Sixteen

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"Good news, good timing"

Sólo tres días antes de navidad y yo me encontraba sentada en el asiento de mi auto, mirando la nieve caer sobre el parabrisas con el miedo y los nervios creciendo dentro de mí. Podía ver las luces del primer piso encendidas  y sabía que Justin estaba ahí junto a Zoe, haciendo quién sabe qué. Escondí mis manos entre mi abrigo y traté de calentarlas en los guantes, pero parecía que no temblaba por el frío, sino que por los nervios. 

Había tomado la decisión de contarle a Justin sobre el embarazo, para tomarlo como una medida en tiempos desesperados. No pienso que lo tome a mal, sin embargo, deseaba en la parte posterior de mi mente que este bebé fuera una llamada a tierra para Justin y por fin pueda dejar sus malos hábitos, aún cuando sabía que ni un bebé podría cambiarlo, porque de lo contrario, con Zoe hubiera sido suficiente y este tipo de situaciones hubieran sido cosa del pasado; pero no.

Tomé mis cosas y bajé del auto, enterrando mis pies en la nieve. Caminé con dificultad y lentitud hasta la entrada de mi casa y abrí con mi llave para darle paso a una confortante brisa caliente emanada desde el living. Me quité el abrigo y caminé hasta el sofá, donde estaba Justin y Zoe-la cual dormía en su regazo- observando una película.

―Hey ―él murmuró.

Me acerqué a él y besé sus labios cortamente. Me senté a su lado con delicadeza y observé a mi hija dormir en su regazo por unos segundos antes de encontrarme con sus ojos mirándome intrigado.

―¿Sucede algo?―me preguntó.

Mordí mi labio y jugué con mis dedos, pero no dejé de mirarlo―D-debo decirte algo.

―Claro, dime.―él se acomodó, de tal manera que Zoe ya no estaba en su regazo.

Se inclinó hacia mí y me miró fijamente, con el ceño levemente fruncido.

―Y-y-yo, uh―balbuceé y rápidamente sentí como los ojos se me llenaban de lágrimas.―Dios, Justin, solamente dime que sin importar qué, todo estará bien.

―¿De qué hablas, Sienna? Me estás preocupando ¿Qué te sucede?―él preguntó confundido. Rápidamente, se puso pálido y tomó mis manos entre las suyas―¿E-estás enferma?

―¿Qué? No, no. Nada de eso, o al menos, nada muy grave―murmuré al final

―¿Qué?

―Y-y-yo estoy embarazada, Justin.

Noté como la tensión abandonaba su cuerpo y un suspiro salía de sus labios. Una sonrisa comenzó a tirar de sus labios y sus ojos estaban cristalinos.

―¿No es una broma?―preguntó.

―No podría bromear con algo así. 

Sentí como sus brazos me atraían a él y luego, escuché su llanto en mi hombro. Mi corazón estaba explotando y no sabía exactamente por qué. No sabía qué sentir y ahora no sabía qué hacer. Dudas volaban en mi cabeza ¿Cambiará? ¿Todo estará bien? ¿Tendré mi felicidad de vuelta? ¿Podremos ser una familia por fin?

Mis brazos yacían inertes a mis costados al no saber cómo reaccionar. Lentamente, los llevé hasta su cuello y me apreté a él, por el simple hecho que no había recibido un abrazo de estos de su parte en bastante tiempo y los extrañaba.

―¿Cuándo... Cuándo lo supiste?―él preguntó, aún con su cabeza en mi hombro.

―Hace dos días―mentí 

Él me miró a los ojos y frunció el año―¿Y entonces qué diablos haces trabajando hasta tan tarde? Deberías estar descansando, Sienna. Hablaré con tu jefe si es necesario.

Él mostró la preocupación por mí que llevo anhelando desde que cumplimos un año de matrimonio, y aquello movió mi corazón hasta su último extremo. Mi corazón estaba exaltado y mi cuerpo temblaba, pero aún así, después de todo, me sentía segura envuelta en sus brazos.

Y me odié por ello.

―No es necesario, yo hablaré con él. Además, debe ser solo por la temporada de Navidad. Todo se pone más pesado― me encogí de hombros y no pude evitar limpiar las lágrimas de su rostro.―Pero, hay algo que debes saber.

―¿Qué?―él me miró confundido.

―Uh, he tenido ciertos síntomas y he sido diagnosticada con anemia, también―dije, desviando mis ojos de él―Lo cual es algo peligroso para mi embarazo.

Apenas noté como la molestia subía por sus ojos, alcé mi mano―Pero ahora que sé esto, comenzaré a alimentarme bien, a dormir bien y tomar mis medicamentos religiosamente. Lo prometo.

―¿Para eso son las pastillas que hay en el baño?―me preguntó. Oh, así que sí se dio cuenta.

―Uh, sí―asentí 

―¿Por qué no me lo dijiste antes? 

―No lo sé, no quería preocuparte―me encogí de hombros.

―Que tonta eres―él dijo, atrayéndome a sus brazos de nuevo. 

No sabía con certeza nada. No sabía si este era solamente un buen día y por eso es que lo tomó tan bien, pero quería-por lo menos hoy-aprovechar el amor que me estaba dando...

Porque no creo que ocurra en un par de años más.




Lie to Me ➳ j.b #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora