Cuatro jóvenes... un hospital... Y una psiquiatra enferma.
Éstos son los ingredientes que devoran (o por los que son devorados) los autores Víctor, Vanessa, Laura y Aida para dar vida, respectivamente, a Joel, Paula, Irene y Aida.
Los caminos tortuo...
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– Hola
– Adelante Aida, ¿Qué tal?
Bien, supongo, si no fuese por las pintas de puta que llevo y porque lo peor es que me siento así.
– ¿Qué ha pasado? – Dijo el psiquiatra con resignación.
– Me lo he vuelto a follar, bueno, él a mi.
– Joder, Aida, si ya lo tenías...
– Tú no sabes lo que es encontrar a alguien que te de estabilidad por un año aunque sea alguien que sea tu mayor debilidad, no lo sabes...
– ¿Y ese alguien tiene que tener el poder de hacerte sentir así? ¿De verdad quieres eso? ¿De verdad?
– No... Pero...
– ¿Pero que?
– Pero nada.
– ¿Pues?
– Pues nada.
– Eso espero.
– Sí.
– Dr. Damian, ¡Espere!
– Dígame, Dra. Hamp.
– Me he fijado en la vestimenta que vestía hoy Aida, y me ha parecido un poco inapropiada, para estar en el centro y tampoco creo que le vaya bien vestir así a la edad de dieciocho años exactamente, no sé que opinas tú ni como tratas tú a tus pacientes pero...
– Hamp... Creo que Aida es mi paciente y no creo que sea de tu incumbencia...
– ¡Bueno! Aquí yo soy la coordinadora ¿Recuerdas?
– Sí... Pero no deja de ser mi paciente Ellen, tú lo has decidido así.