Cuatro jóvenes... un hospital... Y una psiquiatra enferma.
Éstos son los ingredientes que devoran (o por los que son devorados) los autores Víctor, Vanessa, Laura y Aida para dar vida, respectivamente, a Joel, Paula, Irene y Aida.
Los caminos tortuo...
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Apurando una última calada, muchos pacientes se conglomeran en el exterior de la puerta del hospital. Es una escena que se repite varias veces al día.
Irene empieza una nueva semana llegando tarde, como de costumbre.Son las 12'15 y el grupo ya ha vuelto de activarse caminando. ¿Qué le ha sucedido? Pues la causa es su TOC. Como una autómata, ha obedecido a sus obsesiones. Se olvida de ella y el tiempo parece que se detenga. Da igual cualesquiera sean sus obligaciones, necesita su dosis diaria. Después viene la vergüenza al sentirse ridícula. Una obsesión sólo desaparece con otra obsesión, de modo que las va concatenando.
Todavía no ha aterrizado del todo en el dispositivo. Ha establecido pocos vínculos y tampoco su estado de ánimo tristón,acompañado de rumiaciones, debido a una ruptura sentimental ayuda mucho.
La segunda actividad del día es el grupo de psicoeducativo. El tema a tratar son los factores de riesgo, que precipitan una recaída, en los trastornos mentales. La psicóloga los va desgranando según orden de prevalencia: abandono de medicación, consumo de tóxicos, estrés, aislamiento, estar desocupado, falta horas de sueño. Irene piensa, "aislamiento y estrés en mi caso". Algunos de los presentes también coinciden, pero la mayoría se decantan por los dos primeros.
Joel alza la mano y comenta lo siguiente:
-Los efectos de la medicación te impiden ser más tú, estás un punto más rebajado.Disfrutas menos de todo.
- A mí el abuso de alcohol me sirve para estabilizarme tanto en fase maníaca como depresiva.
"A mí la medicación apenas me seda. ¿Cómo te puede estabilizar el alcohol? ¿Qué querrá decir con eso ?",cavila Irene.
El tiempo se agota cuando un chico exclama "¡Tengo hambre!", ya toca repartir la comida del día.
