Capítulo 19: Cuento

166 17 41
                                    

Capítulo 19: Cuento

¿La Tierra era redonda o plana? ¿Las estrellas se movían o se mantenían fijas en su posición? ¿El sol giraba alrededor suyo o ellos giraban alrededor de él?

¿Qué era lo mejor, guerra o tregua? ¿Qué consecuencias trae la posiblidad de finalizar una guerra de tantos años? ¿Qué pasaría con esa declaración de guerra francesa hacia el Imperio Español? ¿Serviría la unión de armas? ¿Cómo afectaría la independencia de un país a su sociedad?

¿Qué hacer cuando el oro se está acabando, cuando su reinado va perdiendo poder? ¿Los ducados alcanzarían para todos los países bajo la mano de Felipe IV?

Todas esas preguntas iban rondando las cabezas de la gente de la sociedad, en los periódicos se veían reflejadas las distintas etapas por las que su mundo pasaba. Vaticinaban un futuro incierto, creaban dudas en la gente.

Años transcurrían, y al igual que las situaciones iban cambiando, los ciudadanos iban creciendo.

Siete años y poco más pasaba de aquella fecha en la que Giotto y Alaude prometieron estar juntos, en el octavo cumpleaños del menor.

Por tanto, Giotto se había convertido en un hermoso joven de quince años de edad. Pocas cosas habían cambiado desde su infancia, seguía en su desfavorable condición, trabajando sol tras sol.

Pero también se encontraba con el noble. Nunca había dejado de hacerlo, en una rutina que básicamente se convertía en su adicción.

Tan sólo había una cosa significativa, una terrible tragedia que marcó su vida en aquellos siete años.

Lloró a lágrima viva cuando descubrió su cadáver, tendido en el suelo. Sus cabellos castaños desperdigados, manchándose en un charco de sangre que le pertenecía, sus orbes almendra sin vida, mirándole sin brillo alguno...

Se aferró a Alaude, quien le acompañaba en ese momento debido a que le pidió ayuda para buscarle pues se le hacía demasiado raro que no apareciera por ninguna parte.

El rubio platino tardó bastante en reaccionar, pero le acarició los cabellos y le susurró que todo estaría bien, pese a que sus propias palabras sonaban dudosas, temblorosas.

Después de todo, era la primera vez para ambos que veían un cadáver.

Para cuando el noble logró reaccionar y lo consoló mínimamente, pues en ese momento no había palabras para calmar su tremendo dolor, se acercó al cuerpo y examinó con cierto pudor la herida que tenía en el pecho.

Estaba claro que había sido obra de alguien armado con algo parecido a un cuchillo, así se lo hizo saber a Giotto.

Eso le provocó una rabia interna inmensa. Más grande incluso que su propio dolor, y en ese momento hubiera corrido a buscar a Alessio, su principal sospechoso de aquel brutal crimen.

Lamentablemente, solo tenía catorce años, y Alaude dieciséis para cumplir diecisiete. No podían hacer nada, más considerando que la víctima era alguien de bajo rango.

Desde ese día, cuando una de las partes que conformaban su mundo se fue para siempre, una parte de él se desvaneció.

Alaude trató de consolarlo. G también. Pero nada reemplazaría su pérdida, y eso bien lo sabían. Los muertos no volvían, no revivían.

Ahora, transcurrido poco menos de un año, seguía con la espina clavada en su corazón. Sin embargo, recuperó su sonrisa.

Sabía que era lo que menos quisiera, verle infeliz. Siempre había sido así, y desde el cielo, que era donde un ángel así debía de estar, le estaría observando. No le gustaría verle triste por su causa.

Promisse?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora