Capítulo 24: Él

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Las lágrimas de Elizabeth cayeron una a una, a la hoja que sostenía sobre sus temblorosas manos.

"Te amo"

Leyó, antes de doblar la carta que Aniel mandó.

Llorar se convirtió en una constante. No quiso seguirlo haciendo, pero le fue difícil contenerse.

Leer era su nuevo pasatiempo favorito. Antes de llegar a ese lugar, solía leer de vez en cuando y concentrarse la mayor parte del tiempo en tomar fotografías, pero ahora no tenía una cámara a su alcance y no le interesaba tomar fotos del único lugar del castillo al que tenía acceso. Conocía cada elemento en su cuarto de memoria. Ahí no quedaba nada que valiera la pena preservar como un recuerdo eterno en una imagen. Prefería sumergirse entre páginas. Convirtiéndose en la única terapia que le ayudaba a olvidar momentáneamente su realidad. Sus libros se convirtieron en ventanas a nuevos mundos, que ella estaba deseosa por explorar.

Soltó un suspiro al aire. Pensó cuanto había cambiado en tan pocos meses.

Se levantó del sofá para ir directo a su caja musical, añadiendo una carta más a su colección. Cuando regresó a su escritorio, tomó asiento concentrando su pensamiento en Aniel y la forma en la que se conocieron. Cuando esa mirada del mas bello azul que hubiera visto, la cautivó. Él fue su primer amor. Puro y noble, lleno de alegrías e ilusiones. A su lado sentía que nada podía salir mal y que eran capaces de lograrlo todo.

Como acto reflejo tomó la pluma, remojándola en el tintero, dispuesta a detallar en papel sus sentimientos, pero algo la detuvo antes de que la punta tocara la hoja. ¿Qué debería decirle? Confesar su amor era algo que dejaba impreso en cada carta, pero ahora, debía hacer algo mucho mas que eso.

Desde lo ocurrido con Cedric no había tenido oportunidad de hablarlo con nadie. Decirle a Gabriel no era una opción y guardarlo para ella sentía que era una fuerte carga que día con día lograba consumirla un poco más. Algo dentro de ella le decía que el no contarlo hacia que todo el tiempo estuviera presente en su mente y que, al decírselo a alguien, liberaría ese sentimiento de aprensión en su pecho.

Su corazón se aceleró con temor. Su mente fue bombardeada con imágenes grotescas, con el aroma de su piel y el dolor de su toque. Fue un evento traumático que no se sentía capaz de superar algún día y eso, es a lo que más temía. Quería dejar de vivir con miedo de que ese demonio llegara algún día y volviera a tomarla por la fuerza. Quería confiar en que Gabriel no se lo permitiría, pero una barrera se alzaba, bloqueando su mente. Era el miedo, que la mantenía paralizada haciéndola imaginar mil y un escenarios de futuros y terribles encuentros.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, escapándose con prisa.

—No puedo olvidarlo —soltó con voz apenas audible, olvidando la presencia de Giselle.

Su acompañante era ajena a la revoltura de pensamientos en la cabeza de Elizabeth, pero aun sin saberlo, quiso recordarle algo importante y que estaba segura, la chica había olvidado por completo.

—Eres mas fuerte que esto. —La frase cargada de seguridad quedó flotando en el silencio de la habitación, llamando la atención de Elizabeth, que se giró para verla, aun con los ojos cristalizados— Sé que puedes llegar a pensar que tus problemas no tienen solución, pero solo debes enfocarte en esas pequeñas cosas buenas y antes de que te des cuenta, éstas se multiplicaran —le regaló una sonrisa con la intención de hacerla creer de nuevo en ella misma.

La chica parpadeó incrédula. Eso era justo lo que necesitaba. Una pizca de fe. Pasó tiempo desde la ultima vez que creyó que las cosas mejorarían y se concentró tanto en los males, que olvido por completo las cosas buenas que le quedaba. Muy lejos de allí, sabía que su familia estaba bien, ajena a todos sus pesares y a pesar de todo, Aniel seguía con vida y mientras así fuera, seguía teniendo una oportunidad. Por otro lado, también tenía sus cartas con su ángel, que la impulsaban a seguir.

Cautivada por el ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora