Directo al grano

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—¡Por favor, deja de mentirme! ¿No puedes solo ser honesto? —Grito Leah, una vena estallando en su cuello. Al menos los niños no estaban en casa para escucharlos.

—¡No estoy mintiendo! —Grito Bucky de vuelta, abriendo la puerta del baño.

—¡Lo estas! ¡Lo sabía! Me engañaste. Estas viendo a alguien —Leah dejo salir un suspiro sonoro y se sentó en la cama.

—No estoy viendo a nadie. Relájate. Es solo que esto no está funcionando. Te he dicho eso —Bucky rodó sus ojos, poniéndose su chaqueta.

Leah le paso la pila de papeles de divorcio que finalmente había firmado. —Ahí tienes. ¿Feliz?

—Feliz —él asintió y se dio la vuelta para salir de la habitación.


Los ojos de Leah se precipitaron hacia Bucky, buscando algún tipo de alivio por las palabras que Rebecca había pronunciado. ¿Novio? Él no había dicho nada acerca de estar viendo a alguien. De hecho, cada vez que ella le había preguntado, incluso después de su divorcio, él le había reasegurado que no había nadie.

—¿Habla en serio? —Leah dejo salir una burla. No pudo evitarlo—. Ella no habla en serio —sacudió su cabeza, pinchando el puente de su nariz.

—Hablo en serio —Rebecca sonrió, alzando su cabeza un poco. Leah podía notar que se estaba burlando de ella.

—¿James? —Leah trago duro cuando Bucky dio un paso más cerca de ella y los niños. Ella alzo una ceja, situándose frente a Jack de manera protectora, su mano sosteniendo la de su hijo con más fuerza.

—Dile —Rebecca cruzo sus brazos sobre su pecho. Leah la miro. Su cabello negro azabache era largo y parejo. Su delineador era demasiado oscuro para el gusto personal de Leah y el labial rojo realzaba su mala cara. Su top era de corte bajo pero era lindo. Le recordó a Leah de algo que ella se habría puesto antes de tener hijos. Ella llevaba unos jeans que tenían hoyos en sus rodillas y que abrazaban su figura. Cualquier confianza que Leah tenía en su cuerpo se había esfumado. No había duda de porque Bucky estaba saliendo con ella...

—Está bien, sí. Estamos saliendo —Bucky asintió de mala gana.

—¿Durante cuánto tiempo? —Demando Leah. Ella vio a Bucky dispararle una mirada a Rebecca, como diciéndole que mantuviera su boca cerrada. A pesar de eso, ella hablo.

—Casi ocho meses —ella sonrió y algo dentro de Leah amenazó con salir. Ella luchó contra la urgencia de gritarle en la tienda y frente a sus hijos y todos los que estaban pasando junto a ellos.

—Eso es... un largo tiempo —Leah fingió una sonrisa pero sus ojos estaban llenos de ira. Mordió el interior de su labio, esperando que uno de ellos dijera algo.

—¿Mamá? Quiero ir contigo —Jack debió haber estado sintiendo el estrés que se había construido en ella. Él tiro de la mano de Leah con una pequeña queja en su voz.

—Estoy aquí —Leah sonrió, doblándose para hablar con él—. ¿Qué va mal? —Susurro ella, acariciando el cabello del niño. Jack sacudió su cabeza rehusándose a decirle—. Está bien. Está bien.

»Creo que debería llevarlos a casa para que puedas... —Leah rodó sus ojos antes de mirar una y otra vez a Bucky y a Rebecca—. Debiste decirme que tenías planes —ella saco a Avery del carrito y movió su cartera para sentarla en su propio carrito.

—Leah, espera —Bucky se movió más cerca de ella pero Leah le disparo una mirada matadora que le hizo retroceder.

—Trae sus cosas cuando sea que estés libre —Leah sostuvo la mano de Jack y camino hacia la caja para pagar todos sus productos.

Un amor de muerte natural |Bucky Barnes/Steve RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora