Dedicaciones

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Los personajes le pertenecen a Kishimoto. Las letras de las canciones que aparecen, pues no sé, pero a sus respectivos autores, las canta Kit I...

¿Estaba haciendo el ridículo?

¿Se había vestido como una jovencita?

Hinata se preguntó por quién sabe qué vez mientras se miraba en el espejo de cuerpo completo de su closet. Su reflejo era el de una chiquilla; el cabello lacio corto hasta los hombros, la chamarra negra de cuero ajustada, una blusa lila de botones sencilla, una minifalda que le caía libremente de imitación de cuero negro, sus piernas descubiertas, mostrándose estilizadas por los botines negros de plataforma que eligió.

Se sentía fuera de lugar, aunque también se sentía sexy con un toque rockero y un poco de ternura «¿le gustará a Sasuke?».

Resopló admirando el efecto que causaba el maquillaje en sus ojos y dudando del mismo y en sí del todo el conjunto.

-Solo por hoy—Dijo al localizar en el tocador la propaganda de aquel bar. No sabía si ahí lo encontraría y probablemente las cosas no resultaran bien, pero necesitaba esforzarse, de esa manera no habría razón para arrepentirse después.

«Los hombres no maduran» Repasó intentando tranquilizarse.

No debía sorprenderle que Sasuke no la hubiera entendido. Seguramente él no razonaba la magnitud de sus deberes, las miles de familias que dependían de "Sonrisa". Él solo era un estudiante universitario...

Un estudiante que estaba a punto de convertirse en padre, ¿cómo lo tomaría? No tenía idea. Lo único que quería hacer era reunirse con él, verlo, disculparse ya que no debió actuar impulsivamente instándolo a hacer cosas que ella no podía mantener.

Era hora de intentar ser la madura de la relación. Intentaría establecer una relación sólida, pero para eso al menos debía pasar por desapercibida por esa noche. Seguro si iba con su habitual vestido formal llamaría la atención y tampoco quería desencajar, si era el lugar correcto.

- Sasuke dijo que era un bar de universitarios...—Murmuró antes de enfrascarse en la aventura.

El GPS no le falló, la llevó al lugar. Con un poco de trabajo encontró espacio en el estacionamiento que se encontraba abarrotado. Nerviosa descendió prestando atención en el anuncio fluorescente naranja con el nombre del lugar. Al acercarse a la entrada logró reconocer el descapotable negro; un par de chicos lo rodeaban con admiración y haciendo comentarios acerca de las ventajas que debía tener, pero ahí no se encontraba el azabache que buscaba.

Enfocada en su misión no fue consciente como robaba las miradas que la encontraban. Entró por la puerta de cristal encontrándose el lugar oscuro y la música haciéndose entendible. Se tardó un par de segundos para que sus ojos se acostumbraran y lograran ver el camino que debía seguir.

Un hijo para el imperio HyugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora