Cap. 9 Besos de un príncipe coqueto

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Un hombre alto, de frio semblante estaba frente a mi puerta. Lucia su típico traje,  con saco y corbata, usaba unos lentes rectangulares y tenía su teléfono en las manos. Aquel hombre simplemente reflejaba frialdad, tenía una mirada vacía y aunque pareciera ser fuerte podía ver que algo le hacía falta, pero él no iría por ello.

Pegue un solo brinco de la cama, me pare firme frente a él, intentando evadir su pregunta. Sinceramente ni yo misma sabía que estaba haciendo.

-Hola Padre, Mira te presento a Nick Fitch.-Dije rápida y nerviosamente.

-Buenas tardes joven.- Saludo, extendiendo la mano para saludar al joven de cabello rizado.

-Buenas tardes.- Respondió, levantándose y correspondiendo a un fuerte apretón de manos.

-Ya está servido, diríjanse a la mesa por favor.

Aquel hombre salió de la habitación, dirigiéndose al comedor, yo Salí tras él y Nick salió después de mi.

-Me lo debes.-Susurro a mi oído mientras me tomaba delicadamente por la cintura.

 ‘¿Qué diablos fue eso?’ Pensé mientras me dirigía a la mesa. ‘¿Samantha tiene razón?’ ‘¿Es un sueño?’ ‘Nunca nadie me había tratado así.’

Mientras sumía mi cabeza en aquellos pensamientos llegamos a la mesa. Aquella era enorme, estaba finamente arreglada, con un inmenso jarrón lleno de flores en medio del vidrio, arriba de este una lámpara colgante de cristales reflejados por la luz. Alrededor de esta se encontraban  doce sillas de cedro, talladas, con flores, asemejando una enredadera en ellas.

-¿Y mi madre? –Pregunte al no verla en aquella mesa.

-Trabajando –Respondió el hombre de la cabecera.

La comida llego, servida en una vajilla cuadrada al estilo “gourmet”.  

-Bueno Nicholas, ¿Qué te trae por aquí? No es común ver a Carolina con amigos en la casa. –Interrogo de repente.

-Yo lo invite. –Respondí rápidamente y Nick asintió.

-¿Y Que hacen tus padres? –Volvió a preguntar.

-Mi padre es Embajador de Inglaterra acá.  –Contesto Nick mientras empezaba a probar la comida.

-¿Y Tu madre?

-Mis padres se separaron. Ella es directora cinematográfica.

Luego de eso mi padre no volvió a preguntar nada más. Término en silencio y cuando termino se fue a continuar con su trabajo. Después de que mi padre se fuera, Nick había ya terminado.

-Que lenta eres. –Se burlo mientras yo iba a medio plato.

-¡No lo soy! –Proteste.

-Sí, si lo eres. –Continúo burlándose. –¿Quien es una nena que come despacio? ¿Quién? –Dijo apretando mis cachetes, cual perrito de bolso.

-¡No me molestes! –Dije un poco enfadada.

-Ya, no te enojes. –Contesto algo arrepentido. -Vamos, yo te ayudo. –Hablo, quitándome el tenedor de las manos.

-¿Qué vas a hacer? –Pregunte desconcertada.

El simplemente no contesto, por un momento pensé que iba a terminarlo pero me sorprendí al ver que dirigió el bocado a mi boca.

-Vamos abre.  –Pidió como si yo  fuera una nena chiquita.

-No soy una niña chiquita. –Conteste.

-¡Vamos abre!

-Está bien. –Gruñí y continúo.

-Que linda y juiciosa nena. Te ganaste un premio. –Dijo burlándose un poco y tomando mi cachete otra vez, aun me trataba como niña chiquita.

Así continuo hasta dejar el plato totalmente vacío.

-Si ves ya terminaste. –Sonrió. –Ahora déjame… -Hablo mientras se acercaba y tomaba una servilleta para limpiar mi rostro.

Al acercarse me puse algo nerviosa, empezó a sudar y mi corazón comenzó a latir fuertemente

-Que ojos tan hermosos. –Susurro mientras levantaba su mirada hacia mí. No pude evitar un leve sonrojo, se acerco tanto que pude sentir su respiración.

-Gracias. –Agradecí, igualmente en un susurro.   

-Eres hermosa. ¿Sabías? –Continuo susurrando mientras me tomaba del rostro. Ante esto sonreí, nunca nadie me había dicho eso antes.

Se acerco tanto que ambos sentimos la necesidad de suprimir ese espacio y así fue.

Fundimos nuestros labios en un tímido, pero tierno beso. Aquel suave sabor de sus labios era lo que inconscientemente deseaba desde el primer momento en el que lo vi y en definitiva pude esclarecer mis pensamientos. Pude sentir  el aroma de su piel, aquel suave olor a hierbas con un leve aire de tranquilidad y armonía. Pase mi mano por su rizada cabellera, cada rizo era perfectamente suave, y lo rodee por el cuello, cada parte de el  era simplemente perfecta.

Volví a sentir aquella sensación de seguridad que solo podía regalarme el, esa de ‘Todo estará bien’ que tanto me hacía falta, y que mi corazón desde siempre había clamado tristemente.

-Eres perfecta. –Sonrió mientras se separaba.

Lo abrace fuertemente, pues no quería separarme de él jamás.

El Mundo Externo Y Yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora