Sebastián se levantó rápidamente de la cama luego de recibir un mensaje de texto; iba encontrarse con alguien más tarde porque tendría una aventura sexual. Y como ya estaba aseado debería arreglarse con la ropa elegante que su primo le había regalado cuando recién se mudó a casa de su tía. Viéndose en el espejo colgado en la pared, admiró lo guapo que estaba, lo sexy que se notaba.
––¿Sebastián? ––alguien llamó al otro lado de la puerta, con timidez.
––Pasa, Alex ––comentó Sebastián perfumándose, viendo en el reflejo del espejo que alguien que se adentraba súbitamente a la habitación.
Alejandro, quien era su primo, se trataba de un joven alto y delgado, apuesto y coqueto; además tenía la misma edad que Sebastián por lo que se llevaban bien. Como ambos compartían siempre el mismo cuarto porque apenas había espacio en la casa donde vivían, debían tocar la puerta por si alguno permanecía desvestido. Se tenían confianza, mucha, pero solían respetarse a diario para mantener la comunicación con que a cada día iban manteniendo.
Y aunque Alejandro sabía que Sebastián sentía atracción sexual por otros chicos, porque una vez leyó los mensajes del teléfono celular de este por equivocación, se guardó el secreto para no incomodarlo. Quería asegurarse de que era un primo con el que contar, un amigo con el que podía charlar de cualquier tema en realidad.
––¿Saldrás otra vez? ––preguntó Alejandro con tal curiosidad, apoyando la mano en la pared. Parecía insinuarse a Sebastián al mostrarse así tan coqueto, más que nada por la posición en que permanecía: con las piernas un poco despegadas, abultando el miembro y sosteniéndose el cinturón con la mano que se hallaba libre.
Probablemente Alejandro lo hacía con el fin de descubrir si Sebastián era homosexual, aunque esos mensajes que leyó eran quizás de otra persona. Aun así en el fondo permanecía algo desesperado por experimentar con otro hombre, algo que no le pediría a su primo porque eran de la misma sangre, aunque en realidad le atrajera mucho más que cualquier otro chico que él conociera.
Por un lado Sebastián entendió que su primo se le insinuaba durante ocasiones, sin embargo no hizo cosas que lo delataran; estaba viviendo en casa de su tía y era peligroso que ella les descubriera haciendo cosas indebidas si en dado caso alguno aprobaba dar un paso a una de sus experiencias sexuales tan anheladas. ¿Pero Alejandro se detendría o se dejaría llevar tras alguna caricia? ¿O solo se insinuaba para cerciorarse de que era homosexual? Solo cuestión de que alguno se dejara llevar, si sucediera.
––Mi mamá salió. Regresará en la noche. Hoy le tocó trabajar doble turno ––dijo Alex serio y todavía en la misma posición seductora.
Sebastián arqueó las cejas, deslizó la lengua por los labios, iniciando algo que Alejandro obtuvo en ese mismo momento: excitación.
Alejandro sonrió atrevido y se dio la vuelta para alejarse de inmediato.
––Espera, Alex ––dijo Sebastián tomando el teléfono celular. Estaba enviando un mensaje de texto; luego volvió la mirada coqueto––. Listo, primo ––confirmó enseguida––. He cancelado el pendiente que tenía ––agregó––: ¿Tienes planes o te quedarás en casa?
Alejandro se extrañó ya que Sebastián jamás le cancelaba a alguien.
––No, ¿por qué? ––preguntó con tono curioso, aunque solo lo aparentó.
––Sólo pregunto ––Sebastián respondió intentando no ser tan obvio.
Alejandro se dio la vuelta y salió de la recámara no sin antes coquetear.
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Entre sábanas blancas ©
Dla nastolatkówTres historias diferentes en donde cada uno deberá averiguar lo que es la felicidad. No todo es lo que parece y sabrán que es así en esta historia. Algunos jóvenes gay tienen la vida que muchos envidian, otros simplemente la desperdician explorando...