Encuentros

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La cama de pronto le parecía tan grande, era una cama enorme solo para ella pero hacía tanto que no la sentía así, le hacía falta el moreno para llenar el vacío.

Poco resignada tuvo que aceptar que tendría que pasar otra noche sola, así como estaban las cosas sabía que Sasuke no iría a unírsele, era lo correcto después de descubrir la verdad detrás de las atenciones del Uchiha; pero por más explicaciones racionales que se daba, seguía anhelándolo, necesitaba el calor masculino, los fuertes y musculosos brazos, los labios...

El mundo la odiaba. En medio de la noche y tan vulnerable hubiera sido sencillo escabullirse al cuarto de Sasuke y obligarlo a aceptarla en su cama, poniendo como justificación el contrato. Pero era viernes y debía encontrarse en ese dichoso bar... ¿Y si iba a buscarlo? ¿Pero dónde? Jamás le dijo la ubicación exacta...

Se sentó en la cama y llevó sus rodillas hasta su pecho, haciéndose un pequeño ovillo. Tendría que esperar, tarde o temprano él debía regresar.

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Sasuke se tomó de un solo trago el contenido del pequeño vaso, el bullicio del lugar no le permitía escuchar del todo la conversación a gritos que llevaba Suigetsu con Juugo, pero después de todo no era algo que quisiera seguir, sus pensamientos seguían centrados en las palabras de cierto castaño y una peculiar poseedora de ojos lunas, logrando solo avivar su rencor.

Karin le acercó una botella de cerveza. Los ojos negros se entrecerraron mientras la pelirroja se sentaba a su lado frente la barra.

-¿Vas a invitarme?—Cuestionó con desconfianza, la chica sonrió mostrando su perfecta dentadura.

-Estuvo de locos. Deberíamos emborracharnos hasta que no podamos dar un solo paso.

La idea era tentadora pero el Uchiha ya había terminado con el dinero en su cartera.

-Tú la pagaras—Decretó cuando balanceó la botella frente a los ojos rojizos de la recién llegada y posteriormente dio un trago largo.

-¿Cómo te ha ido en tu regreso a clases?

Antes de responder dio otro trago profundo y conforme degustaba el amargo sabor miró atentamente a la chica, era guapa, tenía buen cuerpo, era impulsiva y siempre estaba dispuesta a entretenerlo por más groserías que él le hiciera, ¿entonces por qué no volver a lo mismo? ¿Por qué no podía hacer otra cosa que pensar solo en Hinata?

Momentos atrás cuando daba el espectáculo, las letras de desamor le llegaron como nunca antes... esa debía ser la respuesta, se aceptó con desagrado al tiempo que hacia una ligera mueca con los labios.

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Hinata miró por milésima vez la hora en la pantalla del celular, dio un suspiro melancólico al ver las 3:47 de la madrugada, mordió su labio inferior cansada y ansiosa de esperarlo. Cuando creyó que ya no podría seguir así surgieron las fuertes pisadas en las escaleras. Los ojos se le iluminaron pero la decepción se apoderó de ella cuando los pasos siguieron adelante por el corredor.

Por un momento se sintió abatida pero casi al instante vinieron a su mente las miles de dudas que le habían surgido del Uchiha con alguna chica, en un insólito arranque de impulsividad se levantó y lo fue a buscar. Al abrir la puerta Sasuke estaba terminando de quitarse los vaqueros negros.

Para avivar más la molestia femenina, ni siquiera la encaró, terminó de zafar el tobillo derecho y aventó la prenda al suelo para tirarse en la cama.

Hinata de inmediato se percató que andaba tomado y antes de que él pudiera tomar un extremo del edredón y cubrirse lo evitó. Estaba molesta y celosa pero un atisbo de lucidez la tomó, no podía reclamar o ponerse a cuestionarle cosas como una loca compulsiva, si quería parecer fría y lógica tendría que actuar de manera ruin y esconder sus verdaderos sentimientos.

Un hijo para el imperio HyugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora