Capítulo 10

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Lisa ya le tocaba ir a su práctica de baile, y todavía tenía una ira encima que se le notaba demasiado. Todos sus movimientos eran imprecisos, bruscos y ciegos. Su mirada, como la de una fiera, parecía que penetraba en el espejo hasta quemarlo. La música se detuvo de repente. 

—Lisa, ¿estás bien? —Preguntó su profesora de baile al ver tal cambio en ella. Normalmente Lisa fluye junto a la música como si fuera agua—. Si quieres dejamos la clase aquí, ya hemos hecho suficiente.

Lisa sin decir palabra alguna fue rápidamente a coger sus cosas y al vestuario, pasando por delante de la taquilla que reventó antes. Se desvistió en dos segundos y de la rabia que todavía tenía encima no se fijó que Jennie aún estaba allí sentada. La morena no se había movido desde que vio el cambio de actitud de Lisa, vamos, que se quedó allí un buen rato.

Jennie ha estado todo el rato mirando aquel anillo y se le pasó el tiempo volando, hasta que notó que Lisa entró de nuevo y que no se había calmado demasiado. «Parece que ni Rosé logró calmarla, vaya...» pensaba la morena mientras de repente veía como la rubia se desvestía delante suya.

Su corazón empezó a latir con fuerza. Estaba viendo en ropa interior a su nueva rival, que la molestaba, que la salvaba, que le robaba sonrisas, que le seguía los juegos, que le regalaba un anillo sin venir a cuento... No pudo evitar fijarse en su buen cuerpo de nuevo: en sus hombros, en su espalda bien definida... Su figura era delgada pero se notaba que tenía fuerza de sobra. Bajó la vista hacia sus caderas y culo, aquel que vio miles de veces moverse en el vídeo que le mandó Jisoo. También apreció sus piernas, deseando estar entre ellas pronto. «Jennie, deja de pensar cosas raras, anda» pero era inútil.

—Esto... —Tosió Jennie levantándose, tratando de disimular lo embobada que se había quedado en ese momento—.

Lisa, sorprendida, se giró y vio a aquella morena detrás suya, de pie y con un sonrojo en sus mejillas. Todo el enfado que tenía encima se le fue de golpe, y todavía en ropa interior, se abalanzó abrazándola con mucha fuerza para tratar de mostrarle apoyo, y más después de enterarse de lo que pasó. Lo único que le importaba a la rubia en ese momento era que Jennie estuviera bien.

Jennie se puso todavía más nerviosa, no sabía qué hacer, se quedó unos segundos con los brazos tendidos a sus lados. «A la mierda», hizo caso de sus instintos y la abrazó de vuelta, notando el sudor que caía desde la espalda de la contraria. En ese momento estaba empezando a hacer mucha calor. Notaba sus propios latidos que iban deprisa, igual que la primera vez que se pegó a Lisa de esa forma. La diferencia es que ahora la contraria no tenía apenas ropa.

—Hostia, perdona... —Se apartó Lisa recordando cómo era Jennie, pensaba que la estaría molestando y que seguramente ahora se llevaría otro moco por su parte—. Encima yo con estas pintas... No sé por qué he hecho eso.—Se llevó la mano a la nuca, compadeciéndose— .

—¿Quién te ha dicho que te apartaras? —La agarró Jennie de la cintura, pegándola a la suya y dejando sus rostros muy cerca, a escasos centímetros—.

Fue ahora la rubia la que se puso nerviosa, no se esperaba para nada esa respuesta de la bajita. Sus ojos se iban sin quererlo a los labios de Jennie que estaban muy cerca de los suyos. No pudo evitar agarrar a la más bajita también, notando el calor que desprendía.

No te separes, por favor—Susurró la morena en la oreja de la rubia, poniéndose casi de puntillas. Esta vez, el tono de su voz parecía que se iba a quebrar. Nunca se había mostrado así ante nadie. Su plan de actuar con normalidad parece que se estaba yendo a la mierda—.

 No será este otro juego de los tuyos —Preguntó Lisa susurrándole al oído—. 

Jennie no quiso contestar. Simplemente se quedó a su lado. Se sentía segura entre sus brazos, en ese momento no estaba ocultándolo, quería estar así el máximo rato posible. El calor de Lisa era como un alivio para ella. Mientras tanto, Lisa le respondía alzando la mano y acariciando su largo cabello moreno. Separaron sus rostros y se miraron fijamente, la distancia entre sus labios cada vez era menor, hasta rozarse. Las manos de la mayor ahora estaban en la espalda de Lisa, empujándola hacia ella. Ambas cerraron los ojos dejándose llevar por la otra, inclinándose hacia la contraria para juntar por fin sus labios.

¡¡Jennieeee!! Sonó un fuerte grito en el vestuario que hizo que instantaneamente se separaran las dos chicas, una sentándose avergonzadísima y la otra yéndose a su taquilla a hacer como que se estaba cambiando. ¿¡Estás aquí!?

A Jennie le sonaba esa voz. Solo había una persona en todo el universo capaz de ser tan oportuna. «De verdad que me cago en tu estampa, Jisoo» pensaba para sí misma mientras se llevaba una mano a la cara, suspirando y toda roja.

¡Ahora salgo! Gritaba Jennie hacia su amiga que estaba en la puerta de los vestuarios. Por suerte no logró ver nada aunque entrase. ¡Espérame fuera!

Jennie se guardó el anillo en el bolsillo, recogió todo y caminó cojeando hacia la puerta. Antes de que se fuera, le lanzó una mirada al culo de Lisa de nuevo. No pudo evitarlo. «Estoy más caliente que una mona, menuda mierda» se lamentaba de ella misma echando un profundo suspiro mientras se marchaba.

—Ten cuidado con tu tobillo, ¿vale? —Se atrevió la rubia a decirle a Jennie antes de que se fuera, aún sin creerse lo que había pasado hace unos segundos. Estaba respirando de forma un poco descontrolada por el susto que le dio Jisoo, además. La morena simplemente asintió, todavía estaba avergonzada—.

Jennie salió de allí encontrándose con la pelinegra, dándole un fuerte golpe en el hombro mostrándole una cara de muy pocos amigos junto sus ruborizadas mejillas.

—Estarás contenta, Jisoo —Se quejaba la morena, apoyándose en ella para que la ayudase a caminar—.

—Vine corriendo porque no te encontraba, quizá te había pasado algo... —Hacía pucheros la mayor, ayudándola a caminar hacia fuera del edificio—. ¿Interrumpí algo? Estás un poco roja, ¿no? —Se fijó con curiosidad la mayor en sus mejillas—.

—Qué va —Dijo con ironía Jennie, pensando en aquella escena del vestuario—. Es que hacía calor. —Mintió, no quería contarle nada a Jisoo todavía—. Y me quedé allí porque me dolía el tobillo. —Mintió otra vez—.

—Qué mosca te ha picado hoy —Preguntaba Jisoo bromeando por la actitud de su amiga, sus respuestas no le convencían pero se hizo la loca—. Bueno, ahora vamos a tu casa que te toca descansar ese tobillo.

Lentamente se dirigían hacia el apartamento, mientras que Lisa ya había salido también y se vio con Rosé para ir a una cafetería, como siempre solían hacer. Allí charlaban de sus cosas, a veces contándose cosas privadas, desahogándose o riéndose. Cada vez se las veía más unidas. 

Rosé se lanzó sobre Lisa, estaba muy preocupada por todo lo que pasó antes ya que no logró calmarla del todo. Se dieron dos besos en las mejillas y se abrazaron durante un largo rato para luego marcharse a la cafetería. No se dieron cuenta que un par las estaba viendo.

—Vaya... —Dijo Jisoo de una forma un poco triste, viendo aquella escena a lo lejos. Realmente en ese país no era para nada típico ver esas muestras de cariño entre amigas y menos en público—.

Jennie no sabía qué decir. No estaba enfadada, pero sí molesta. Para ella la escena de aquel vestuario significó mucho, pero ahora estaba empezando a pensar que Lisa hace eso con todo el mundo. Se quedó callada y con un rostro serio hasta llegar a su casa. «Después soy yo la que juega...».

pretty or nasty.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora