Capítulo 4 - Segunda parte

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ESCRIBE VANESSA


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La doctora Hamp, estaba dispuesta a seguir con su maquiavélico plan de desestabilizar a sus pacientes y que así pudieran decirse lo que pensaban realmente entre ellos. Estaba convencida de que a nadie más se le había ocurrido esa idea antes en el campo de la psicología.

Los elegidos para el experimento eran Joel, Paula, Irene y Aida.


Joel no se había dado aún cuenta, pero en algunos descuidos durante su estancia en el hospital, ella le había cogido su libreta, esa que siempre llevaba con él, y la había leído en secreto.

Aunque no le ocultaba nada acerca de su proceso, la doctora Hamp, quería conocer cuáles eran sus pensamientos más profundos, sus grandes tormentos, sus puntos fuertes y sus puntos débiles... Quería saber que había dentro de aquella mente tan compleja y quizá más difícil de desestabilizar.

Así que leía durante esos descuidos en su despacho mientras bebía tazas de té:

"El enfermo mental salpicado por la psicosis obtiene a cambio un agridulce sentimiento.

Durante un gran lapso de tiempo en su vida se sentirá encadenado. Encadenado a una medicación excesiva, impuesta y desagradables efectos secundarios.

Por contra, brevemente, los grilletes que dejan las muñecas ensangrentadas se romperán. Las alas nacerán de nuevo y la gran escala tendrá lugar."

- Un ingreso en el hospital psiquiátrico para agudos. Eso es lo que tú necesitas. – murmuraba en una pausa Ellen Hamp.


Obtener más información sobre Paula, por el contrario, era muchísimo más fácil. Con las pocas veces que había conversado con ella y mirar un poco su historial bastaba. Le daría donde más duele. Haciéndola quedar en ridículo delante de sus compañeros, diciéndole que se iba a quedar sola y fracasaría eternamente o que no la ayudarían más.

- La tontita esta con fobia social... ¡Qué sabrás tú de los problemas realmente importantes de la vida...! ¡Échale un par, joder! – gritaba en voz alta otro día desde el sofá de su casa mientras miraba al frente.

A los puntos flacos de Irene tampoco era muy complicado acceder. Sabía que tenía diagnosticadas otras patologías, pero como Paula, también padecía fobia social. Seguramente seguiría haciendo algo parecido con ella.

¿Y con Aida? Con ella, sabía de sobra que con solamente pasarle un par de porros la tendría ganada.

Los cuatro pacientes todavía no lo sabían, pero muy pronto asistirían a la que sería la parte final del experimento de la doctora. Un experimento que ella estaba dispuesta a llevar hasta donde hiciese falta.

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