10.- UNA MENTIRA DAÑA MÁS QUE UNA AGUJA

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                                                          SEGUNDA PARTE DEL LIBRO

Jorge, quien ahora tenía treinta años de edad, se hallaba serio, confrontando la pérdida de su mamá pues hacía dos años había fallecido por causa de una enfermedad avanzada. Los planes de casarse con Marcos, su pareja, habían quedado por el momento pospuestos debido a que no tenía cabeza más que para aquellos fármacos que el psicólogo le había recetado durante el proceso luctuoso, porque tuvo una fuerte depresión por la muerte de su madre.

Marcos, por otro lado, había estado apoyando a Jorge por larguísimos meses. Se encontraba cansado, sentado en la sala leyendo el periódico; se veía más delgado, ojeroso y demasiado preocupado, pero no tanto por la depresión de Jorge, sino por aquellas mentiras que había estado ocultándole a aquel por una infidelidad.

––¿Saldrás otra vez? ––preguntó Jorge quien se hallaba al otro lado de la casa preparando la cena. Se le veía ya más calmado, ocupado con las labores de la casa, entre algunas otras cosas importantes.

Marcos no dijo nada al respecto, excepto que ahogó algunos suspiros.

Jorge estaba mucho más alto que antes y aunque era delgado obtuvo peso y no solamente por las pastillas o porque comiera mucho.

––Llevas semanas yéndote a estas horas de la noche ––dijo molesto.

Marcos aclaró la garganta esta vez, dejando el cigarrillo en el cenicero que se encontraba sobre la mesa de centro. Fumaba por horas.

––Necesito recoger... unos papeles. Te prometo que regresaré pronto ––confirmó revisando que en sus bolsillos estuvieran sus llaves.

Marcos se levantó del asiento y tomó unos papeles un tanto desesperado.

Jorge meneó la sopa para que no se hiciera grumosa, luego suspiró.

––Creo que te ves muy alterado ––Jorge se preocupó, no era realmente la primera noche––. ¿No me digas que volvieron a entregarte los expedientes incorrectos esta semana? ¿Es trabajo extra?

Las preguntas de Jorge estaban haciendo que Marcos hiciera gruñidos.

––No.

––¿Acaso la secretaria no hace bien su trabajo? Deberías poner reglas.

Por alguna razón Marcos ya no era el mismo, se notaba en su expresión y en su apariencia física. Mentir demasiado le estaba agotando.

––¡Deja de hacer tantas preguntas! ––gritó dejando un silencio amenazador.

Jorge se molestó, aunque no dijo nada ya que no quería ser imprudente.

––Lo siento ––Marcos se disculpó al ver que Jorge solo yacía cocinando.

Jorge se dio la vuelta y no vio venir algún afecto como los de antes, donde desapercibidamente Marcos le tomaba por detrás, porque le besaba y le pedía disculpas a veces hasta hincándose enseguida. Simplemente oyó que la puerta se cerró; no recibió despidos.

––Sé que no ha sido fácil después de que mi madre murió. Siempre la extrañaré y no puedo afrontar su ausencia. Me siento demasiado solo. Marcos cambió demasiado, y que yo recuerde, jamás le he faltado al respeto durante todos estos meses. El medicamento es muy fuerte y hay días en que no recuerdo mis palabras, síntoma de las reacciones cuando lo tomo. Pero no sé sinceramente si he hecho algo para que yo lo haya alejado por completo.

Entre sábanas blancas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora