¡Un minuto de ti! (HaruxRin)

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Pasaban de las 12 de la madrugada cuando un pelinegro, lleno de ansiedad, tristeza y demás sentimientos que él mismo no podía terminar de entender lo atormentaban sin dejarle conciliar el sueño.

Se regañaba una y otra vez a causa de sus tonterías, sabía que no era nada malo lo que quería pero estaba claro que ya había llegado al extremo de lo exagerado. Y a causa de ello no podía estar con su persona especial, el amor de su vida había puesto una dura brecha en medio. El no hablarle y poder tocar aquel cuerpo tan único para si, lo estaba volviendo completamente loco. Pero el pelirrojo, había sentenciado sus últimas palabras con mucha convicción y tendría que aceptar o por lo contrario terminaría olvidándose por completo de su dulce, deseado amado, solo por un pequeño inconveniente del que no sentía para nada ni una pizca de vergüenza.

Rin había peleado con Haruka por la pequeña manía de querer tenerlo postrado en un cama por el resto de su vida. Eso escandalizó mucho sin decir que le prohibió al pelinegro tocarle por una semana como mínimo, si no quería que todo terminara en nada de nada por un mes o por el resto de su vidas. La reprimenda había sido aceptada por el pelinegro a regañadientes alegando que era inhumano hacerle eso.

El plazo estaba por cumplirse, pero era otra noche más que Haruka se removía inquieto por toda su espaciosa cama tratando de poder conciliar el sueño, pero era imposible. La falta que le hacia el pelirrojo a su lado lo estaba matando, mientras de seguro Rin dormía plácidamente en su habitación del instituto. Sin poder soportarlo más, con rapidez tomó su móvil y marcó de memoria el número de su pareja. El tono de llamada pitaba y pitaba en espera de poder oír una clara o somnolienta voz del otro lado... Habría sonado cuatro veces seguidas antes de que el pelirrojo cogiera por fin su móvil y con gran molestia contestó sin darse cuenta de quien le llamaba.

─¿Sí?¿Quién habla? -se refregó con cuidado sus ojos el pelirrojo, aguardando con pereza la voz al otro lado.

─Hola, amor. -susurro un tanto cohibido el pelinegro.

─Haru. ¿Sabes la hora que es?-suspiro Rin. ─¿Qué ocurre?

─Bueno... lo siento es solo que no podía dormir. -hizo una pausa antes de continuar. ─Yo...

─Vamos Haru, si tienes que decirme algo dilo mañana y ya. Tenemos entrenamiento mañana lo recuerdas. -hablo sin dejar terminar al pelinegro, Rin se reto mentalmente al notar que tal vez había herido a su pareja. ─Perdón... -susurro.

─Te amo. Solo era eso, creo que hacia dias que no te lo decia. Y tambien queria pedir perdon por mi comportamiento, no darte tu espacio y además de siempre estar molestandote con lo que quiero sin pensar primero en ti. En verdad lo lamento mucho. Tratare controlarme, para poder tenerte nuevamente conmigo aquí. Extraño poder sentirte junto a mi cada noche, tu respirar, acurrucado en mi pecho mientras te rodeo con mis brazos, te juro que no es un juego pero me haces tanta falta. La casa se siente tan fría sin tu presencia... Rin... yo... -todo quedó en completo silencio. Haru miró sorprendido su móvil y confirmó que la llamaba había sido terminada.

Sin ánimos y con ese fuerte sentimiento de tristeza envolviendolo completamente, se levantó y encaminó a la cocina donde cuidado encendió las luces y se sentó un rato en la pequeña isla que había en esta. Paso varios minutos antes de que se diera cuenta de la hora, había pasado más de una hora en aquella misma posición y ya estaba más que agotado, no física pero mentalmente y emocional era un caos completamente.

─¿Qué habré hecho mal? -se paso con enfado sus manos tratando de aliviar aquellas ganas de llorar por unas horas más.

Dando un fuerte golpe en la mesa e impulsandose se encaminó a la heladera de donde saco con cuidado un pequeño recipiente con leche y prendiendo la hornalla, coloco el recipiente comenzando a entibiar el contenido. Tomó una de las tasas de la alacena y la dejó junto a él mientras miraba como se entibiaba lentamente su somnífero, esperaba luego de una buena taza de leche tibia dormirse lo más pronto posible. Una vez servido el líquido tan dulce y delicioso, en aquella taza carmesí que Haru había cogido, la terminó depositando un rato en la pequeña mesa del comedor y se sentó esperando poder tomar el primer sorbo antes de irse a dormir.

Una Extraña Manía. (One-Shots) [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora