Capítulo 9

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Abrí mis ojos debido a los rayos de luz que se colaron por la ventana de mi habitación. ¿Qué había pasado? ¿Habría sido un sueño? No, tenía la sudadera de Harry puesta. Me había dormido con la ropa de ayer. Así que me levanté, y fui directa a la ducha para cambiarme de ropa. En medio de la ducha Nana entró, y me dijo que mis padres habían marchado por negocios un par de días. Luego colocó la habitación hasta que yo salí con la toalla, ella se marchó y me vestí como quería, ya que no estaba mi madre para regañar y rechistar nada. Después, me tumbé en la cama, miré a un lado y ahí estaba la sudadera de Harry. Nana la había lavado junto a la ropa también de ayer. Me estiré para cogerla de la silla que había al lado de uno de los extremos de la cama, y la cogí. A pesar del lavado seguía manteniendo el rico aroma de ese chico rizoso, que hace tan solo horas había tocado mis labios. Me mordí el inferior con tan solo recordarlo. ¿Lo vería hoy? Espero que sí.

-Hola cielo, ¿hoy saldrás? -me preguntó Nana. -

-Supongo.

-Por cierto, esa sudadera con la que estás, ¿no es tuya verdad? Su olor me recuerda a alguien, no sé a quién.

-Es de un amigo.

-Bueno, venía a preguntarte qué querías de comer. -Siempre que mis padres se ausentaban, Nana me hacía de comer lo que quisiera.

-Hace mil años que no como pizza. -Ambas sabíamos lo que decía mi madre de la comida basura, así que no podía comerla.

-Pues pizza en marcha.

Cerró la puerta y volvió a dejarme junto mis pensamientos. Era seguro, hoy saldría y me encontraría a Harry. Aunque, igual era algo incómodo. ¿Y si ayer solo fue la emoción del momento? A decir verdad él nunca dio señas de que yo le atrajera. Y bueno él a mí, señas no di, pero he de admitir que ese misterio que le rodea mas ese increíble físico ayudan a pensar lo contrario.

A los minutos, apareció Nana para avisar de que la comida estaba servida. Ya me llegaba el rico aroma a Pizza al horno. Fui casi corriendo a comerla. Que ganas tenia de pegarle un bocado.

Después subí de nuevo a mi cuarto. Cogí la sudadera y la llevé en una bolsa de cartón. Más tarde, después de estar un rato enredando con el móvil salí. Caminé entonces hasta la playa.

Miré a los alrededores, pero no encontré a Harry. En la playa donde estaba la gente no había rastro suyo, y si miraba a lo lejos donde se encontraban las rocas, no lo divisaba tampoco. Igualmente me acerqué allí por si acaso, pero no se encontraba allí. Miré al lado de la playa en dirección a su casa y no estaba allí. Decidí enviarle un mensaje.

''Harry, no te veo por la playa, ¿has salido? Si no es así, ¿saldrás? xx '' Yo.

Tardó unos minutos en responder, bastantes. Puede que quince, no estoy segura. Lo que me contestó, fue tal que así.

''Estoy en casa, ¿te apetece venir?'' Harry.

Me pareció extraño. ¿Para qué querría que fuera a su casa? Si no quiere que si quiera me acerque a la playa que da a ella, por si me encuentro con los otros matones. Pero bueno, me imaginé que sabría lo que hacía.

''¿Cuál es la tuya? Juraría que te vi el otro día en la número 43, ¿me equivoco?'' Yo.

''Exacto, aquí te espero.'' Harry.

Guardé el móvil, y caminé entonces por la playa, para luego llegar al camino y después a esa especie de callejón. Busqué el número 43, y su casa correspondiente. Me acerqué entonces a ella. Parecía que cuanto más de cerca se veía, más espantosa parecía. No sé como Harry podía vivir en un sitio así. A mí me producía escalofríos. Pero el escalofrío vino, cuando piqué a la puerta y abrieron la puerta, alguien que no era Harry. Quedé helada viendo su rostro.

-¿Qué tal preciosa? Hacía unos días que no te veía. Me empecé a preocupar por ti.

Di unos pasos hacia atrás, en cualquier momento habría salido por patas de ese lugar, pero no pude. Él me cogió de la muñeca con su sonrisa.

-¿Dónde vas? ¿No venías a hacer una visita? Ven aquí.

Me dio un tirón y me llevó dentro de la casa, cerró la puerta con unas llaves, que después dejó en una mesa algo estropeada de la entrada. Me seguía sujetando del brazo, mientras yo seguía aterrada. Me llegaba a hacer daño. Este estúpido empezó a caminar y me llevó al segundo piso de esa estropeada casa. No decidí hacer resistencia, ahora estaba sola con él, y podría hacerme cualquier cosa. En efecto, ese chico era Tom.

-Bueno, -dijo llegando a uno de los cuartos de tal piso. Me empujó, y me dejó allí cerrando la puerta con llave. Yo miré a los lados, solo había una mísera bombilla en el techo alumbrando la habitación, y no tenía si quiera ventanas. -Ahora te quedarás ahí un rato, en una hora volveré.

Genial, me acababa de secuestrar ese chico. Sentí miedo, ¿qué me haría en una hora? Miré por las paredes si había más puertas, pero tan solo estaba por la que me había metido, y la de un armario acoplado a la pared. Al acercarme a ésta última, oí un ruido dentro. ¿Qué era eso? Me daba algo de miedo, pero la abrí para ver qué o quién era el provocador del ruido. Abrí la puerta, y abrí los ojos como platos.

-¡Qué haces aquí! ¡Cómo es que estás así! -me abalancé hacia Harry. Estaba en un rincón del ropero vacío con las manos atadas con un trapo, y con otro de estos en la boca para no hablar. Le quité todo eso enseguida, y él se levantó. Le di un abrazo.

-¿Cómo eres tan tonta? -preguntó. Yo hice una mueca, no entendía la pregunta. ¿Por qué era tonta? -Si no quiero que te acerques aquí para qué lo haces.

-Tú me lo dijiste por un mensaje.

-¿En serio crees que yo escribiría algo así? Tom tiene mi móvil.

-¡Es verdad! El móvil. Llamaré a Nana para que venga por nosotros. -Iba a cogerlo de mi bolsillo trasero izquierdo, pero ahí no estaba, perfecto. Harry bufó y se llevó una mano a su pelo y se lo revolvió pensando. -Se me debió caer al entrar... -añadí.



Continuará...

Good Girl «h.s.»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora