían vuelto a ser como antes. El humor desagradable de Justin estaba devuelta y las miradas frías e indiferentes también.

―Buenos días ―sonreí, pensando en que sólo sería un mal humor mañanero. Después de todo, todos tenemos un mal humor en la mañana... ¿Verdad?

―Buenos días ―contestó seco, buscando la leche en el refrigerador.

Iba totalmente desnudo, excepto por unos boxers blancos que me dejaban ver aquella erección matutina que había escondido mil veces de Zoe, para evitar sus curiosidades. Sí, aunque tenga siete años, no quiero que le comenté a sus amiguitos  "mi papi amanece con un bulto entre sus piernas cada mañana"

Sus tatuajes relucían a medida que los músculos de su cuerpo se tensaban moviéndose por la cocina. Lo observé en silencio por unos segundos, un poco asustada en hablar.

―¿No irás a trabajar?―pregunté, viendo la hora en el reloj de la cocina, asumiendo que ya tendría que estar listo para irse.

―Me tomaré el día ―dijo, mordiendo su tostada y recargándose en la encimera para verme―¿No puedo hacer eso?

―No, no es eso-

―¿Sólo tu puedes sentirte mal, acaso?―El bufó.

―No me refería a eso, Justin. Sólo preguntaba―brame, tomando un jarro de jugo y sirviéndolo en un vaso ―¿Estás enfermo? ¿Puedo traerte algo?

―Sólo vete, Sienna. Yo llevaré a Zoe a la escuela. ―el dijo, agitando la mano con desdén.

―Zoe está de vacaciones, Justin. La escuela le ha dado una semana y media por El día de acción de gracias. ―dije, frunciendo el ceño―Iba a dejarla en casa de tu madre y luego yo...

―No te molestes, yo estaré aquí ―el dijo, suavizando su voz―Ten un buen día.

Aún cuando no lo dijo de mala manera, aquello me dolió. Me dolió el no haber recibido un beso en la mañana o siquiera un abrazo de despedida.

Él día de acción de gracias era en diez días más y no veía como que las cosas irían muy bien. No después de haber visto que Justin había cambiado una vez más y no cumplió su promesa de mejorar las cosas.

Conduje por las calles con un nudo enorme en mi pecho y solamente lo detuve ahí, sin saber exactamente que hacer con el. Si lo dejaba salir, sería la única desquiciada llorando en su auto y si no, pues, estaría así todo el día.

Bajé del auto y caminé directo a la entrada de la clínica, agarrando mi bolso con fuerza con mis manos sudorosas.

Me acerqué a la secretaria y la miré unos segundos, esperando a que ella se dignara a cortar el teléfono y mirarme.

―¿Puedo ayudarle?―me dijo ella, reposando el teléfono en su hombro y mirándome indignadada, con la mirada de "¿Cómo te atreves a interrumpir?"

―Tengo una cita con el doctor Oslo― dije, mirándola gelidamente.

―Tome asiento, será llamada brevemente.

Me aleje del mesón y tomé asiento en las butacas, sintiendo mi cuerpo sudar frío y pesado.

Hace algunos días, había sólo tenido unos cuántos síntomas y no estoy segura de qué es, pero definitivamente el cansancio, la debilidad y fatiga no son comunes. Además, había tenido unos mareos horribles el día antes de ayer, sin embargo, Justin no sé había percatado de mis paseos a altas horas de la madrugada por la casa.

Lie to Me ➳ j.b #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora