Capítulo 13: Preguntas

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Capítulo 13: Preguntas

Decir que Giotto estaba preocupado, era un eufemismo.

Cuando regresó, Kyoya ya no estaba ahí, tal y como lo habían acordado... pero Tsuna tampoco.

Su corazón pareció detenerse en el minuto en el que su pequeño hermano no estaba donde debería estar, y una sola idea atravesó su mente en aquel momento de desesperación.

Tenía que encontrarlo.

Con un fuerte soplido, apagó la vela que iluminaba la estancia y salió por la ventana con rapidez. Por suerte pudo convencer a su madre que nada pasaba con Tsu, y que estaban ambos muy cansados.

Le dolía mentir a su madre, pero no tenía remedio. No podía saber la relación de Kyoya y Tsuna, al igual que tampoco podía enterarse de la suya con Alaude.

Seguramente, no les permitiría volver a verlos.

Guiado por la luz de la mansión, reluciente en el horizonte, y con sus conocimientos del terreno, fue corriendo hacia allí, importándole muy poco que alguien lo viera.

Escuchó el cabalgar de los caballos, y se asustó al pensar que los dueños habían vuelto pronto. Si veían a su hermanito, harían preguntas, muchas preguntas...

Solo esperaba que Kyoya supiera responder a ellas.

-Maldición... -murmuró cuando cayó al suelo, ensuciándose y raspándose la rodilla.

Sin embargo, se volvió a levantar y echara correr, ignorando el ardor. Pronto le empezó a doler el costado debido al esfuerzo físico tan intenso, pero no le importaba.

Si no llevaba a Tsu de vuelta pronto, habría graves consecuencias. Más graves que un raspón.

Lo que no sabía, era que en el carruaje que regresaba se encontraban solamente dos infantes, aunque uno de ellos no estaba tan cómodo como el otro.

-¿Para qué se supone que salgo si luego voy a tener que soportar esto?

Alaude estaba bastante enfadado, sobre todo con su prima. Ella había insistido en ir, arrastrándole contra su voluntad. Ella había hecho que sus padres sospecharan al no encontrar a Kyoya por ninguna parte.

Ella estaba destruyendo todo lo que habían conseguido en ese tiempo...

-Estos carruajes no me gustan, ¿por qué no podemos ir en una góndola? Es más romántico...

-En Venecia es una cosa y Sicilia otra, idiota -rodó los ojos-. No me puedo creer que te subas a un barco y no puedas montar en un carruaje sin marearte.

Hubiera querido decir que estaba fingiendo, pero se la veía con muy mal color cuando llegaron a su destino, y sus padres se preocuparon al verla así, por tanto, la mandaron de vuelta. Como ya habían pagado las entradas, tuvieron que quedarse, aunque Alaude bien sabía que era solo una excusa para librarse de ellos y, de paso, hacer que se entendieran mejor.

No sabía muy bien la razón de lo último, pero no estaba por rechistar, por muchas ganas que le dieran.

-Pero te ofreciste a acompañarme, qué caballeroso eres... -agarró su brazo y apoyó su cabeza contra su hombro.

Sus ojos azules se pusieron nuevamente en blanco, exasperado con la muchacha.

La miró dispuesto a apartarla, y por un segundo se asustó al ver en su lugar la imagen de Giotto en la misma posición, con su sonrisa cálida y su mirada inocente. El rubor no tardó a acudir a su rostro.

Pestañeó y vio que la imagen de su amigo había desaparecido, dejando en su lugar a su prima.

-Por Dios, espacio, necesito respirar -deshizo el agarre bruscamente, pero la niña había captado su sonrojo.

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