Disculpas, encuentros y una solicitud

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Cuando Kenma abrió los ojos todo estaba a oscuras. Tardó un momento en notar que tenía la cabeza cubierta con el edredón y cuando lo quitó para su sorpresa el salón estaba casi igual de oscuro, con las cortinas cerradas y un pequeño coro de ronquidos. Ya no eran sólo los tres de Nekoma, había otro puñado de futones más repartidos de modo ordenado.

Luego de mirar un poco alrededor reconoció el rostro de Akaashi en el futón a su lado derecho, donde la noche anterior no había ninguno. Pensar en él le hizo pensar también en Fukurodani y recordar lo que había ocurrido en la cena. Akaashi había ido a buscarle después, él no sabía para qué, pero, al igual que no había querido hablar la noche anterior, en ese momento tampoco quiso hacerlo.

Después de revisar la hora en su celular, siendo una media hora más temprano de lo que todos solían despertar, decidió levantarse y luego de ordenar su futón tomó su ropa y útiles de aseo en silencio para ir al baño. No se encontró con nadie en el camino ni en el baño y lo agradeció. Mientras se aseaba pensó en que no quería terminar en la cafetería desayunando con todos, no cuando iba a tener que ver a Bokuto y a Kuroo ahí, y decidió que lo mejor sería ir a comprar algo de comer al konbini.

Sin embargo, cuando volvió a la habitación a dejar sus cosas y a buscar su billetera se encontró con Akaashi despierto, ya vestido y terminando de ordenar su propio futón. Kenma no pudo huir antes de que el otro le viera.

—Ah, Kozume-san; buenos días —dijo educadamente Akaashi, en voz baja. Kenma se incomodó debido a la formalidad—. ¿Tienes un momento para hablar?

Quiso negarse, pero la expresión de Akaashi no dejaba lugar a ello a pesar de ser aparentemente tranquila.

—La verdad es que iba a ir a comprar ahora... —intentó huir él, desviando la mirada con nerviosismo.

—Ah, si me esperas cinco minutos puedo acompañarte y así hablamos en el camino. También debo comprar unas cosas y de ese modo nadie molestará —pidió nuevamente Akaashi.

Parecía decidido a hablar con él y Kenma terminó por suspirar con resignación. Akaashi no le caía mal, no ir solo a comprar era mucho mejor y quizá hablar con él le sirviera para sentirse un poco menos mal, para distraerse. Además, Akaashi no tenía la culpa de lo ocurrido como para que Kenma fuera descortés con él.

—Está bien. Estaré en la entrada del primer piso —accedió finalmente.

Akaashi pareció conforme y tomó algunas cosas antes de salir del salón. Kenma tomó su billetera, se puso la chaqueta del uniforme de deportes y con las zapatillas de interiores calzadas bajó al recibidor para ponerse unas normales.

Se dedicó a jugar en el celular un tiempo pero Akaashi no le hizo esperar demasiado, también vestido con el uniforme de deportes, y luego de que se cambiara las zapatillas ambos salieron en silencio. El sol ya estaba bastante alto, pero realmente no calentaba mucho y había una ligera brisa. Kenma se guardó las manos en los bolsillos del pantalón para evitar que se le enfriaran demasiado.

—Kozume-san —le llamó Akaashi.

Kenma arrugó un poco la nariz sin poder evitarlo.

—Kenma está bien, tenemos la misma edad.

Akaashi sonrió ligeramente.

—Entonces, Kenma-san —se corrigió Akaashi—, siento lo que ocurrió ayer.

Kenma disminuyó un poco la velocidad de sus pasos y se encogió de hombros, algo incómodo.

—No fue culpa tuya.

¿Se puede aprender a querer? (KuroKen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora