Capítulo 2 (Parte 1)

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-Narra Jen 

Noto el calor que emana su suave mano contra mi mejilla. La cubro con la mía y lo cierro los ojos. Es una sensación tan sumamente agradable que creo que haría falta una grúa para separarme. En ese momento, él se acerca más a mí, reduciendo al mínimo el espacio que nos separaba. Seguidamente, apoya su mano libre en mi cadera, y me besa. Lo hace del mismo modo en el que pensé que lo haría, cálida y dulcemente, deteniendo el tiempo que nos separa de la realidad. Coloco mi mano en su cuello y le toco el pelo, que le proporciona a mis dedos un suave cosquilleo. En el momento en el que me levanta del suelo, siento que vuelo, que todo a mis pies desaparece, y lo único que me mantienen son sus brazos. Noto como sonríe en mi boca, porque yo también lo hago. De pronto, no siento nada, el calor me abandona, él también, y ya no vuelo. Y entonces sé, que he despertado. 

Rápidamente, me incorporo, aclaro mi mente y trato se separar lo que es real de lo que es ficticio. Acuden a mi mente vagos recuerdos: el coche, los flashes, los gritos de los fans, la mano de Josh... También recuerdo que ya ha acabado la gira de promoción de Catching Fire y que vuelvo a estar sola en mi apartamento de Los Ángeles. A veces me ocurre eso, toda la presión que llevo sobre los hombros hace que olvide de forma momentánea algunas cosas, pero no es algo que me preocupe, siempre vuelvo a recordarlas. 

Me duele la cabeza y estoy sudando. Las sábanas de mi cama están todas revueltas y mi cuerpo parece un bulto refugiado bajo ellas. Me siento en la cama y retiro las sábanas, como si eso pudiese espantar el sudor y la sensación en la que aún estoy. En ese instante, me llevo los dedos a los labios. Todavía puedo sentir sus cálidos labios sobre los míos y esa sensación de volar. Es cierto que no ha sido diferente a los sueños que llevo teniendo todas las noches desde la premiere en Madrid, desde que Josh me dijo eso, y sé que era una simple frase, pero yo sé que el no la decía como una simple frase y que yo no la sentí como tal. 

Estos continuos sueños, flashes o lo que sean, no paran de preocuparme, porque temo que sean algo más que eso. Intento tomar aire, recordarme que yo amo a Nicholas, que es lo que debe ser, lo correcto, pero solo consigo recordar el rostro de Josh sonriéndome, mirándome con una inmensa ternura. Su rostro en mi mente es como un portal que me transporta a miles de recuerdos que tengo con él, a miles de ocasiones en las que hemos estado juntos, y siempre lo hemos pasado bien. Recuerdo las noches que hemos pasado en su casa, comiendo palomitas mientras veíamos películas de miedo, dándonos la mano en cada susto y en los últimos minutos de película, en los que yo me acurrucaba en su hombro y me quedaba dormida; o cuando salíamos al atardecer de paseo por Kentucky, interpretando a un par de detectives en busca de lugares que no conociésemos, mientras anunciábamos nuestras hipótesis formuladas con un híper falso acento británico; o, cuando subíamos a la terraza de mi casa y nos tumbábamos en unas hamacas para contemplar el paisaje estrellado, creando nuestras propias constelaciones. Al recordar esos bellos instantes, una tonta sonrisa aparece sin permiso en mis labios y un cosquilleo se despierta en mi estómago, como el aleteo de una bandada de mariposas. Supongo que nunca he sido tan feliz como cuando hacíamos esas cosas, o, simplemente, como cuando estoy con él. Entonces lo entiendo, entiendo qué significa esa sonrisa que se encuentra imborrable en mi rostro, ese aleteo de mil mariposas, ese conjunto de maravillosos sueños y esos envidiables momentos que compartí con el que creía hasta hace unos segundos mi mejor amigo. Decido que hacer, sé que debo decírselo, a él y Nicholas. Debo decirles que llevo enamorada de Josh casi desde que lo conocí. 

Aunque son las cuatro de la mañana, no una hora muy acertada para tomar esta clase de decisiones, decido llamarle, probar suerte. Tomo el móvil de la mesilla y lo desbloqueo con mi PIN. Cuando estoy marcando, me tiemblan las manos. Espero un pitido, dos, tres... 

-¿Si? - pregunta una voz cansada al otro lado del altavoz. 

Yo tomo toda la confianza que mi cuerpo consigue reunir e intento hablar, sin que parezca que estoy tan nerviosa como lo estoy. 

-Josh, soy yo, Jen -le respondo yo, por suerte no me tiembla la voz. 

A través de altavoz, oigo como suspira. 

-No podías esperar a llamar mañana, ¿verdad? -Me replica, aún con ese cansancio en la voz. 

-Pensé que estarías despierto -le miento, porque no es verdad, ¿quién estaría despierto a las cuatro de la madrugada aparte de alguien como yo? Lo vuelvo a oír suspirar de nuevo-. Josh, necesito hablar contigo, ¿podemos vernos mañana? Es urgente -inquiero, bastante nerviosa.  

-Si te digo que sí, ¿podré irme a dormir de nuevo? 

-Sí me dices que no, no podrás dormir, porque tendrás remordimientos -le reprocho bromeando. Casi oigo como sonríe por mi broma. 

-Vale, quiero dormir tranquilo -me responde, siguiendo la broma-. Nos vemos mañana, es decir, hoy en unas horas, para comer, en el restaurante frente a tu casa, ¿vale? 

-Vale- le contesto yo, muy feliz, y nerviosa. 

-Genial -me dice, y casi voy a despedirme cuando habla de nuevo-. Jen, una cosa más, ¿es algo malo?- Inquiere curioso, por lo que se nota su voz con algo más de vida. 

-No. 

«No sabría que decirte», pienso, dudando.

Somos Mejores Juntos: Joshifer © (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora