Cap. 1 Encantamiento fotográfico

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Un día mas que pasa, un día mas encerrada en este mundo. Hoy es un día particular, como cualquier otro, mi vida aburrida continuara como lo ha hecho siempre.

Es común llegar y encontrar a la clase dividida en grupos, grupos a los cuales no pertenezco, quizá porque todos me odian. Bueno, probablemente  “odio” sea una palabra muy fuerte pero en una sociedad en donde ir en contra a la corriente es peor que maltratar animales se puede esperar de todo, y aun mas si eres como yo, una persona que con 17 años conserva un punto de vista poco común, con una lógica sorprendente y fuertemente estrellada con la realidad, es decir, con los pies bien puestos en la tierra.

Aunque mantener un bajo perfil me ha sido muy útil no ha sido suficiente, aun soy blanco de sus burlas, aun la gente tiene ideas erradas de mi que dudo que cambien porque nadie más que yo me conoce realmente y aunque siguen señalándome por mi peculiar pensamiento no pienso seguirles el juego, eso sería caer demasiado bajo.

Una vez llego al aula me dirijo a mi asiento, al final de la primera fila. Intento comprender el panorama pero me es imposible, ellos ya están perdidos, muy consumidos en su mundo de plástico, lleno de apariencias, engaños, mentiras, en donde el ego reina y no sabes que es peor, si la gente hueca que tienes a tu alrededor o el malestar que estos te generan. Como sea, la clase está por comenzar y debo admitir que el tema que trataremos hoy será interesante, o bueno para mí lo es.

Llego la maestra y el silencio reino, como muy pocas veces ocurría en ese lugar. Sentí paz por primera vez en el día, tengo que reconocer que esos mocosos malcriados hablan bastante y eso de cierta manera me irrita.

La clase transcurrió de una manera muy rápida, porque, como lo dije, el tema fue extremadamente interesante. Me fascina en extremo la gente que es rica en conocimiento, pienso que es tan asombroso como una persona guarda en su mente tantos datos como si este fuera una gran enciclopedia, probablemente algo así como wikipedia, quien comparte su saber sin ningún tipo de restricción.

Salí del aula sin mucha prisa al fin y al cabo en casa nada mejor me espera. Mis padres solo piensan en su trabajo. Mi madre es la dueña de la disquera más reconocida del país y mi padre es el primer ministro, ellos viven muy metidos en su trabajo como para interesarse en mí, aunque me tienen bastante vigilada así que no es mucho lo que puedo hacer. Muchos piensan que mi vida es fantástica, que puedo hacer lo que me plazca porque nunca nadie va a decirme nada pero no es así, es mas por estas ideas erradas que la gente tiene de mi me he ganado uno que otro amigo por interés y para mí no hay nada mas detestable que un mocoso hipócrita que solo presume de su dinero, si porque estudio en un colegio privado en donde todos son niñitos de papi y mami.

Llegue a casa, como todos los días, mis padres no estaban como era costumbre. Solo encontré a Lucia, la ama de llaves, la salude con una sonrisa y me dirigí a mi cuarto. Apenas entre revise mi muro de fotografías y bellos recuerdos regresaron a mi mente, siempre veía este muro y no podía evitar sonreír y sentir una felicidad inmensa. Descargue mi mochila y saque mi cámara fotografía de allí.

Cuando dieron las 2, mis padres llegaron. Baje a almorzar y nos sentamos los tres en la mesa.

-Carolina, ¿Qué no vas a saludar?.- Dijo una mujer de 38 años.

-Lo siento madre, ¿Cómo les fue hoy?

-Bien, se podría decir.- Respondió un hombre de 40 años, sentado en la cabecera de la mesa.

Así eran todos los días,  una corta charla y luego todos comíamos en silencio.

Termine y al instante subí de nuevo a mi cuarto, tome la cámara fotográfica y me fui a mi clase de fotografía profesional.

Muy pocos lo sabían, pero mi pasión es la fotografía profesional y aunque mis padres no lo saben algún día tendré que decírselos.

Entre al aula y el profesor aun no llegaba, me dirigí a mi lugar y espere a que el maestro llegara cuando Clara vino a joderme la vida.

-Carolina –Dijo en tono demandante.-Me entere que perro escapo, Ay cuanto lo siento- hablo hipócritamente- Por el perro claro, seguro se aburrió de ti y de tus estúpidas ideologías que no aguanto más y salió a correr.

Apenas si levante la mirada y la ignore pues el maestro entraba a la sala.

El maestro iniciaba la clase cuando la puerta se abrió y un chico alto de cabello castaño hecho rulos y ojos cafés ingreso.

Unas palabras me hicieron salir del trance en el que andaba.

-Hola, mucho gusto, soy Nicholas.

Una mano se extendía frente a mí. El de un momento a otro ya se había sentado al lado mío y quería presentarse.

-Hola.- Respondí nerviosa.- Yo soy Carolina, pero puedes llamarme Lina.- Tome su mano, correspondiendo a su cortés saludo.

-Y tú puedes llamarme Nick.- Respondió amablemente con una sonrisa.

El profesor nos interrumpió iniciando su clase.

A punto de terminar la clase el profesor nos dio la nota de nuestro anterior trabajo.

-Bueno jóvenes, debo admitir que hicieron un trabajo aceptable, aunque no fueron todos, la gran mayoría saco fotos de internet y las imprimió.- Menciono ofendido y molesto.- La fotografía no es solo copiar y pegar fotos, es más que eso es un arte y si ustedes no aprecian eso en verdad no se que hacen aquí. Como sea, como dije antes, no todos lo hicieron. La señorita Zamora, Carolina Zamora presento un trabajo excepcional.

Sonreí, agradecí con la cabeza, luego todos comenzaron a murmurar, realmente detestaban que el profesor siempre reconociera mi trabajo pero yo lo apreciaba bastante ya que nadie más lo hacía.

Al salir de clase me dirigí a casa, necesitaba descansar pues mañana iniciaría otro día el cual debería soportar.

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