Las manos

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And above all, we are infinite as the stars.

El sueño ser repetia de vez en cuando. Abel trabajando en sus tareas de matemáticas con poca gana. El cielo oscureciendo cada vez mas conforme el reloj hacia su travesía de sesenta minutos. El lento discurrir de los segundos y minutos enloquecía a Abel, haciendo levantarse de la silla hasta alcanzar la puerta y de ahi salir a el pasillo.

El sueño casi siempre era el mismo. A veces cambiaba el hecho de que fuese de mañana y se le hacia tarde para la primera clase, o alguno de sus amigos lo interrumpir para arrastrado a otros paramos de su imaginación, pero esta vez era diferente.

Había algo en la manera en la que las cosas fluían. Parecían mas lentas, menos brillantes, mas pesadas. Todo estaba mal. Ese fue el prier indicador de que algo iba muy mal.

Generalmente Abel era dueño de sus movimientos y desiciones, pero esta vez no lo era. Como llevado por un instinto carnal, el pasillo lo llevo a través de los veintiún arcos color madera que desembocaban en las escaleras empinadas, por las cuales ya habían sucedido bastantes accidentes con alumnos enloquecidos que brincaban en respuesta a sus hormonas.

Llego a el patio en medio de la bruma mental que embotaba sus sentidos. Era preso de sus propios instintos, y a las vez la ansiedad se alborotaba en su interior, sin salida aparente. Se vio como un marioneta hasta llegar a su destino.

El baño de hombres de el segundo piso no tenia duchas. Solo eran los W.C, mingitorios y lavamanos con una escueta decoración azul. Había posters raros de personas lavándose las manos, y anuncios ecologistas.

El sabia. Lo presentia.

Su cuerpo se fue acercando a uno de los cubículos con puertas de madera azules. Estaba emparejada, peor había una sustancia negra en el piso. Parecía brea.

Diseminadas entre las blancas baldosas, pequeñas gotas de color negro hacían ver el piso como un papel blanco con multiples manchas de tinta de una pluma barata, pero en el interior de Abel la duda crecía.

Podia haber huido, salido corriendo, pero el ya no mandaba en su cuerpo.

Como en respuesta a su desesperación, su mano se alzó buscando la puerta. La entreabrió y lo que encontró no lo impresiono al instante.

Unas manos blancas, cortadas por debajo de la muñeca se hundían en el agua de el retrete, haciéndolas parecer nadar entre las aguas Bíblicas de el Mar Rojo. Eran definitivamente las manos de una mujer, pequeñas, suaves.

Lentamente la realización de que estaba frente a una terrible escena fue llenando los surcos de duda en su alma, trato de moverse, pero algo lo detenga, y no sabia que era. Lo intento con toda su fuerza, pero simplemente se quedo ahi. Parado. Observando la trágica e irónica escena de las manos de alguien flotando en un escusado.

Daniel estaba en s habitación planeando la semana. Tenia en su escritorio un montón de papeles en los cuales había garabateado los detalles de la noche anterior. Al otro día seria Lunes, y las clases se avecinaban con el ultimo día de normalidad para dar paso a la maldita semana de Navidad. Unos cuantos recuerdos de lo que había pasado le acecharon la mente, y simplemente se permitió divagar entre ellos.

El hizo todo lo posible por llegar a su cita con Lina. No podia hacer demasiado, mas teniendo en cuenta que la comida era una de las pasiones carnales que mas amaba, y el menu de huevo era definitivamente su día predilecto de el mes.

Cuando llegó lo unico que se encontró fue al ser humano que menos quería ver: Abel. A pesar de que les contó cosas de utilidad, no fue exactamente cómodo para nadie en esa habitación. Lina los había hacinado en los pocos lugares disponibles para sentarse: la cama, la silla de el escritorio y el sillón en el que tenia toda su ropa amontonada. Cuando ya no entraron mas, tuvieron que quedarse parados o simplemente ocupar un espacio en el piso junto con el tapete y los cojines.

Esos pequeños fragmentos de malos recuerdos se entremezclaron con el montón de información que tenia entre sus manos.Le había prometido a Lina darle un resumen para que después ellos dos platicaran con Mila y Bastian acerca de la información de Abel, por que al final ellos habían llegado a el acuerdo de no decir nada hasta saber que tan segura y verídica era la información.

Por ahora Daniel se devanaba el cerebro en darle un sentido a los datos que había escrito en un mapa mental. Le gustaba sintetizar las cosas lo mas posible y después de unos cuantos papeles arrugados pudo lograr su bello organizador gráfico.

Tomo su celular y le mando un mensaje a Lina.

Daniel: Lina. Ya podemos hablar con los demás, pero me gustaría hacerlo afuera de el ITAE.

Lina no iba a contestar rápidamente, así era casi siempre. Daniel se levanto y fue a buscar su chaqueta con las llaves de el coche.

Salió a el pasillo y cerró. Ya no podía seguir quedándose en su habitación como sin nada.

Mientras tomaba el elevador tomo el celular y mando un mensaje a Mila, Bastian y a Malva.

Daniel: Los veo en media hora para ir a tomar un café a el pueblo.

Lina le contesto afirmativamente mientras el ya estaba en la oficina girando los permisos para salir de los cinco.

Las cosas estaban por complicarse mas y mas para ellos. Alguien los observaba con tranquilidad. Laura estaba sentada en la sala de la recepción, ella casi no había escuchado de ellos, pero ella si había tenido acceso a información comprometedora y tenia que hablar con el nuevo "cabecilla" de ese misterioso grupo. Lo buscaría en la noche, mientras tanto calificaría los exámenes que le faltaban, ya que las masitas calificaciones se subían a las cuatro ese mismo día.

En otros lugares de la escuela Raúl caminaba presuroso para llegara su cita a el cine club con sus amigos. Antes tenia que hacer una escala técnica: el baño.

Para encontrar el mentado cuarto de aseo solo siguió hasta el edifico A, donde había mas baños de mujeres que de hombres, pero ese baño era el que le quedaba mas cerca de su destino en el cuarto piso.

Al entrar noto la decoración de siempre, nada había cambiado, peor cuando abrió una de las puertas se encontró con la historia de terror de un cuento infantil. Había dos pezuñas de cerdo en el escusado. No estaban sangrientas, mas bien parecían salidas de una lata de salmuera con pedazos de cebolla, pero igualmente se veía asqueroso. Se hizo a un lado y llamo a el conserje. 

Esas pezuñas de puerco, gelatinosas y llenas de sal solamente representaban un muy mal chiste de laguna listillo que tenia intenciones de molestar a el conserje o a una de las limpiadoras, pero  tal vez encerraba un significado mas allá de una simple payasada. Tal vez era algo mas allá de algo escolar.

Malva iba en el traqueteante automóvil de Daniel, pero su mente no estaba en la acalorada discusión entre Bastian y Mila, si no mas bien en problemas mas allá de lo que podia controlar ya. Estaba en un gran hoyo, puesto tenia que pagar sus materias para poder pasar de año, y le preocupaba de sobremanera saber que si no lo hacia perdería por lo que había trabajado tanto.

Sabia por ahi que Daniel estaba en una situación muy similar. Se lo había escuchado a Lina en las ridículas peleas que había presenciado en su habitación con Daniel por teléfono. Al parecer no era la única, peor si tal vez se sentía muy sola. Ahora tenia solamente unas dos o tres opciones, entre las cuales se encontraba el temido curso de nivelación en verano. 

Se quedo un rato mas pensando en sus sueños de no ir mas a la escuela hasta que el paraje de nopales y hortalizas se convirtió en vestigios de la modernidad. El pueblo ya estaba apareciendo en la lejanía junto con las grandes nubes que amenazan con una tormenta monumental que cambiaría el rumbo de las vidas de muchas personas.


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