Capítulo 38

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Me desperté. Era de día. Me rugía bastante la barriga, tenía hambre. Miré a Harry, quien estaba a mi lado abrazado.

-Harry. -Dije con pereza debido al sueño, mientras que él directamente soltó un gemido. -Creo que es hora de levantarse. -Intenté hacerlo pero él volvió a gemir y me cogió de la cintura impidiendo que lo hiciera. Sonreí y me giré para verlo bien. Le di un pequeño beso en la nariz. Él sonrió y abrió poco a poco los ojos.  -Creo que va siendo hora de caminar un poco. -Susurré. Él me dio un pequeño beso en los labios, abrió del todo los ojos y asintió.

Nos levantamos, me coloqué y sacudí un poco la ropa, ya que estaba de hierba. Él se sacudió el pelo y con una mano se la llevó a un lado. Un gesto peculiar suyo que hacía bastante a menudo.

-¿Y dónde se supone que iremos? -yo me encogí de hombros. -Vamos bien. -Dijo irónicamente.

-Pensé que tu sabrías donde ir.

-¿Cómo iba a saber yo dónde ir?

-No lo sé, es que estamos en medio de la nada. -Miramos a todos lados, y en efecto. Tan solo estaba el camino y la carretera, nada más. 

-Pues, solo podemos hacer dos cosas. -Hizo una pausa, yo le hice un gesto para que continuara. -O seguir el camino, o volver atrás.

-Pues sigamos el camino, ¿vale?

-¿Segura? Estamos a tiempo de volver.

-No voy a escapar de una vez por todas de mi madre, para volver y que te eche. Lo único, quiero hacer una cosa. -Paré, y cogí mi bolso, lo puse boca abajo y se calló lo del interior. Quería ver lo que tenia. -A ver de qué disponemos. El otro día lo llevé... -iba a decir a casa de Louis, ya que un día fui a dormir a su casa y había llevado ese bolso. Pero, mejor ese dato no lo decía. -A dormir a casa de Lauren. Y llevé esto. - Miramos. Estaba mi móvil con su cargador (no servía mucho donde estábamos, excepto si caía justo ahí un rayo, no habría enchufe para cargar), unos tres o cuatro caramelos, un chicle de menta, una botella muy pequeña de agua, un bolígrafo, y la cartera. Ésta última tenía mi DNI, unas pocas monedas y puede que 50 Euros.  Por último cayeron... Bueno... Unas compresas. Me enrojecí y las guardé rápidamente. Él se empezó a reír. -No tiene gracia. -Dije pegándolo en un brazo provocándole el mínimo daño.

-¿Pero cuánto cabe en ese bolso? ¿Fuiste a dormir a su casa o de aventura?

-Siempre hay que ir preparada. Bueno, ahora sé más o menos con lo que contamos. -Se escucharon rugir mis tripas. -Creo que tengo hambre.

-Vamos a tomar algún caramelo, y a ver si encontramos algún pueblo aquí. -Yo asentí algo decaída. No sé en qué estaba pensando al salir corriendo de casa. ¿Ahora qué? No iba a volver y darle la razón a mi madre. Eso, nunca. Pero, ¿qué iba a dormir siempre en un prado con Harry? Además, ¿qué comeríamos? Con tan poco dinero no nos da ni para la comida de dos días. Era una situación bastante complicada y compleja. Y lo peor, es que no le encontraba muchas salidas.

Igualmente, comenzamos a caminar un poco, y no tardamos mucho en divisar un pueblo a lo lejos. Nos emocionamos, tanto que aceleramos el paso, y de vez en cuando corrimos hasta llegar a su entrada. Nos dimos un abrazo felices, allí habría algún restaurante, o algo de comida rápida. Cualquier cosa, pero teníamos hambre. Ayer no había cenado, y hoy eran las dos del medio día y tenía hambre.

-Perdona, -pregunté a un señor que había en la calle una vez nos adentramos en el pueblo. No era muy grande, tan solo eran unas pocas casas. El mítico pueblo en el que todos se conocen a todos, seguramente. -¿Sabe dónde hay algún local o algo para comer?

-Si, hay un restaurante cruzando la esquina. -Nosotros nos aliviamos. -Pero está cerrado una semana por vacaciones.

-¿Qué? No, no puede ser. -Dijo Harry. Se llevó una mano a la cabeza decepcionado. -Menuda suerte la nuestra, joder. -Ambos estábamos algo cansados, ya que desde que nos levantamos hasta ahora habíamos estado más o menos dos horas caminando.

-No te preocupes, ya encontraremos algo. -Le dije. El señor nos miraba.

-Si queréis podéis venir a comer a casa. -Soltó de repente. Harry y yo le miramos. Desde luego, no sabíamos que responder. El señor aparentaba unos cincuenta o sesenta años y parecía agradable. Vestía un tanto, particular. No tenía pinta de que le sobrara el dinero, vamos. Y nos daba un poco de corte que nos invitara a comer cuando igual él no tenía ni para sí mismo.

-¿No será mucha molestia?

-Por supuesto que no. Podéis quedar también a descansar, parecéis un tanto agotados. Si eso, dormís hoy allí y mañana marcháis a donde sea que vayáis. No os prometo la mejor comida, mi esposa no es que sea la mejor cocinera. -Se rió y nosotros le sonreímos.

-Es muy amable. Me llamo ________, por cierto. Este chico es Harry. -Nos estrechamos las manos.

-Yo me llamo Bob. Es un placer, vamos. Os enseñaré la casa.

Nos acercó a una casa que estaba tan solo a unos pasos de donde nos encontrábamos. Estaba bastante destrozada, la verdad. Pero bueno, algo era algo. Nos llevó a la cocina, donde estaba su mujer.



Continuará...

Good Girl «h.s.»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora