Estrellas

12 0 0
                                    

Mila andaba por el pasillo, cuando se topo de frente con Lina. Venía con su amigo Daniel. A ella le parecía muy atractivo, era un joven muy guapo y sobre todo comprensivo.

-Mila.-la saludo Lina.-¿Te gustaría acompañarnos al pueblo? Daniel tiene auto.

Daniel le sonrió mientras sacaba de su bolsillo unas llaves y las agitaba.

-Vamos.- dijo finalmente Mila sonriendo.

El estacionamiento de la escuela estaba lleno de autos. Algunos de de maestros, la mayoría de alumnos.

El auto de Daniel era un pequeño Mazda azul. El interior de piel y olía a el. Loción de marca, jabón, desodorante y cuero. Era un olor agradable y masculino. A Mila le recordaba un poco a los días de verano con Alberto, Viviane y Gema.

Les abrió la puerta cada una. Lina de copiloto y Mila de pasajero. Lina fijo sus ojos en los de Mila a través de el retrovisor y le sonrió ampliamente. A ella le caía muy bien Daniel desde que se habían conocido en el taller, a Mila no le desagradaba, en nada. Era guapo, agradable e inteligente para el común denominador de los idiotas con los que el se juntaba.

En unos minutos estuvieron saliendo por el camino rodeado de árboles con dirección al pueblo. Era un viaje aproximadamente de media hora o en días de tráfico, que eran más bien pocos, de una hora.

Daniel puso música. Era el tipo de música que escuchabas en una fiesta cuando todos estaban borrachos y los bailes de dudosa moralidad empezaban, sin contar el vocabulario que daba pena a cualquiera que no estuviera bajo la influencia de el alcohol.

Daniel era buen conversador. Les contaba cosas normales que tenían que ver con su vida escolar y les preguntaba por su vida. Era gentil, amable y muy comprensivo. Lina reía bastante, más de lo normal. Generalmente se la pasaba con su actitud seca y expresión desafiante, pero en ese momento estaba relajada.

Mila también lo estaba. Empezaba a sentir que estaba en confianza, por lo que su intervención en la plática fue cada vez más recurrente hasta llegar a sentir que era parte de la situación.

Llegaron a el pueblo con el sol todavía brillando alto en el firmamento. Los únicos dos restaurantes eran uno de cortes y otro de comida vegetariana, el cual por sus condiciones estéticas era el mejor.

Tardaron mucho rato en dejarlos pasar. Mila estaba desesperada mientras veía un grupo de mamas cool con sus bebés, los cuales estaban en un estado lamentable. Un tufo a vomito estaba presente en el ares de espera.

Mila se acerco a Lina.

-Pukey Baby.- le dijo a la oreja.

-Que asco.- la reacción. De Lina fue táparse la boca.

Daniel las observaba con calma, le agradaban mucho esas niñas.

Mientras ellos seguían con su cita de tres en el pueblo, Laura también tenia asuntos pendientes con ciertas personas.

La escuela estaba llena de movimiento. Demasiado para ser un domingo por la trade. La mayoría estaba listo para hacer sus cosas para el siguiente día, y mas contando que había exámenes. Aunque a la mayoría le importaba de sobre manera el hecho de estudiar, había algunos pocos que les traía sin cuidado el hecho de que sus calificaciones se fueran al diablo. Entre esos pocos esta Malva, que prefería pasar el rato con sus amigos de el taller de dibujo y fotografía. 

Ahi había conocido a Raul, un chico no muy guapo ni interesante, pero si muy agradable. Uno de los mejores conversadores e incluso el mejor de su grupo. A Malva le agradaba mucho Raul por si simpatía y buenos modales, con el tiempo lo había conocido poco a poco, haciéndose mas a fin a el resultando en una bella amistad.

Ahora los dos estaban en la cafeteria con sus respectivos jugos congelados que a la vez hacían de raspados. Raul era muy físico con ella, así que estaban muy cerca, demasiado cerca. 

Platicaban de como le harían para copiar en el examen.

-Yo me pongo adelante. Me picas la espalda y me hago a un lado para que copies.

-Va.

Así se la pasaban todo el tiempo, tratando de sacar el año a como diera lugar a pesar de que Malva debiera todavía historia de el año pasado. Aun así le encantaba pasar el tiempo volando las clases.

Bastian iba pasando cuando los encontró a los dos haciendo manitas sudadas en la mesa que daba frente al horrendo cuadro de flores. Así era la vida, ahora a el le tocaba ver a su ex novia con otro fulano. 

El tendia a juzgar antes de conocer bien los hechos, por lo cual Raul no le caía muy bien, por que al fin el era el nuevo amigo de Malva. Era muy territorial de vez en vez, por lo que sus celos no lo dejaban hacer nada mas que observar con odio la situación, tanto que se le olvido que venia con su novia, Nadia.

Iban a comprar molletes y refresco, pero Bastian se había alentado, y ahora Nadia se han¡iba dado cuenta de lo que estaba pasando. No pudo evitar mas que sentir el odio borboteando en su interior por Malva. Jaló a Bastian mas fuerte hasta que llegaron a la barra de pedidos de la cafeteria.

Pidieron lo que querían y salieron a toda prisa con Nadia excusando que tenia que estudiar para el examen de contabilidad.

Mientras caminaban por el patio, salvando la distancia que quedaba hasta la biblioteca, Bastian  observo el cielo con detenimiento, ya estaba oscureciendo y el cielo estaba salpicado con cientos de estrellas plateadas, rosas y amarillas. Había aprendido en Geografía que esos colores eran debidos a los minerales que se encontraban en los núcleos de las estrellas, pero aun así le pareció mágico hasta que el techo de la entrada le tapo la vista.

Caminaron por el pasillo, era una noche callada. Llegaron a la biblioteca, de donde no saldría por unas largas cuatro horas.

El profesor Joel estaba en uno de los banquillos de el patio. Observaba el cielo con ilusión y muchos sentimientos se encontraban peleados en su interior.

Era complicado tener tantas cosas en la mente, y mas si esas cosas te llevaban a hacer cosas desagradables. El firmemente creía que era correcto lo que estaba haciendo, debía hacerlo por el bien de los estudiantes, para enseñarles que era lo que debían hacer.

Sus ideas se esparcieron mientras unas vocecitas conocidas lo sacaron de sus sueños. Eran Lina y Mila caminando por el patio con un personaje muy poco común a sus espaldas. Daniel.

El cielo lleno de estrellas los hacia ver románticos, como heroes de una novela rosa juvenil, lo que no tenían en cuenta era que esa historia que estaban a punto de vivir era todo menos romántica.



Regálame tus ManosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora