Capítulo 17: Nombre

153 25 30
                                    

Capítulo 17: Nombre

La inocencia es hermosa.

Es la que te hace pensar que no pasará nada, que todo está permitido, que la mayoría de las personas son buenas.

Sin embargo, lo bello acaba siempre marchitándose, al igual que las hermosas flores que se apagan en invierno. Nada es eterno, ni siquiera la vida misma.

Claro que, mientras estés cegado por la luz de la inocencia, no serás capaz de ver la dura realidad que hay tras ese hermoso resplandor.

Hay veces que la luz se apaga de golpe... y otras que puedes ver cómo se va eclipsando poco a poco, las alegrías se van sustituyendo por los duros golpes de la vida, ves que el mundo no es tan bueno como pensabas y sigue así hasta que, finalmente, desaparece toda luz.

Quizá la segunda es la más dolorosa a largo plazo. Después de todo, es un continuo sufrimiento.

Sinceramente, nadie quiere perder la inocencia. Todos quieren vivir en ese mundo lleno de amabilidad y falto de maldad.

Lástima que eso no fuera posible.

Pero mientras perdurara, habría que aprovecharla... aunque algunas veces no fuera del todo oportuna.

Claro que eso sería algo que se aprende con dolor, para bien o para mal.

Y uno de los golpes que la vida les tenía preparados a los dos pequeños rubios sería el miedo.

El miedo de separarse del otro.

Un temor que se hizo presente en cuanto se dieron cuenta de que no estaban solos en aquellas caballerizas.

Giotto fue el primero en sentirlo. Una mirada que le atravesaba, fría como el hielo, helaba su cálido corazón...

Y Alaude sintió en el temblar de su amigo que algo andaba mal.

Se separaron y el noble ayudó al menor a levantarse. El esclavo temblaba, su ser le gritaba que algo estaba mal.

Fue entonces cuando la descubrió.

Por detrás de Alaude emergía una alta y esbelta figura, elegante como solo alguien de alta cuna podía serlo. Una mujer de perfectos cabellos rubios y ojos azul cielo.

Una mujer idéntica a Alaude y a la cual había visto antes.

—Conmovedor.

El niño de cabello rubio platinado se giró con suma rapidez al escuchar esa voz, cargada de cierta ironía y diversión.

Un par de aplausos casi burlones sonaron en la estancia...

Los estremeció más que el frío del invierno.

—Madre...

Dudaba. Su voz lo delataba, su temblor lo incriminaba. Lo único que podía hacer era esconder a Giotto tras su espalda, protegerlo... aunque no sabía ni cómo defenderse él.

—Alaude, me vas a dar la explicación de quién es este niño.

Giotto tenía ganas de llorar. No lo hizo, solo se aferró a la ropa de Alaude con una mano.

—Es... es un sirviente. Un agricultor.

—¿Y por qué está vestido así?

—Porque...

—Porque lo cogí —interrumpió, tembloroso, Giotto—. Lo lamento, mi señora. Pero es un frío invierno y el hambre...

—Bien, ¿por qué lo abrazabas, Alaude?

Promisse?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora