Capítulo 3: Mentiras

245 42 83
                                    

Capítulo 3: Mentiras

—A ver si me ha quedado claro. Entraste a esa casa, te pusiste un disfraz de sirvienta y te encontraste con el tipo ese de ayer, que no es nada menos que el hijo del dueño de todo esto, que te hace trabajar a sol y sombra, y que podría hasta matarte si quisiera. ¿Y tú vas y te haces su amigo?

—Bueno, no precisamente...

—Ya, piensa que eres una niña —el rubio se sonrojó ante eso—. Giotto, ¿eres idiota? ¡Te va a descubrir!

—Calla. Si no se lo dice nadie, no tiene por qué. Tú mismo lo has dicho, mi voz es aniñada.

—Ahora porque eres pequeño. Pero, ¿y si cambia? Será peor, se va a enterar y...

—Venga, no seas negativo. No es que fuera a vivir con él, simplemente lo veré lo justo y lo poco para tener comida y que me enseñe a leer.

—¿Enseñarte a qué?

—A leer. ¿A que no sabes lo que es? —el pelirrojo negó—. Es entender las cosas que están puestas en unas cosas llamadas libros.

—¿Y para qué quieres saber eso?

—¡Porque quiero entenderlo! Él habla muy raro, y sabe cosas que yo no. Y no quiero sentirme tan tonto.

—Venga, Giotto, despierta. Eres simplemente su... objeto. No puedes ni soñar con ser como ellos.

—Lo sé pero... Alaude es diferente a lo que yo pensaba... no es tan malo.

—Espera, ¿Alaude? ¿Ese chico es el señorito ese? ¡En qué problema te has metido!

—¿Lo conoces? —hizo una mueca de confusión.

—No personalmente, pero sí. Mi madre me ha contado acerca de él. Es quién va a heredar todo y es igual de frío que su padre...

—Alaude no es así... por lo menos, no conmigo.

—No sé qué demonios te ha metido en la cabeza, pero quítate la idea de seguir haciendo esto. Es peligroso.

—Lo seguiré haciendo. Necesito su ayuda...

—Giotto, eres de los que no acatan órdenes y no sabes callarte. ¿Y si por algún casual todo esto está planeado?

—¿Cómo va a ser eso posible? ¡Venga ya! 

—Te lo advierto, como sigas haciendo esto, se lo diré a tus padres —dijo con seriedad, y el rubio abrió los ojos como platos.

—No serías capaz...

—Es por tu bien, Giotto, no puedes confiar en ese tipo...

—¡No confío en él! ¡Pero en ti sí! ¡No me harías algo así!

—¡Es que esto no es cuestión de amistad! ¡Puedes morir!

—¡Entonces ese es mi problema! ¡Ni se te ocurra contar nada, G, o no te lo perdonaré!

La determinación de sus ojos era clara, estaba decidido a cumplir su palabra.

—Giotto... —suspiró—. Está bien, no contaré nada... pero solo espero que no te arrepientas de esto.

—No lo haré —aseguró.

—Eso espero... —centró su mirada en segar el trigo—. Solo te doy un consejo, no se te ocurra confiar en él.

—No soy tonto, sé que no puedo hacer eso —frunció el ceño.

—Más te vale recordarlo. Eres como mi hermano, Giotto, no me gustaría verte mal.

Promisse?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora